Según expertos consultados y estudios efectuados en Reino Unido y Canadá, se trata de una adicción que incluso puede representar un problema psicológico, ya que genera dependencia.
Fredy Ortiz, de la Liga Guatemalteca de Higiene Mental, señaló que es natural tener miedo a algo, pero la fobia se convierte en algo más extenso y excesivo que genera ansiedad en relación con algún animal, cosa, objeto, situación e incluso personas.
“Toda fobia tiene un punto de inicio, regularmente en la infancia, y a veces son —derivadas— de alguna situación traumática, pero lo evitamos”, aseveró.
En el caso del celular, Ortiz considera que es una situación confusa, ya que no se sabe dónde empieza la fobia.
Ortiz expone que la tecnología ha crecido, y lo que antes era un simple teléfono para llamar se ha convertido en un objeto que tiene que estar en nuestro diario vivir, para facilitarnos la existencia.
Agregó: “El hecho de que vengan con nuevas funciones cada mes o que cada semana salga un teléfono nuevo también influye en nuestro ritmo de vida, porque queremos estar más sofisticados en relación con la tecnología y eso crea una dependencia a estos aparatos; regularmente se da en adolescentes y jóvenes”.
La psicóloga clínica Meshelle Bayreb Kababié García afirmó que la comunicación se facilitó a partir de la tecnología, pero en la actualidad las personas, en lugar de integrarse a su entorno, recurren a lo que tienen al alcance de su mano y se concentran solo en eso.
Comportamiento
Un informe de la consultora española Ditrendia, titulado Mobile en España y en el mundo 2015, muestra que el 40 por ciento de las personas miran la pantalla de su teléfono más de 50 veces al día, mientras que el 70 por ciento la ve durante la primera media hora después de haberse despertado.
Un estudio efectuado en Reino Unido en 2012 reflejó que el 66 por ciento de la población británica sufría de nomofobia, y el 41 por ciento de los encuestados utilizaba dos celulares para asegurarse de que nunca estarían desconectados. La nomofobia, de acuerdo con estos estudios, afecta más a jóvenes de entre los 18 y 24 años.
En Canadá, un sondeo publicado por el grupo de telecomunicación y medios Rogers mostró que más una de cada dos personas duerme con su teléfono móvil cerca, y un 65 por ciento afirmó sentirse “desnudo” sin su dispositivo conectado a internet. Un 55 por ciento de los entrevistados consultaban su teléfono en la mañana, antes de lavarse los dientes, y 82 por ciento dijo utilizarlo en el baño.
En Guatemala no existen investigaciones sobre este mal del siglo; sin embargo, la tesis titulada Nomofobia y su relación con la adicción a las redes sociales, de Mario Ramiro Sánchez Arévalo, de la Universidad Rafael Landívar, en un estudio efectuado a 135 estudiantes de la Escuela Normal Privada y el Colegio Integral Sololateco, en Sololá, comprendidos entre 15 y 20 años, se mostró que el 66 por ciento de los encuestados deja el celular cerca de ellos mientras duermen.
El 44 por ciento señaló que siente la necesidad de volver a casa cuando olvida el celular, solo para tener la sensación de estar comunicado, y el 37 por ciento dijo que siempre que elige un modelo nuevo de teléfon, busca que tenga conexión a redes sociales.
Kababié advirtió de que pasar tanto tiempo en el teléfono puede afectar las relaciones con los demás, ya que cuando se está acompañado la gente se mantiene “pegada al teléfono inteligente”, lo cual constituye una falta de educación y ni siquiera se está consciente de ello, porque se ha vuelto parte de la cultura.
“Estar todo el tiempo en el teléfono genera dependencia, una adicción por estar consultando a cada rato; incluso uno comparte todo lo que hace como si fuera importante, y al no estar en contacto con el teléfono genera angustia”, indicó Kababié.
Ortiz añadió que en la actualidad es normal que el teléfono nos acompañe a todos lados, incluso a la ducha. “Creo que de alguna manera la cuestión cultural nos hace ser esclavos, literalmente, del teléfono móvil”, puntualizó.