Una de las más impresionantes es la historia de dos adultos mayores de Retalhuleu, quienes no tienen vergüenza en confesar que siguen enamorados.
Sin importar la dificultad para movilizarse en silla de ruedas desde hace más de 10 años, Carlos Rivera Quich, de 95 años, se acerca todos los días a su esposa, Juana Osorio de Rivera, 92, para tomarla de las manos y abrazarla, como muestra del amor que conservan desde hace siete décadas en La Peralta, zona 1 de Retalhuleu.
Recordar los momentos en que don Carlos aprovechaba para invitarla a tomar un refresco en sus tiempos libres, cuando se dedicaba a arreglar zapatos, lo llena de nostalgia, ya que presentía que eran el uno para el otro.
Siete décadas han pasado del momento en que decidieron unir sus vidas y superar juntos los obstáculos, y la pérdida de siete hijos por enfermedad.
Con un abrazo todas las mañanas, la pareja le da gracias a Dios por mantenerlos con vida en su humilde vivienda. Don Carlos ha padecido de varias enfermedades que lo llevaron a depender de la silla de ruedas, mientras su esposa se apoya con un bastón para caminar.
A pesar de la soledad y dificultad en la que viven, una hija, de los cuatro que aún viven, les lleva comida; los vecinos también colaboran con granos básicos para que puedan subsistir, ya que a su edad no pueden cumplir con un trabajo.
Rivera comentó que el amor que se tienen es incomparable, que es una bendición que estén juntos y poderse decir que se aman; según él, están hechos el uno para el otro.
“Aún el romance persiste entre nosotros y cada día que pasa siento que amo más a mi Juanita. Recordamos juntos momentos hermosos de nuestra juventud, pero el más especial y que nos causa risa es cuando nos conocimos”, relata con felicidad Rivera.
Doña Juana, como es conocida en Reu, cuenta que se dedicaba a vender tortillas en las calles cuando conoció a su ahora esposo. Siempre se miraban, pero un día coincidieron, platicaron y fueron a comer. Con el paso del tiempo nació una relación, él llego a su casa a pedir permiso y tiempo después se casaron.
“Estos 70 años que llevamos casados he sido feliz, y agradezco a Dios por cada día que me da al lado de mi viejo. Creemos que somos una pareja afortunada porque no todos llegan a esta edad y principalmente juntos”, expresó Osorio, quien aseguró que vecinos los toman como un ejemplo de lucha y amor.
*Con información de Rolando Miranda.