Quezada conoció a Elmer, de 12 años, quién había quedado huérfano pues su madre murió hace un año. Sabía que Elmer gustaba del futbol, pero no había tenido la oportunidad de visitar el estadio Mateo Flores.
Elmer aceptó la invitación de Milton Quezada de acompañarlo al estadio y ver, casualmente, un clásico en la liga nacional. Elmer solo puso como condición de que su mejor amigo, Álex, de 8 años, lo acompañara.
“Uno suele condenar al futbol, por la mala administración que ha tenido en Guatemala. Sin embargo, la esencia del deporte, lo sano y divertido, no se la transmitimos a las otras generaciones”, dice Quezada.
Elmer y Álex, no solo descubrieron con admiración cómo es un día en el estadio, también tuvieron la oportunidad de saludar a los jugadores de su equipo favorito. Incluyendo a Juan Carlos “el Pin” Plata.
“Son pequeñas cosas que hacen feliz a alguien. Y, cuando se es niño o adolescente, todavía hay cosas que son transparentes. Aún hay inocencia. Yo descubrí aquella mañana de hace 30 años lo que es compartir un día alegre con mi papá, y ese mágico momento es el que quería que estos niños lo vivieran. La vida no es como se vive sino como la recuerda para contarla”, asegura.