Tomás Martínez, quien a diario toca el saxofón en diferentes lugares del Centro Histórico, también cambió ayer su instrumento por el tamal, el chocolate y el gusto por la marimba en homenaje a la santa patrona.
Relata la historia que Santa Lucía era obligada a casarse con su prometido, pero cuando este le dijo que lo que más le gustaba de ella eran sus ojos, ella se los sacó con una espada y se los dio, para poder consagrar su vida a Dios.