En diciembre de dicho año comenzó 12 ciclos de quimioterapia —cada 21 días—. Sus hijos la acompañaron en todo momento en ese proceso. Se le hacía difícil soportar los efectos secundarios del tratamiento, pues, además de las náuseas, vómitos, caída de cabello, dolor de cuerpo y adelgazamiento, le molestaba la luz brillante de cualquier tipo. Su estado de ánimo decaía vertiginosamente. Lloraba todo el tiempo. “¡Échale ganas! Tú eres una guerrera, no tienes que estar triste, sino feliz”, recuerda que le dijo su oncólogo de ese tiempo, Eduardo Gharzouzi.
Al terminar las quimioterapias, en junio, se sometió a una mastectomía doble y extirpación de 39 ganglios de las axilas, hacia donde el cáncer se había propagado. Luego, pasó por 50 sesiones de radioterapia. Hace año y medio le tuvieron que retirar la matriz y ovarios, pues comenzó con sangrados vaginales.
Ahora, a los 46 años, cuando el cáncer ha permanecido en remisión, da gracias a Dios de haberle dado la oportunidad de seguir con vida y estar con sus hijos, pues en el Instituto de Cancerología (Incán), donde fue tratada, veía a pacientes morir. “Dios no nos deja, hay que tener confianza en Él siempre”, dice.
“Háganse sus chequeos, aunque sean jóvenes. Es la única forma de saber qué pasa con nuestro cuerpo. Coman saludable, hagan ejercicio y bajen de peso”, es el consejo que da para prevenir esa enfermedad.
Desde hace varios años, se ha calculado que cada vez más aumentan los casos de personas de 19 a 50 años que desarrollan cáncer, enfermedad que se solía detectar, en su mayoría, en la tercera edad. Un estudio publicado en la revista Nature, en octubre del 2022, ¿Es el cáncer temprano una epidemia emergente global?, en el que se incluyeron estadísticas de 44 países, no solo confirmó ese fenómeno, sino las causas del origen del cáncer en ese grupo etario.
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Debido a que en Guatemala no hay registro poblacional hospitalario integrado de pacientes atendidos en los sistemas público y privado, los oncólogos toman como parámetro de incidencia las cifras de Globocan, la base de datos de cáncer a nivel mundial, de la Organización Mundial de la Salud. Según esa entidad, en el 2020 —el año más reciente registrado— los casos nuevos totales de personas menores de 49 años con cáncer en el país ascendía a cuatro mil 553, de los 16 mil 686 que se produjeron ese año, es decir, uno de cada cuatro pacientes.
Los de mayor incidencia para todas las edades son el de próstata — 16.5%—, mama —13%—, hígado —11.9%— , estómago —9.8%— y cervicouterino —9.3%—. La tasa por cada cien mil habitantes es de 93. El del hígado —19.7%—, estómago —14.2%—, cervicouterino —9.1%—, próstata —8.2%— y leucemia —6.8%— son los que causan mayor mortalidad, refiere Eduardo Palacios, director del Programa Nacional para la Prevención de Enfermedades Crónicas no Transmisibles y Cáncer, del Ministerio de Salud.
Según Globocan, los tipos de cáncer con el mayor número de casos nuevos en menores de 49 años son el de mama —19.2%—, cervicouterino —16.5%—, leucemia —13.4%—, estómago —5.3%— y tiroides —5.2%—.
En el Incán, refiere la médica Isabel Orozco, con maestría en Salud Pública con énfasis en Epidemiología, en el 2019 —el último año del que se tienen registros—, el cáncer de cérvix y mama eran los que se están registrando cada vez más en jóvenes.
“Desde años atrás, sabemos que el cáncer en ese grupo de población ha aumentado y que es más agresivo, pero no teníamos evidencia científica que lo corroborara, hasta que se publicó el artículo de Nature, muy importante por haber determinado las causas del incremento de casos en los nacidos entre 1990 y 2022”, indica el oncólogo César Hernández, director médico del Centro Oncológico Sixtino.
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Causas
En la actualidad, los factores de riesgo para desarrollar cáncer entre los 18 y 50 años, así como otras edades, son la obesidad. Cada vez más, a raíz de esta, se reportan jóvenes con diabetes y enfermedades cardiovasculares. El sedentarismo, una dieta occidental —rica en grasas trans y saturadas, azúcares refinados, alimentos procesados y carne roja, y baja en frutas y verduras—, el consumo de alcohol y tabaquismo predisponen al organismo a que se desencadene el cáncer.
“Los jóvenes se están exponiendo a temprana edad a estos dos últimos”, indica Eduardo Gharzouzi, director médico de Integra Cancer Institute, quien añade que, según un estudio piloto que realizó entre el 2013 y el 2015, con datos de tres hospitales, 30% de los pacientes eran menores de 50 años —uno de cada tres— y 16% menores de 40, porcentajes que él cree que pueden aplicarse en la actualidad.
En la referida investigación de Nature se explica que el aumento de tamizaje —pruebas de detección—, diagnósticos más certeros, cambios sustanciales multigeneracionales a partir de mediados del siglo XX en la dieta, estilo de vida, obesidad, entorno y microbioma —bacterias intestinales que se modifican por exceso de consumo de azúcar y uso de antibióticos—, que interactúan con susceptibilidades genómicas o genéticas han propiciado un incremento de cáncer en jóvenes, quienes tienen mayor riesgo de presentar problemas de salud crónicos, como infertilidad, enfermedad cardiovascular o cánceres secundarios, así como en su descendencia.
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Evidencia acumulada sugiere que la fase más temprana del cáncer puede comenzar en la infancia, con intervalos de varias décadas entre el daño celular y la detección clínica de cáncer.
Los exposomas, factores no genéticos mencionados a los que se expone la persona desde que nace y en el transcurso de su vida, condicionan a un individuo a desarrollar la enfermedad antes de los 50 años, indica Hernández. “Si la mujer embarazada tiene exposición a estos factores, sus hijos tendrán mayor probabilidad de desarrollar cáncer”, agrega. “Es compromiso de los padres procurar que sus hijos crezcan con hábitos saludables, para que se produzcan menos diagnósticos de cáncer”, recomienda.
Palacios destaca que se debe evitar la exposición a otros agentes cancerígenos, como todo tipo de radiación y metales pesados. Orozco también agrega que el estrés al que están expuestos los jóvenes en la actualidad también es un factor por tomar en cuenta.
Los más agresivos
El cáncer, si se detecta a tiempo y en estadios tempranos, puede tener un mejor pronóstico y tratamiento oportuno. La mayoría de cánceres agresivos no se detectaron a tiempo y pueden generar síntomas tardíos, cuando la enfermedad está avanzada, como el de páncreas e hígado, y que pueden fácilmente causar metástasis, señala Orozco. Se ha diagnosticado cáncer avanzado con metástasis —diseminación del cáncer a otras áreas— en menores de 50 años, cuyo tratamiento puede ser solo paliativo. Entre las razones de esta situación está el miedo a consultar al médico, y económicas, por no tener recursos para las pruebas de detección, indica Orozco.
Los tipos más agresivos, dice Palacios, son el de hígado, estómago, páncreas, cerebro y pulmón. El tabaco es el responsable del 30% de todos los cánceres y del 90% de los de pulmón. El de hígado se relaciona con infecciones por hepatitis B y C y con exposición a aflatoxinas, presentes en granos comestibles mal envasados. La bacteria del Helicobácter pylori es responsable de la mayoría de casos de cáncer de estómago.
En jóvenes, aumenta la probabilidad de que sean agresivos. Hernández refiere el caso de un paciente de 23 años con cáncer de pulmón con la mutación ALK específica, cuyas causas no son hereditarias, sino provenientes del ambiente, quien debe medicarse de por vida con inmunoterapia, cuyo costo mensual es de Q100 mil. Los jóvenes están más predispuestos a tener metástasis. Por ejemplo, el cáncer de mama de la variedad triple negativo, de alta agresividad, tiende a aparecer en mujeres de entre los 30 y 40 años, añade.
Otro caso es el de Wendy Villatoro, enfermera de 36 años, originaria de Huehuetenango. En el 2016 comenzó con una tos persistente, a la que no le puso importancia y se trataba con jarabes. Después de seis meses, manifestó prurito desde la cabeza a los pies. Fue a consulta en noviembre, y luego de una radiografía se le detectó un tumor mediastinal —detrás del esternón— de entre 10 y 15 cm de tamaño.
Luego de una biopsia y videotoracoscopia, se estableció el diagnóstico: linfoma de Hodgkin en etapa 3. “En ese momento, sentí que flotaba. Al pasar años en salas de operaciones, sabía de tumores que resultaban benignos. No creí que el mío fuera maligno; sin embargo, me tocó aceptarlo, ponerme en manos de Dios e iniciar las quimioterapias”, recuerda.
De las primeras, fueron seis sesiones, luego de lo cual debía someterse a radioterapia, que se tuvo que suspender, pues poco antes se le detectó metástasis en ganglios del cuello. Como su masa era inoperable, siguieron otros 12 ciclos de quimioterapias, aún más agresivas y que duraban toda la semana, tras las cuales su cáncer entró en remisión y se sometió a radioterapia.
En marzo del 2021 tuvo una recaída, y decidió ya no someterse a más quimioterapias. En el Instituto Guatemalteco de Seguridad Social (IGSS), donde se trató, le hablaron de la opción de la inmunoterapia, pero debido a su costo elevado, solo gracias a la mediación de la Asociación Héroes de Esperanza logró que el Seguro Social adquiriera su tratamiento.
Cada dosis tiene un valor de Q200 mil, que le es administrada cada 21 días. En febrero del año pasado, entró nuevamente en remisión, pero debe continuar con el tratamiento. “Me siento bien y bendecida. Estar viva es ganancia para mí, pues quienes resultan con este diagnóstico llegan a vivir de dos a tres años. Sin Dios, no salimos adelante, pues Él nos da la fortaleza para soportar las pruebas”, refiere Villatoro, quien indica que no se ha determinado las causas de este tipo de cáncer. “Hay que querernos, amar nuestro cuerpo y cuidarlo, llevando un estilo de vida sano”, añade.
Dicha asociación, que brinda apoyo y orientación desde hace 19 años a pacientes del IGSS, refiere que la falta de información, diagnósticos tempranos y certeros y acceso a tratamientos oncológicos adecuados constituyen la principal limitación que aquellos enfrentan para tener mejor calidad de vida y sobrevida.
“Pero no solo se trata de agresividad, pues las personas menores de 50 años no van a chequeos, al considerar al cáncer una enfermedad de adultos mayores, y eso conlleva a que se detecte muy tarde”, señala Hernández.
Mejor pronóstico
Cualquier tumor maligno tiene buen pronóstico, si se detecta en una etapa temprana, pues responde mejor a las terapias, pero en Guatemala no se pone en práctica la cultura de medicina preventiva. Se debe hacer conciencia en las mujeres de someterse anualmente al papanicolau, ultrasonido vaginal y mamario y mamografía. Los hombres deben hacerse examen de antígeno prostático específico, y toda la población, a partir de los 40 años, colonoscopia, añade Hernández.
También, expone Palacios, es importante la gastroscopia, especialmente en personas de alto riesgo. “La gran mayoría de tipos de cáncer son bastante controlables”, dice Gharzouzi, quien expone que, debido al aumento de población y expectativa de vida, se pronostica que los casos y mortalidad por ese mal se dupliquen para el 2040.
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Asimismo, se recomienda que los pacientes sean tratados por oncólogos y no por médicos generales. Lo ideal es que su tratamiento esté a cargo de un equipo multidisciplinario, coinciden Gharzouzi y Orozco.
“La cobertura para tratar el cáncer en Guatemala es solo del 15 al 20 por ciento, pues no hay suficiente recurso humano especializado —patólogos o radiólogos—, infraestructura y equipo de detección para toda la población, para diagnosticar el cáncer tempranamente y no en etapas avanzadas”, apunta Gharzouzi. “También es fundamental que las autoridades controlen los precios ridículamente elevados de los medicamentos, pues en nuestro país estos son los más caros de Latinoamérica”, agrega.
El cáncer de cérvix, piel, mama y próstata son los que tienen mejor pronóstico, pues se pueden detectar a tiempo; lamentablemente, debido a las desigualdades en Guatemala en educación y salud —por edad, etnia, sexo, ingresos económicos, acceso a métodos de detección temprana y tratamiento oportuno y efectivo—, las probabilidades de supervivencia se reducen, por lo que los pacientes llegan en estadios avanzados, que implica la combinación de varios tratamientos, muertes prematuras y discapacidades, señala Orozco.
Además, se debe llevar un estilo de vida sano —dieta saludable, equilibrada y natural, actividad física diaria y una vida libre de consumo de alcohol y tabaco—. Es importante que niños y adultos disfruten de paseos en los que tengan contacto con aire y sol, añade Hernández, quien afirma que todo esto disminuye las probabilidades de padecer cáncer.
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Se debe considerar que los adultos jóvenes diagnosticados con cáncer representan un porcentaje importante de la fuerza laboral del país —72% de la población económicamente activa tiene 25 años o más, según datos del Censo del 2018—, por lo que deben ser tratados de manera precisa y rehabilitarlos lo más pronto posible para que puedan regresar a sus labores, dice.
“Mientras una persona pueda seguir laborando o regresar a su empleo, va a tener deseos de seguir viviendo y no va a caer en depresión ni sentirse inútil, que solo acelera la enfermedad”, explica Hernández.
Asimismo, hay que destacar que estos pacientes tienen hijos pequeños que dependen de ellos, en el sentido afectuoso, económico y emocional.
“El cáncer no va a desaparecer, sino que se incrementarán los casos, pues cada vez más llegaremos a vivir más años, por lo que es urgente que reduzcamos los riesgos de desarrollarlo”, puntualiza Hernández.
El cáncer pediátrico no se puede prevenir
El cáncer pediátrico es una enfermedad de incidencia poblacional en que 12 de cada cien mil niños lo desarrollarán, expone el pediatra, oncólogo y hematólogo Federico Antillón, director médico de la Unidad Nacional de Oncología Pediátrica (Unop) y promotor de la formación de la Fundación Ayúdame a Vivir (Ayuvi).
A finales de 1990, antes de que se fundara Ayuvi, el 42% de los pacientes pediátricos con cáncer abandonaban su tratamiento y únicamente sobrevivía el 20% de los casos, a los tres años del diagnóstico. En esa época, en Estados Unidos, se curaba más del 75% de los pacientes. En la actualidad, la supervivencia global a los cinco años del diagnóstico es del 67% y la tasa de abandono se ha reducido a menos del 2%.
Los tipos de cáncer pediátrico más comunes en el país son leucemia linfoblástica aguda — 46%— , linfomas —12%—, retinoblastoma —8%—, tumores del sistema nervioso central —7%— y tumores óseos —6%—.
Todos tienen un origen genético, es decir, los genes que regulan la división celular dejan de funcionar adecuadamente, lo cual desencadena el cáncer. Se está haciendo mucha investigación para entender cuáles son las causas que lo generan, que varían según la enfermedad, refiere. En general, todos los niños pueden desarrollar cáncer, pero algunos grupos familiares —que son raros— tienen mayor predisposición, expone Antillón.
La diferencia con el cáncer en adultos es que el pediátrico no se puede prevenir, por lo que el diagnóstico y tratamiento tempranos en un centro de alta especialización como Unop es esencial, destaca Antillón.
El trabajo de Ayuvi y de Unop, múltiples proyectos de investigación para diagnosticar y tratar mejor a los niños y adolescentes con cáncer, proyectos académicos como los posgrados de Hematología y Oncología Pediátrica, Cuidados Intensivos Pediátricos y Cuidados Paliativos Pediátricos, en conjunto con la Facultad de Medicina de la Universidad Francisco Marroquín, han contribuido al incremento de sobrevida de pacientes en Guatemala, expone el oncólogo.
Desde su fundación, en el 2000, hasta diciembre del año pasado, en Unop se ha atendido a 10 mil 888 niños, y ocho mil 497 fueron diagnosticados con cáncer y tres mil 829 están libres de la enfermedad. En el 2022 se diagnosticaron unos 900 casos nuevos. Ayuvi brinda tratamiento de calidad sin costo a pacientes menores de 18 años, gracias a los fondos que se recaudan mediante diversas actividades. Cada tratamiento tiene un costo promedio de Q450 mil.
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Tratamientos novedosos
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- Las quimioterapias convencionales pueden presentar falta de respuesta, según la etapa del tumor, dice Eduardo Gharzouzi.
- En la actualidad, se ha logrado determinar genes específicos de la célula que se sobreexpresan o mutan, gracias a lo cual se han desarrollado medicamentos para ese tipo de alteraciones, que se llaman terapias blanco, que “atacan” el tumor de manera personalizada.
- Por ejemplo, si este es de tipo hormonal, se prescriben tratamientos para bloquear hormonas.
- También están las inmunoterapias, que no son citotóxicas, y que refuerzan el sistema inmunitario para eliminar las células cancerígenas de manera eficaz.
- El inconveniente es que tienen un costo elevado. Por ejemplo, para tratar un cáncer de mama HER2, la dosis puede costar Q90 mil, cada tres semanas.
- También están disponibles desde hace unos cinco años en el país, como medicina de precisión, anticuerpos monoclonales y medicamentos biológicos, señala César Hernández, con menos efectos secundarios, pero de alto precio.
- También, agrega Eduardo Palacios, ha mejorado la tecnología de la radioterapia y la nutrición.