El jueves de la semana pasada el máximo tribunal amparó a Morales y a los enfermos crónicos y se ordenó al Instituto Guatemalteco de Seguridad Social (IGSS) para que se les provea de medicamentos y sean atendidos los pacientes en general.
“Sabemos que está por explotar una crisis en el sistema hospitalario, porque no se ha pagado a los proveedores de medicamentos al ministerio de Salud. Ya sabemos que no hay medicamentos, otro de los aspectos es que no hay vacunas, además cerraron el centro nacional de epidemiología ”, expresó el exprocurador de los Derechos Humanos.
Morales explicó, en el caso de los enfermos con insuficiencia renal, que una persona que recibe un transplante de riñón tiene como dosis diaria las pastillas de sirolimus cuyo costo es de hasta Q8 mil 500 el blíster que les dura tres días. Este medicamento es utilizado para evitar el rechazo de órganos transplantados.
El jueves de la semana pasada el máximo tribunal amparó a Morales y a los enfermos crónicos del Instituto Guatemalteco de Seguridad Social (IGSS), y se ordenó a dicha institución a brindar atención a todos los pacientes.
“El ministerio de Salud solo los ayuda con este medicamento durante un año, pero esta medicina es para toda la vida”, dijo el director del instituto de Derechos Humanos de la Usac.
Agregó que por el supuesto “mal tratamiento que se les proporciona a los pacientes renales con transplantes en los hospitales nacionales hay un promedio 20 fallecidos por día, lo que equivale a 750 muertes al año”, expresó Morales.
Una nueva vida
Ana Elizabeth Muñoz de Quijivix, con una mascarilla en el rostro para evitar contraer algún microbio, comentó a Prensa Libre que desde hace tres años y medio ella fue diagnosticada con insuficiencia renal y de haber recibido el transplante de riñón desde hace dos años y medio.
Durante este tiempo, dice con lágrimas, su vida ha cambiado “porque esta enfermedad es muy dura, de mucho sufrimiento y muy cara. A nadie le deseo esta enfermedad, uno dice me voy a morir pero cuando somos operados vivimos una nueva vida, por eso buscamos los mecanismos para que nos den la medicina porque sino la tenemos mejor que nos hagan nuestra tumba porque ya nos vamos a morir”, aseveró Muñoz de Quijivix.
Ha vuelto a ser normal
Otro de los casos es el del niño Dylan Ramírez, de 11 años, quien debió dejar sus estudios de primaria para poder recibir el tratamiento para el transplante de riñón, actualmente cursa el grado de primaria, junto a su padre accedió a hablar con Prensa libre.
Dylan Ramírez, señala que desde hace cuatro años fue diagnosticado con insuficiencia renal crónica y hace cinco meses recibió el transplante de riñón.
Dice que ahora tiene que cuidarse mucho y tomar mucha agua pura, además le ha permitido que regrese a la escuela.
Mientras tanto su padre, Mauricio Ramírez, dice que “Dylan ha vuelto a ser un niño normal, le volvió la sonrisa que había perdido y esta estudiando, le soy honesto, no pensamos de que se pudiera lograr porque esta enfermedad los consume muy rápido”.
Ocho años sin trabajar
Jairo Reyes, es otro de los pacientes que ha recibido un transplante de riñón y que pide por medio de un amparo que el ministerio de Salud le proporcione los medicamentos para que su cuerpo pueda aceptar el nuevo órgano y pueda funcionar con normalidad.
Señala que desde hace ocho años, cuando fue diagnosticado con insuficiencia renal no ha podido trabajar porque las empresas no le dan la oportunidad de hacer alguna actividad laboral y la semana pasada cumplió un año de haber recibido el transplante de riñón.
“He buscado trabajo pero no me dan por el mismo hecho de tener un transplante, no sé si es por discriminación. Por eso es que venimos a presentar el amparo para que nos puedan dar el medicamento de por vida en el ministerio de Salud”, dijo Reyes.
Reyes indicó que solo puede vivir sin el medicamento dos días porque al tercer día el cuerpo puede rechazar el riñón y eso conlleva que se retomen las hemodiálisis.