Desde tempranas horas, en la iglesia de La Merced, en la zona 1 capitalina, se vio una larga fila de personas que querían ingresar al recinto, donde cada año se venera a uno de los santos más importantes de la tradición católica.
Familias completas, con niños o enfermos en sillas de ruedas, pedían con devoción a San Judas, quien, según las Sagradas Escrituras, era primo de Jesús.
La imagen de San Judas Tadeo lleva en el pecho o mano un medallón con el rostro de Cristo. Esto se debe al parecido no solo físico, sino también espiritual del popular santo con Jesús.
Además lleva una llama de fuego en la cabeza, esto es porque recibió el Espíritu Santo en Pentecostés, al igual que los otros discípulos.
La devoción a San Judas, a quien acuden las personas que están desempleadas para rogarle por un trabajo, se celebra el mismo día que a San Simón Apóstol.
Debido a la pandemia, muchas personas escucharon misa en las afueras del Templo de La Merced.
“Tengo varios años de creer en él, y hace dos años mi hijo se fue para EE. UU., no pudo pasar y estuvo como seis meses allí, pero él (San Judas) me lo estuvo librando y, gracias a Dios, me hizo el milagro de que pasara con bien. Yo siempre he confiado y confiaré en él hasta que me muera”, dijo con la voz entrecortada Elvira Juárez, una madre devota.
“Este día es muy importante para mí porque San Juditas me ha hecho muchos milagros y en esta pandemia nos ha protegido a todos en la familia y nunca nos ha dejado”, agregó.