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Cómo era la vida universitaria hace 50 años en Guatemala

Cuáles eran las diferencias de la formación universitaria, estatal y privada, en Guatemala, en los años 1970 y 1980 con la actual.

Cómo era la vida universitaria hace 50 años en Guatemala

Estudiantes de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de San Carlos de Guatemala, en 1976. (Foto Prensa Libre, cortesía de Miguel Gaitán)

Los estudiantes universitarios de la década de 1970 y 1980 estaban influenciados por la ideología izquierdista de la época. Algunos deseaban seguir ese camino, y otros, pese al temor que imperaba en aquel tiempo, iban a estudiar para convertirse en profesionales. Pocos decidieron ingresar a universidades privadas, que acababan de surgir en esos años. Muchas cosas han cambiado y otras siguen igual.

Estas son las impresiones de profesionales que estudiaron o impartieron clases en centros de educación superior públicos y privados hace cuatro o cinco décadas.
Mynor Carrera, historiador del Museo de la Universidad de San Carlos de Guatemala (Musac), refiere que en la década de 1970 hubo “un despliegue de carreras, nuevas posibilidades y universidades, así como el surgimiento de centros regionales universitarios”, en medio del conflicto armado interno que afectó a la Universidad de San Carlos de Guatemala (Usac).

“El ambiente universitario capitalino se engalanaba con el estreno de la Ciudad Universitaria, en la zona 12 capitalina —el edificio de la actual Rectoría fue inaugurado en 1963—, con imponentes edificios, jardines, caminamientos y biblioteca gigantesca”, relata.

También destacó por el auge de la llegada de mayor número de mujeres, en especial en las carreras de Humanidades. En la Usac se implementó la Escuela de Cursos Generales, para que los alumnos adquirieran conocimientos de las ciencias en general, luego de profundizar en su especialización. “En Ciencias Sociales se estudiaba el materialismo histórico y la influencia del pensamiento de izquierda en la sociedad civil, polarizada en medio del fuego, junto a las comunidades indígenas, enfrentadas en el conflicto armado interno, indica.

“Yo estudié Historia en la Usac en la década de 1980 y la metodología de la enseñanza nos inculcaba la criticidad, la investigación y el conocimiento del marxismo. Todavía en mi época era difícil conseguir bibliografía, pues gran parte era prohibida”, recuerda Carrera.

“Todavía atestigüé la caída de algunos compañeros que fueron asesinados; algunos, por impulsar la reforma universitaria. Casi solo profesores había; la mujer profesional era escasa, aunque ya había varias compañeras estudiando”, señala.

La mayoría de estudiantes trabajaba, como ocurre en la actualidad, así que debían repartir su tiempo entre la jornada laboral y la académica. “Algunas veces exponíamos, pero el profesor era el centro de la enseñanza. Aún utilizábamos máquinas de escribir y comenzábamos a usar procesadores de texto y computadoras, así como proyector de diapositivas, de acetatos o de opacos”, dice.

“Estudiábamos en un ambiente de temor. Queríamos superarnos, aunque sabíamos que cualquier mal movimiento podía costarnos la vida. Llegar a la universidad era difícil, pero el tránsito fluía, no era denso. Era la cultura de sacar fotocopias, debido a la dificultad de adquirir libros y el escaso tiempo para acudir a la biblioteca”, expone Carrera.

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“El que llegaba desde su casa, como yo, iba alimentado. Los otros compañeros corrían a comprar un hot dog y fruta, y alguna bebida. Pocos regresaban a casa en sus autos; la mayoría, en ruletero, saliendo en estampida”, recuerda.

La primera universidad privada

Hace 50 años, “muchos profesores y estudiantes de la universidad estatal tenían deseos de hacer un mundo mejor, por lo que empezaron a seguir las ideas comunistas y se entusiasmaron con ellas”, expone el historiador y sociólogo Aníbal Chajón. “Fue en 1961 cuando comienza a funcionar la primera universidad privada, fundada por la orden jesuita —Universidad Rafael Landívar—, con el fin de establecer un centro de educación superior católico”, añade.

De la Usac salieron los profesores que impartieron cursos para las universidades privadas. “La metodología de enseñanza heredó la tradición de siglos atrás, de fomentar la capacidad mnemotécnica del estudiante, punto de partida de las carreras, para no cometer errores en su ejercicio profesional”, refiere Chajón, pues no existían procesos mecánicos para hacer cálculos, por lo que era importante practicar y desarrollar la memoria. “Gran parte del aprendizaje era escuchar la clase, leer y recordar todo”, señala.

En la Usac, líderes estudiantiles incitaban cambios para incluir clases de tipo social que fomentaran la ideología comunista.

Cuando conversa con profesionales de aquella época, “todos recuerdan la gran mística de los profesores que se comprometían en formar nuevos profesionales con mucha capacidad y les transmitían entusiasmo”. “Los médicos buscaban devolver la salud al paciente y no cobrar honorarios”, dice.

“Los estudiantes tenían conocimiento multidisciplinario, sin importar su carrera. Por ejemplo, los abogados sabían de historia, medicina o ingeniería, además de ser especialistas en lo suyo, y lo mismo sucedía con otras carreras”, expresa Chajón. Les atraía el arte, la pintura, la ópera o el cine, como entretenimiento.

La afinidad al Partido Comunista, prohibido en ese entonces, provocó ataques mortales y secuestros de profesores y estudiantes, o tuvieron que exiliarse. Otros, decidieron trasladarse a universidades privadas. “Cuando en 1971 se funda la Universidad Francisco Marroquín, el objetivo de esa casa de estudios era contrarrestar la ideología comunista, al promover el libre mercado y defender la propiedad privada”, afirma Chajón.

Elecciones para votar por el secretario general de la Asociación de Estudiantes Universitarios, en la Usac, en 1975. (Foto Prensa Libre, cortesía de Miguel Gaitán)

En la Usac, antes de que predominaran las ideas comunistas, el ambiente era como un “colegio, pues los estudiantes no eran muchos y se conocían entre todos, sin importar la carrera”. “Cuando la Usac se traslada a la Ciudad Universitaria, zona 12, se incrementa el número de estudiantes, por lo que el ambiente se transforma, al haber menos posibilidades de relacionase entre todos y se empiezan a formar grupos en cada facultad”, expone Chajón. Lo mismo sucedió con las privadas, a medida que se fueron ampliando y aumentó la población.

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“Las nuevas generaciones dejan atrás el idealismo y prevalece el pensamiento de llegar a ser profesionales para tener buena calidad de vida, tanto para ellos como para sus familias, lo cual es válido”, remarca Chajón.

Severo Martínez, autor de La patria del criollo —quinto, de izquierda a derecha—, quien participó en foros de historia en la biblioteca de la Usac. Esta foto data de 1977. (Foto Prensa Libre, cortesía de Miguel Gaitán)

Predomina la ciencia

"En ese entonces, en la Usac lo válido era el socialismo y el materialismo, por lo que creencias basadas en el catolicismo como medio de cohesión social perdieron su validez, ante un nuevo imaginario científico y actualizado”, asevera el historiador del Arte Fernando Urquizú. “Cuando entré a la universidad, en la clase de Filosofía se nos dijo que no nos iban a enseñar nada de religión, sino solo ciencia”, recuerda.

“En 1983 tuve por maestros a grandes personalidades como Severo Martínez o Josefina Alonso de Rodríguez, cubana, historiadora del arte, especialista en platería, que contagiaban el entusiasmo por los temas que enseñaban”, hace ver.

“Ingenieros o médicos, por ejemplo, estaban entregados a su carrera. Antes se veía a estudiantes de historia con mayor interés en sus estudios, pero ahora el proceso de admisión no garantiza que ingresen personas que le importen sus estudios. En el pasado, quien ingresaba en la universidad venía de instituciones educativas donde los maestros estaban muy bien preparados y eran exigentes. En la actualidad se pierde el sentido educativo con distractores tecnológicos y eso conlleva que el perfil del estudiante no sea óptimo para cursar los estudios universitarios”, puntualiza Urquizú.

“Tanto maestros como alumnos buscan sacar sus cursos, recibir diploma e ir a trabajar, no una formación con corazón. Hay dispersión social y búsqueda de intereses personales”, precisa.

Enfoque en el docente, no en el alumno

Luis Furlán, director del Centro de Estudios en Informática Aplicada, de la Universidad del Valle de Guatemala (UVG), donde ha trabajado como catedrático por 54 años, ilustra el panorama de la educación universitaria privada en el pasado.

“Cuando empecé a dar clases, era la tradicional educación en la que el profesor se paraba frente a la clase y la comunicación era en una sola dirección. Los estudiantes tenían que estar callados. El maestro preparaba materiales para repartir entre los estudiantes. La mayor parte de la calificación se obtenía con base en cuatro exámenes parciales y un examen final por semestre. En la actualidad, muchos de los cursos no tienen examen final y se deja un proyecto final, o no tienen exámenes parciales, pero se incrementa el número de actividades por evaluar como laboratorios y tareas, por lo que considero que la calificación es más fiel de esta manera que en un examen”, destaca Furlán, al hacer énfasis en que la idea de repartir el trabajo a lo largo del semestre permite al profesor determinar cuál es el progreso del estudiante.

“En la actualidad el profesor deja textos para leer en sitios web. La clase solo se usa para resolver dudas o ampliar el material, lo cual permite profundizar más en la materia”, manifiesta Furlán, aunque aclara que este sistema no se ha adoptado en todas las clases, porque hay algunas “chapadas a la antigua”. Ahora se puede hacer todo virtual y hay aplicaciones para hacer laboratorios de esa forma.

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“El tipo de estudiante ha cambiado muchísimo. Antes, estaban acostumbrados a recibir órdenes del profesor. Ahora son muy independientes, cuestionan todo y reclaman si las calificaciones son bajas. Para mí eso no es problema, pero hay docentes a quienes no les gusta”, admite Furlán. A su criterio, es bueno que exista familiaridad entre el profesor y el estudiante, pero sin que se falte el respeto.

“Me gusta que lleguen conmigo a consultar cualquier tema, es mucho más abierto. Pero antes solo veíamos al profesor durante el período de clase. En mis tiempos, los estudiantes no nos expresábamos”, señala.

En cuanto el ambiente estudiantil, recuerda que en sus comienzos en la UVG eran pocos estudiantes y no había actividades extracurriculares. “Estas complementan los conocimientos y fomentan el compañerismo y el liderazgo”, señala.

“Debido a las huelgas estudiantiles y de profesores, por la situación política, se interrumpían las clases en la Usac, lo cual no ocurría en las privadas”, destaca.

Más lectura

La metodología ha cambiado de forma dramática en medio siglo, indica la economista Linda Paz-Quezada, que empezó en la docencia universitaria en 1984, autora del libro Historia de la universidad en Guatemala 1676-2021 y su impacto en la cultura. En este libro expone que en 1994, del total de estudiantes universitarios, el 68.42% asistía a la Usac, y el 31.58% a las privadas, en tanto que en el 2010, el 41.99% cursaba estudios en la Usac, y el 58.01%, en las privadas. En el 2019, el 51% asistía a la estatal, y el 49% a las privadas.

“En el pasado, en raros casos, los profesores tenían doctorado. Las clases se impartían solo en pizarra. La proyección de acetatos llegó más tarde para la presentación de clases. En la actualidad, los alumnos son más visuales y auditivos, lo cual facilita el aprendizaje. Antes la metodología era mucho más sedentaria, se leía mucho más. El profesor examinaba según lo que impartía en clase y lo que reflejaban los textos. Hoy los alumnos leen poco, más que todo, libros virtuales, que son más baratos que los de papel”, puntualiza.

“Por otro lado, vivimos en un ambiente con muchas interrupciones, en especial, por las redes sociales, por lo que hay menos capacidad de estar concentrados y poner atención. Algunos profesores tenemos que mantener la atención de los alumnos haciéndoles muchas preguntas, pues es muy fácil que se distraigan. Vemos con preocupación que muchos alumnos no tienen metodología para tomarse en serio el estudio”, subraya.

Hay que tomar en cuenta la realidad guatemalteca, en la que los alumnos trabajan durante el día y pueden llegar cansados a clases, lo que les resta tiempo para el estudio, además de que el desvelo impacta en su atención. También se manifiestan cambios generacionales en la forma de relacionarse con los profesores, pues antes los alumnos se dirigían a ellos por su título, y ahora lo hacen por su nombre y los tutean, concluye Paz.

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Universidades privadas

  • Surgimiento cronológico de centros de estudios:
  • La creación de universidades privadas era autorizado por el Consejo de Enseñanza Privada Superior que dependía de la Usac. A partir de la Constitución de 1985, se establece la fundación de universidades privadas como instituciones independientes.
  • En 1961 se funda la Universidad Rafael Landívar, y en 1966, la Mariano Gálvez y la del Valle de Guatemala.
  • En 1971 se autoriza la fundación de la Francisco Marroquín y en 1995, de la Universidad Rural.
  • En 1997 el Ifes se convierte en la Universidad del Istmo, y en 1998 surge la Panamericana.
  • En 1999 se funda la Mesoamericana, y en el 2000, la Galileo.
  • En el 2006 surge la Universidad San Pablo; en el 2009, la Internaciones; en el 2010, la de Occidente; en el 2012, la Da Vinci, y en el 2014, la Regional.

ESCRITO POR:

Brenda Martínez

Periodista de Prensa Libre especializada en historia y antropología con 16 años de experiencia. Reconocida con el premio a Mejor Reportaje del Año de Prensa Libre en tres ocasiones.