Además de la necesidad de un poco de alimento que las personas tienen cada noche, Luisa sabe que también les hace falta un abrazo y conversar con alguien más.
“Uno a veces ve cuando las demás personas ayudan, y lo admira; pero también hay que ayudar”, añadió Marroquín.
“Nos sentimos bien, porque fuimos bendecidos por Nuestro Señor. Hay personas que se quedan en la calle”, dijo uno de los beneficiados.
Luisa expresó que es necesario enseñarles a nuestros hijos el valor de lo que tienen en sus hogares. “No hay que esperar a que alguien más ayude”, aseguró, y añadió que hay que preocuparse por las personas siempre, así como sucede en la época de fin de año, cuando el corazón se conmueve.