Quizá esa combinación, entre la recreación y la justicia, lo motivó a reunir a un grupo de adolescentes que lustran zapatos y venden golosinas en el Paseo de la Sexta para que se despreocuparan un momento por reunir “su cuota” diaria y se dedicaran a jugar.
Rentó una cancha de papifutbol en la zona 1 para que estos menores de edad corretearan un rato.
Pelota, por caja
Fueron catorce muchachos de entre 12 y 17 años los que dejaron por un lado la caja con betún, cepillos y franelas, armaron dos equipos y jugaron a la pelota.
Al finalizar, Reyes Muñoz compartió pizza, gaseosa y les regaló una medalla para que recordaran el momento alegre que pasaron.
Distracción
“Al principio, cuando hablaba con cada uno para invitarlos, me veían con desconfianza. No están acostumbrados a que alguien desconocido haga algo bueno por ellos”, dijo Reyes Muñoz, quien explicó por qué quiso hacer esta buena acción.
“Estos niños pasan desapercibidos entre la sociedad; a nadie le interesa si viven o hacen cosas como los demás. Ellos también tienen derecho a divertirse, a hacer cosas de niños, como jugar futbol”, finalizó Reyes Muñoz.