“Sufrimos, lo sé, pero lo que quiero es enseñarles bien, que tengan una vida mejor, que aprendan y salgan adelante”, dijo la madre orgullosa.
A Gómez la acompaña su esposo, Juan Antonio Joy, 34, quien desde hace 12 años instala el pequeño puesto. Los niños deshilan, agrupan y retuercen la tuza de maíz, que pronto tomará la forma de una oveja navideña.
En esta ocasión acompañan a la familia dos ayudantes, Willi Tuc, 13, y Orlando Chej, 12, que también aprenden esta artesanía.
Gómez espera que en los próximos días acudan más capitalinos a la feria, que este año tuvo algunos tropiezos para empezar.
Aserrín y manzanilla
Las ventas que ofrecen aserrín a Q1, Q2 y Q5 la medida; collares de manzanilla a Q10; musgo y pashte para decorar el nacimiento, entre Q10 y Q15 el canasto; ranchitos de paja desde Q5; nacimientos de pasta a Q350; cerámica de Chinautla, en la que sobresalen pozos, a Q15; iglesias a Q40 y ángeles a Q60, destacan en el laberinto de pasillos del lugar.
En el sitio también se pueden adquirir árboles elaborados con ramas de pinabete desde Q175, coronas de pino, piñas y orquídeas y una gama de artículos a base de trigo.
“La feria es una tradición de mi familia, no podemos pasar diciembre sin venir”, aseguró Dora López, 40, quien ayer buscaba el árbol para su familia.
Los vendedores solicitaron a las autoridades que mejoren las condiciones de salubridad en el lugar, ya que no cuentan con agua entubada ni servicio de recolección de desechos sólidos.