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En esos departamentos, la cosecha se utiliza por los agricultores de infra y subsistencia para su propia alimentación, pero debido a que esta se perdió y no tienen reserva del grano han modificado la forma de ingerir alimentos, al extremo de consumir tortilla con sal una vez al día.
Oenegés que trabajan en las comunidades afectadas registran en cuatro fases la forma de sobrevivir en las comunidades: La segura, en la que las familias comen tres veces al día e incluyen carne una o dos veces al mes; la inseguridad alimentaria leve, cuando no hay carne, pero comen tortilla, frijol una o dos veces por semana, e ingieren azúcar y café; la etapa moderada, en la que la ingesta diaria es de tortillas, frijol una vez a la semana y no tienen acceso a azúcar ni café; y la severa, cuando la comida consiste solo en tortilla con sal.
Un ejemplo de la emergencia extrema en que se encuentran los agricultores son las familias en Matazano, Jocotán, Chiquimula, donde 90 de los 450 hogares de esa comunidad están en una situación severa; es decir, comen tortilla con sal una vez al día. El resto de familias están en la etapa moderada y leve.
El registro se tiene gracias al trabajo de la Asociación de Servicios y Desarrollo Socioeconómico de Chiquimula (Asedechi), que trabaja junto con Oxfam en los cuatro municipios del área Chortí -Jocotán, Camotán, San Juan Ermita y Olopa-.
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En esos municipios de Chiquimula la desnutrición aguda se incrementa debido a que en todos ellos hay familias con inseguridad alimentaria leve, moderada y severa.
En Jocotán se registran entre tres y cuatro nuevos casos cada semana, indicó Víctor Sosa, representante de Asedechi.
Las observaciones de la organización indican que en las partes altas de Chiquimula las pérdidas de maíz llegan al 40 por ciento, pero en el 60 por ciento restante “el grano no llenó”, es decir que el maíz no se desarrolló como debía.
En la parte media de la zona Chortí, las pérdidas llegan a 30 por ciento, pero en la parte baja es total; lo que quiere decir que esos agricultores no lograron ninguna cosecha.
Sosa señaló que la entidad trabaja con familias que tienen niños menores de 5 años, osea que la cantidad de familias que tienen inseguridad alimentaria severa es mayor.
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Primero los niños
En Rabinal, Cubulco y San Miguel Chicaj, Baja Verapaz, también hay familias que modificaron su forma de alimentación para sobrevivir, de acuerdo con la observación de la Asociación Corazón de Maíz, que trabaja con 32 comunidades en esos lugares.
El 70 por ciento de familias apoyadas por la asociación perdieron hasta el 75 por ciento de su cosecha, lo que los ha obligado a buscar estrategias de supervivencia como ingerir alimentos dos veces al día o reducirlo a una comida diaria.
Además, cientos de familias optan por alimentar a los niños, aunque los adultos no coman ni siquiera tortilla con sal.
Juan Antonio Guevara, representante de Corazón de Maíz, lamenta que las familias estén expuestas al incremento de enfermedades provocadas por la falta de alimento, como diarreas, lo que pone en alto riesgo de sufrir desnutrición aguda, sobre todo a los niños.
En Guachipilín, Rabinal, la milpa que se secó debido a la falta de lluvia sirve de alimento para las reses, según Rogelio Osorio, vecino de esa comunidad, quien lamenta que en aquel lugar todavía no se registren aguaceros como en la capital o en otras partes del país y que el nivel de humedad en el suelo es de unos 10 centímetros.
Pero, aunque ahora haya gran cantidad de lluvia, la cosecha ya se perdió, indica.
Pérdidas consecutivas
El problema no es nuevo. En Chiquimula este es el quinto año en que hay pérdidas de cosecha, asegura Sosa, quien reconoce que se trata de una “situación complicada”, pero el Ministerio de Agricultura (Maga) no se ha pronunciado en esa zona, ni siquiera para medir el porcentaje de pérdidas del grano.
El trabajo de Asedechi sí se hace coordinado con la cartera de Salud, pues estos contribuyen con la medición de peso y talla de los niños, pero a las familias en inseguridad alimentaria severa se les atiende con transferencias monetarias gracias al apoyo de la Unión Europea.
“La desnutrición aguda se reduce en uno o dos por ciento, porque es trabajo de meses, pero la desnutrición crónica no se puede atender porque es un trabajo más estructurado”, indica Sosa.
En Baja Verapaz, la presencia del Estado tampoco es la necesaria. Sondeos de la organización Corazón de Maíz señalan que el Ministerio de Desarrollo Social ofrece una cobertura mínima para las familias en riesgo.
El Maga, por otro lado, está ausente y prueba de ello es que los extensionistas, encargados de dar asistencia técnica a los agricultores, llegaron a esos municipios en la segunda quincena de julio, señala Guevara.
Hasta este 23 de agosto, el Maga registra una ejecución presupuestaria del 72.18% en el viceministerio de Seguridad Alimentaria y Nutricional (Visan), según los datos del portal de Transparencia del Ministerio de Finanzas.
Dicho viceministerio tiene como objetivo “mejorar en todo el país, la seguridad alimentaria y nutricional, concebida como un derecho humano en el cual las mujeres y hombres gozan en forma oportuna, segura y permanente, los alimentos suficientes, inocuos y nutritivos para satisfacer sus necesidades nutricionales como resultado de su aprovechamiento biológico, y de acuerdo con sus preferencias alimentarias con dignidad, equidad y en forma sostenible”.
El Visan debe dar asistencia alimentaria a los agricultores como un incentivo para efectuar trabajos comunitarios, además atender a la población afectada por eventos climáticos.
Otra de las responsabilidades del viceministerio del Maga es entregar insumos, equipo, herramientas y dar asistencia técnica para la producción local de alimentos.
El presupuesto asignado al Visan para este año es de Q151 millones 612 mil 346, de los cuales se registra un gasto de Q109 millones 428 mil 16.92, de los cuales Q91 millones 977 mil 561.19 se destinaron al programa de Protección Social.
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El departamento de comunicación del Maga afirma que la ayuda ha llegado, ya sea a través de la asistencia técnica o con raciones de alimentos.
Una de las acciones fue la compra de raciones de comida que permitirá atender a 170 mil familias, esta se logró gracias a un convenio con el Programa Mundial de Alimentos para el que se destinaron Q18 millones.
Por el momento, el Maga no tiene contemplado hacer otra compra de alimentos y tampoco se tiene una fecha para retomar la entrega de cupones canjeables por granos básicos que se comenzaron a entregar dos semanas antes de la primera vuelta electoral y eran para apoyar a personas en riesgo por la época de hambre estacional.
La previsión no es buena
El panorama para los agricultores de infra y subsistencia tampoco es alentador para el próximo año debido a que parte de la cosecha perdida era para reserva, lo que implica que además de no tener para el consumo inmediato tampoco tienen para guardar y utilizar en la época de hambre estacional.
Guevara comenta que incluso en el 2020 el panorama podría ser peor pues la situación se ha complicado desde el 2015 y, a excepción del 2017 cuando se cosechó un poco más, todos los años hay más pérdidas.
Por ahora, la esperanza de los agricultores de Chiquimula es la segunda siembra, pero en este periodo el maíz no carga de la forma en que debería, aunque sí lo hace el frijol.
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