Son imágenes que recolecta cuando viaja en su vehículo por la a ciudad y le retumban al llegar a su casa.
“Uno, inmerso en la rutina, no suele ver alrededor. No somos conscientes de las necesidades de los demás”, dice esta estudiante de Ciencias Políticas.
Mazariegos quiso romper con ese círculo y junto a su hermano reunieron bolsas con comida, juguetes y otras sorpresas para repartirlas por la calle.
Caminaron por la zona 1 y entregaron las mochilas a niños y adultos mayores que se encontraban.
“Si se hace esto, como estilo de vida, y sorprende a quien menos se lo imagina, logra un cambio de actitud, en quien recibe la alegría y en uno mismo”, dice.
El detalle fue recibido con abrazos y sonrisas.