En aquel día frío a finales de noviembre, Moisés llegó a los alrededores del Parque Centenario, zona 1 capitalina, donde encontró decenas de personas que amanecían entre cartones y escaso abrigo luego de una noche difícil, como todas las que pasan al no contar con un hogar ni alimentos. Solo cuentan con el calor humano de su nueva familia.
A Moisés le impactó encontrar en esa condición a personas con muletas, adultos mayores, jóvenes y hasta una familia completa.
Ahí encontró antiguos carpinteros, soldadores y conserjes que perdieron su trabajo, no pudieron seguir pagando un cuarto de alquiler y quedaron orillados a vivir en la calle.
“Hay personas que necesitan una oportunidad de trabajo, pero que se topan con tabús como no tener identificación o un domicilio”, expresó.