Desde el 2018, cuando se registró la primera movilización masiva de indocumentados centroamericanos hacia EE. UU., la práctica se ha reproducido, cada vez con menos eficacia y mayores riesgos, según Karla Rivas, coordinadora de la Red Jesuita con Migrantes de Centroamérica.
Desde Honduras, Rivas señala que la seguridad que transmitía a los migrantes el estar acuerpado de cientos de connacionales se ha perdido y algunos grupos criminales intentan esconderse en la necesidad de las personas.
Aunque no existe certeza de que esos grupos delictivos sean los organizadores de las amplias movilizaciones, es un hecho que se han ido filtrando poco a poco, señala la activista.
¿Cómo ven el fenómeno migratorio en Honduras?
Ha ido cada vez más en detrimento, porque cada vez más estamos viendo cómo se organizan estas salidas masivas en lo que denominamos también verdaderos éxodos migratorios. Desde la primera que tuvimos en el 2018, han ido siendo cada vez más frecuentes estas caravanas que se organizan a través de las redes sociales.
En enero del 2021 tuvimos una bastante fuerte que fue desintegrada en Guatemala, y hoy —ayer— tenemos una nueva caravana pequeña, casi unas 200 personas, la mayoría hombres jóvenes que están intentando salir del país para cruzar a Guatemala, México y después a los Estados Unidos.
¿Cómo nacieron las caravanas migrantes?
En octubre del 2018, fue la primera y la que nos ha tomado por sorpresa a todas las organizaciones que trabajamos en los temas de migración, porque hasta ese momento la migración irregular hacia los Estados Unidos era invisible, era a través de los puntos ciegos, de los coyotes o por goteo, es decir, cada uno intentando salir sin llamar la atención, en algunos casos ni la misma familia se enteraba.
A partir de ese momento, encontramos una convocatoria masiva de personas en las que sienten que la publicidad de las caravanas y el colectivo también les da algún tipo de seguridad. Encontramos que son personas con pocos recursos, que no tienen la posibilidad de pagar tres mil, cuatro mil o hasta ocho mil dólares para un coyote, y en las caravanas pueden buscar alguna manera de seguir avanzando.
No es la manera más efectiva de llegar, porque hemos visto que las caravanas desde el 2018 para acá cada vez más están siendo reprimidas, no solo por muros físicos, sino también por muros legales, como nuevas leyes, más militarización e incluso decretos de prevención o estados de Sitio, como los que ahora declara también Guatemala. Desde el 2018 para acá, —las caravanas— han sido un mecanismo muy recurrente, pero no es el único para huir, prácticamente, de Honduras.
¿Quién convoca a las caravanas? ¿Cómo funcionan?
La convocatoria suele hacerse en redes sociales, en grupos de WhatsApp, sabemos que dentro de esos grupos hay traficantes de personas, coyotes, porque entre mayor cantidad de personas hay más posibilidades que tienen ellos de conseguir clientes para ofrecer sus servicios y traficar con ellos.
También es cierto que hay muchísima gente que va producto de la desesperación que tienen en sus casas, personas que no tienen empleo, que no pueden pagar servicios básicos, que tienen una familia por la cual están buscando seguridad por estar amenazados. Sí hay un perfil mucho más grande para el migrante, no es solo aquel que va a buscar trabajo; cada vez más se huye del país porque su vida está amenazada y el Estado no quiere o no puede protegerlos.
La caravana sí que anima a un montón de gente, algunos que quieren intentarlo por primera vez, otros que quieren escapar del país y otros más que lo quieren seguir intentando hasta que consigan llegar a los Estados Unidos.
¿Son seguras las caravanas para los migrantes?
Creo que cada vez son menos seguras. Digamos, con lo que pasó en el 2018, al ser masivas, las personas entre ellas se organizaron y vimos muchos liderazgos que salían de la propia gente para organizarse, para hacer turnos para cuidar a los niños, para asegurar lugares o trayectos cortos, para pensar en las mujeres; desde lo del 2018 al 2021 ha cambiado, porque justamente hoy vemos este tipo de traficantes que están infiltrados dentro de la gente que tiene la necesidad de buscar un futuro mejor fuera del país.
No podría decir yo que las caravanas son organizadas por traficantes, porque no tenemos esa información, lo que tenemos son testimonios de gente que expresa las razones vinculadas a motivos económicos y a violencia, y que son las razones principales que les está obligando a salir.
¿Son tan malas las condiciones de vida en Honduras para tener que huir de esta manera?
Las condiciones de pobreza del país cada vez más van en detrimento. En la última década, un partido político ha estado cooptando prácticamente toda la institucionalidad, es el Partido Nacional, que está ahora vinculado con casos de corrupción, desfalco de organizaciones públicas. Es un partido que está vinculado también con el tráfico de influencias y el trasiego de drogas. De hecho, se está por conocer la sentencia del hermano del presidente en Nueva York, acusado de tráfico de cocaína.
Hemos visto varios juicios en Estados Unidos de funcionarios vinculados con estos actos criminales y al Partido Nacional. El Estado ha estado sirviendo a estas estructuras de poder, con lo cual la gente tiene cada vez menos opciones de acceder a justicia, incluso hasta para hacer protestas para la defensa de sus propios territorios, esto hace que, además de no sentirse protegidos por el Estado, las situaciones económicas del país nos ubican en los niveles de más pobreza y la pobreza está muy relacionada a la corrupción y a la impunidad.
También la gente se siente insegura por el control de grupos criminales en los territorios, con lo cual se tiene un caldo de cultivo que hace que la gente piense que hay más oportunidades de que lo maten a que pueda conseguir un trabajo. En los últimos meses, hubo la presencia de dos huracanes que afectaron la zona norte, una zona expulsora de migrantes; eso hace que si la gente ya tenía un préstamo, un trabajo o un emprendimiento, con el tema de las inundaciones se acabó.
En el último año también sumamos la pandemia, que ha significado el desempleo de muchísima más gente, pues encontramos muchas de las razones que hacen que la gente tome la decisión de salir del país, a pesar de conocer cuáles son los riesgos. Si usted pregunta a cualquier hondureño si tiene familiares o amigos viviendo fuera del país, todos le van a levantar la mano, la migración sí es un fenómeno que la gente conoce, pero siente que las razones que le obligan a salir son más fuertes que los peligros que puedan encontrar en el camino y quieren encontrar como última salida ese sueño americano, que realmente es una pesadilla.