Mientras reconstruimos un sistema de salud abandonado por décadas, y volvemos a tejer la unión que hoy tanto necesitamos para salir de esta pandemia, nos toca crear una ruta común para mitigarla, para tratar de salvar la mayor cantidad de vidas posible y evitar ahogar la economía.
La ruta que hoy se traza el Gobierno de Guatemala para liderar el combate a esta pandemia se basa en la mejor evidencia que tenemos del comportamiento del virus y de las alertas y acciones que cada sector adopte para funcionar durante los próximos 18 o más meses.
¿Por que un sistema de alertas?
El tablero de alerta sanitaria (TAS), es como un semáforo que adopta el sistema de emergencia que ya todos usamos de la Coordinadora Nacional para la Reducción de Desastres – CONRED – y servirá para que cada uno de nosotros sepamos cómo se encuentra el contagio y el nivel de la epidemia en nuestra localidad en cada momento. Nos dará instrucciones de qué es lo que debemos cambiar nuestro comportamiento; así como lo que debemos hacer como comunidad y como individuos para protegernos y proteger a nuestra familia y comunidad. El tablero de alertas me dirá que, si mi municipio está en rojo, el riesgo de infectarme o que se infecte mi familia será muy alto; y en tal caso, todos, incluidas personas, empresas y colectivos, debemos restringir nuestra movilidad, nuestras reuniones y protegernos al máximo todo el tiempo. Si mi municipio avanza hacia un color naranja o amarillo, nos permitirá abrir nuestras actividades económicas y sociales, siempre tomando las precauciones para no acelerar el contagio y que se repunten los casos y caigamos en un naranja o rojo de nuevo.
¿Cómo se entrelaza el semáforo maya con las fases de desescalada?
El Acuerdo Ministerial 146-2020, estableció las fases para disminuir las restricciones que nos hemos impuesto para controlar la pandemia. El tablero de alerta complementa este Acuerdo, y además de decirnos cómo hemos estado en las pasadas semanas, nos permiten modificar o controlar las restricciones para abrir actividades o volver a cerrarlas en caso de repuntes por nuevos brotes. Lo que viene en los próximos días es el diálogo con los sectores económicos y sociales (gobierno, empresas, y trabajadores) para definir qué restricciones debemos adoptar para diferentes actividades, tales como transporte, trabajo, educación, religión, y deportes, entre otras, según el nivel de alerta, el riesgo sanitario de cada actividad y su importancia económica para nuestra subsistencia. Por ejemplo, muchos queremos jugar o ver futbol, pero sabemos que las reuniones masivas suponen la posibilidad de muchos contagios, y evitarlos, nos ayudará a mantener las infecciones controladas.
El sube y baja de los próximos meses
Mientras que no logremos bajar el nivel de contagios, o una vacuna efectiva esté disponible para los guatemaltecos, tendremos que lidiar con esta enfermedad cotidianamente. Eventualmente, cuando muchos de nosotros – 2 de cada 3 – estemos infectados o protegidos, este riesgo de olas más severas bajará. Entre tanto, cada vez que abramos un poco la actividad económica y social, nos infectaremos otros más, pero lo que tenemos que cuidar es que haya suficientes médicos, enfermeras, camas de hospital y de cuidado intensivo para poder atender y tratar a los enfermos de COVID-19. Si manejamos estas curvas, y todos sabemos lo que debemos hacer en cada momento, lograremos navegar este oleaje, hasta llegar a un destino de tranquilidad y la estabilidad social.
Cada día que pasa sumamos más camas de hospital, aprendemos más del virus, aparecen y se usan nuevas medicinas y se generan nuevos datos para combatirlo mejor. Cada día despierta con una esperanza de que saldremos de esto juntos, pero la clave está en que todos pongamos de nuestra parte. Por eso, educar al vecino y al amigo que no usa la mascarilla correctamente es muy importante; denunciar a la empresa que no respeta el rango de distanciamiento social y no cuida de la salud de sus empleados, es clave. Ejercer nuestro derecho, pero también nuestra responsabilidad ciudadana para salvaguardar a nuestra comunidad es vital.
Este virus invisible, ha hecho visible lo postergado, pero también las fortalezas de los guatemaltecos, y hoy llama nuestra atención, dándonos la oportunidad de reconstruirnos como nación, como nunca lo hemos hecho antes. El reto es para todos, ¿nos sumamos?