Comenta que se deben tomar acciones para evitar que más personas lleguen a la fase de crisis alimentaria, sobre todo en el oriente del país, donde las reservas de alimentos se están agotando más rápido de lo normal.
¿Cómo ven el acceso a alimentos en el contexto de la pandemia y ahora la guerra en el este de Europa?
Específicamente para Guatemala, según las últimas informaciones disponibles se proyectaba una reducción de casi un millón de personas en crisis alimentaria —fase 3 del informe IPC de junio 2021— para el último semestre del pasado año. Sin embargo, todo hace pensar que el conflicto en Europa afectará a la recuperación económica global, y tendrá un impacto severo sobre el funcionamiento de los sistemas agroalimentarios. No debemos olvidar, que Rusia es el mayor exportador de trigo del mundo con 20% del comercio y Ucrania es el quinto. La guerra entre estos dos gigantes agrícolas amenaza con interrumpir una cuarta parte del comercio de cereales, reduciendo el suministro global. El impacto del conflicto en la inflación en el costo de los alimentos se sentirá más profundamente en los países de menores ingresos.
¿Qué tanto preocupa el alza de los precios de los alimentos y cómo podría influir en la inseguridad alimentaria?
Los precios internacionales de alimentos aumentaron en un 21% en un solo año, según el último reporte de la FAO. Es el nivel más alto en la última década, y de prolongarse el conflicto bélico en Europa, seguramente seguirá en alza. La transmisión de los precios internacionales a los nacionales varía según el país y el producto, pero esto preocupa especialmente en los países importadores de alimentos, porque golpea en mayor proporción en la seguridad alimentaria de familias que dedican una parte significativa de su renta a la adquisición de comida. Estimaciones regionales señalan que las familias que se encuentran entre los quintiles inferiores de ingresos destinan más del 50% de sus gastos en alimentos.
Con el aumento de los precios nacionales de alimentos las familias en situaciones extremas se ven obligadas a reducir la ingesta de alimentos, o limitan su acceso a productos de menor valor nutricional los cuales suelen tener precios relativamente más bajos. Esta situación puede impactar en el empeoramiento en el mediano plazo de las condiciones de malnutrición; desnutrición, deficiencias por carencia de micronutrientes e, incluso, sobrepeso por la mayor ingesta de productos de menor precio pero que contienen altos niveles de grasas, sales y azúcares.
¿Podrían caer más personas en la fase tres de inseguridad alimentaria?
Los pronósticos se están actualizando. Los impactos de los precios se van a ver más en el corto plazo y el de los insumos más en un mediano plazo. No es sencillo, positivo ni esperanzador, pero hemos visto que la situación varía de país en país, en función de las medidas que se adopten. El pronóstico no es tan favorable, pero en la medida que se tomen acciones focalizadas en los grupos más vulnerables podrá ayudarse a mitigar o reducir el impacto.
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Nosotros apoyamos al gobierno para adelantarnos con algunos programas que apoyen al consumidor, sobre todo a personas de menores ingresos para cubrir ese impacto que van a tener en su capacidad adquisitiva y también, con los productores apoyamos para la compra de fertilizantes vinculados con una corresponsabilidad de un buen manejo de los suelos, para reducir la dependencia de los fertilizantes químicos.
¿Concretamente qué medidas se deben tomar para minimizar el impacto en las familias vulnerables?
Hay dos ámbitos de actuación, uno sobre el consumidor, sobre cómo ayudarle a las poblaciones de menores ingresos a cubrir ese aumento de precios de la canasta básica, puede hacerse a través de la exoneración de impuestos o de transferencias de ingresos o reactivar algunos programas que funcionaron durante la pandemia. También se puede aprovechar el programa de alimentación escolar o incluso la distribución de canastas de alimentos.
Pero también se enfrenta el desafío de los pequeños productores. Nuestros análisis dicen que en el oriente del país las reservas de granos básicos cubren cinco o seis meses del año, pero con la situación actual del aumento de precios, si no cubrimos esa parte del ingreso, posiblemente van a tener reservas para menos semanas. Es normal que las reservas de alimentos se vayan reduciendo, pero se está acelerando el descenso de esas reservas en las familias que dependen de la agricultura familiar.
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A raíz del conflicto ¿Cree que hay razones para temer una escasez de alimentos?
No lo contemplamos porque las producciones han sido incluso mayores que en los últimos años, pero evidentemente, si algunos de los países que están en este conflicto empiezan a tomar medidas comerciales de restricción de las exportaciones, por ejemplo, a través de la logística en los puertos, podría haber problemas no por disponibilidad, sino por los propios mecanismos de comercialización. El panorama es incierto, no es un problema de producción o un problema agrícola, sino es un desafío del propio funcionamiento del sistema alimentario y de las cadenas comerciales.
¿Si no es implementan estos programas con prontitud, sí podríamos ver a más personas en crisis alimentaria?
Todavía quedan reservas de granos básicos para algunas semanas más. No me atrevo a decir si van a aumentar, lo que sí es cierto es que a nivel mundial los precios de los alimentos son los más altos de la última década. Eso, sumado al contexto de recuperación derivado del covid-19… Es un contexto muy incierto que no tiene ingredientes positivos para pronosticar una situación alimentaria favorable.
¿Qué tanto han subido los precios de los fertilizantes y por qué preocupa?
El incremento del precio de los fertilizantes implica un mayor costo de producción, lo cual afecta de forma inmediata al agricultor. Por un lado, utiliza una parte de su producción para el autoconsumo, por lo que comprar fertilizante representa un gasto esencial para su seguridad alimentaria y la de su familia. Y, por otro lado, comercializa los excedentes de su producción por lo que tarde o temprano, el incremento del costo de fertilizantes se trasladará, al menos en parte, al precio que paga el consumidor.
Siendo conservadores, el aumento de los principales fertilizantes químicos ha aumentado hasta la fecha en un 50% en solo un año.
Los equipos de la FAO que trabajan junto al MAGA en distintas zonas de Guatemala confirman esta tendencia, sobre todo en lo relacionado con la urea. La razón principal es el incremento en los precios de la energía, especialmente del gas natural, que es un componente clave en la producción de fertilizantes.