“Hoy que estamos en medio de la pandemia, en que no sabemos quién se contagia, en que muchos han pasado la enfermedad en que ha habido fallecidos, van arriba de 3 mil. Estamos con miedo, con reserva”, manifestó.
Agregó que “a veces se nos olvida el miedo” y salimos a la calle sin mascarilla, hacemos actos irresponsables “salimos a veces no por necesidad, sino por ganas de pasear”.
Dijo que tenemos que vivir la vida a como Dios quiere y debemos discernir esa voluntad. Hizo referencia a San Pablo que resaltaba que para él la vida es Cristo.
Resaltó que en estos tiempos difíciles en que no sabemos si nos vamos a contagiar de covid-19, si alguien de nuestra familia está en peligro, tiempos de inseguridad e incertidumbre, de dolor y de crisis económica.
El religioso resaltó que el final de la vida no es el final de todo y que ese es el corazón de nuestra fe y desde ahí se iluminan tantas otras cosas.
El arzobispo dijo que debemos pedirles a Dios para saber de qué manera quiere que enfrentemos la pandemia, de qué manera cada familia y cada persona está invitada a que este tiempo de crisis lo viva también como una oportunidad de saber “que estamos en manos del Señor”.
Señaló que previo a la pandemia hubo distracciones entre jóvenes y adultos desde la redes hasta “cosas que nos quitan la paz y nos quitan la atención de lo que verdaderamente fundamental”.
En referencia a una parábola que se refiere a la villa del Señor, indicó que en Guatemala mucha gente quisiera tener trabajo y no lo tiene. Mencionó un recuerdo que tiene de Patzicía, Chimaltenango, de gente esperando que alguien los contrate.
“Dios quiere hacerse presente entre nosotros en este tiempo de pandemia y quiere decirnos a todos los quiero”, externó el arzobispo.