Si bien es cierto, en ningún mes desde que comenzó la pandemia el 100% ha visto a la enfermedad muy riesgosa, en octubre solo un 55% de las personas la consideraron como un “alto riesgo”, es decir, fue el mes con esta cifra más baja desde abril.
A la vez, el estudio elaborado por la firma ProDatos, da cuenta de un alza en el porcentaje de los entrevistados que ven a la enfermedad como un “mediano riesgo”. Esta cifra en el mismo lapso pasó del 15% a 24%; asimismo, aquellos que la ven como un “bajo riesgo” aumentó del 13% al 21%.
Esto significa que al mismo ritmo que bajó el promedio diario de contagios y muertes por coronavirus también se redujo el miedo de los guatemaltecos a este mal, una actitud que puede ser peligrosa sobre todo de cara a una posible segunda ola de contagios que podría golpear al país.
Cuando se levantó el estudio de agosto, recién había concluido julio que con 30 mil 432 casos y mil 320 muertes ha sido hasta el momento el mes más trágico en lo que va de la pandemia. Las cifras del octavo y noveno mes disminuyeron considerablemente lo cual puede que se haya traducido en una disminución del miedo a la enfermedad.
Quienes le temen menos
El estudio de ProDatos revela que los hombres le tienen menos miedo a la enfermedad puesto que solo el 51% de los encuestados respondieron que el coronavirus representa un “alto riesgo”, mientras que en las mujeres el porcentaje sube al 58%.
Asimismo, como en los estudios anteriores, son los jóvenes los que tienen menos temor hacia el covid-19 ya que el 55% —uno de dos— califica muy riesgosa a la enfermedad.
Hablarle a la juventud de una manera más convincente ha sido una de las tareas pendientes del Gobierno que no ha podido transmitir el mensaje de que, si bien, los jóvenes tienen pocas posibilidades de agravarse por covid-19, sí se pueden convertir en transmisores de la enfermedad para sus parientes más vulnerables.
No obstante, el Séptimo estudio también muestra datos preocupantes en cuanto a que, incluso, las personas mayores comienzan a perder el miedo al coronavirus.
De esa cuenta, cuando en agosto un 85% de los adultos de 30 a 45 años consideraban al covid-19 como un alto riesgo para su salud, este número bajó a 69% en septiembre y hasta 55% en octubre. Similar situación ocurre con el grupo etario de 55 años o más puesto que en esos tres meses disminuyó de un 95% a 62%.
En cuanto a los niveles socioeconómicos se nota una importante baja entre los encuestados del nivel D —bajo—, que pasaron de 63% de septiembre a 45% en octubre el porcentaje de los que ven muy riesgosa a la enfermedad.
El virus sigue presente
Al respecto el titular de la Coprecovid expuso que aunque los casos han disminuido y la mortalidad es menor “este virus es altamente contagioso, silencioso en muchas personas y produce hospitalizaciones y muerte en los vulnerables”, por lo cual hizo el llamado a usar siempre mascarilla, evitar aglomeraciones como únicas medidas de prevenir su propagación.
El Ministerio de Salud, por su parte, insiste en que las personas deben cuidarse al implementar estas medidas más el lavado constante de manos y el distanciamiento social.
“El hecho que algunas restricciones ya no estén vigentes, no quiere decir que las personas dejen de cuidarse, el covid-19 no ha desaparecido, sigue entre nosotros y por ello no deben relajarse”, precisó la oficina de Comunicación a un requerimiento de Prensa Libre.
Agregó que tanto las personas individuales como la industria, comercio y transporte “están obligados a cumplir las disposiciones según el sistema de alertas sanitarias vigentes, lo que nos permitirá continuar con la contención del virus”.
Respecto a por qué la población pareciera comenzarse a relajar, el epidemiólogo Arturo Sánchez López precisó que la gente se ha acostumbrado a ver el virus como parte de su cotidianidad, tal como ocurre con los muertos por violencia o la corrupción, que al final de tanto escuchar sobre estos problemas los acepta como parte de su vida, lo cual no significa que sea positivo.
Según el epidemiólogo, esa actitud relajada se puede ver principalmente entre los jóvenes que al final de cuentas no dejan de tener razón respecto a que el covid-19 no es de alto riesgo para ellos. El problema, destacó, es la transmisión al resto de personas.
“Ellos, los jóvenes, van a pasar sin síntomas, pero van a tener contactos con sus padres o abuelos o el resto de sus familias y falta comprender eso”, enfatizó el médico, quien considera que la debilidad para transmitir esos mensajes ha sido una de las deudas más grandes de las autoridades.
Para el analista Christians Castillo los mensajes erráticos que al respecto ha enviado el presidente como en principio anteponer la salud antes que la economía y meses después lo contrario también han provocado que se relaje la percepción de lo letal que es la pandemia.
“El relajamiento está llegando a un punto peligroso que se le puede perder el respeto a una crisis sanitaria global. La pandemia no ha terminado, pero cuando desde el gobierno no se le da la importancia que tiene pues obviamente la sociedad tampoco se la va a dar”, apuntó.