En ese percance pereció Graciela Estéfana González López, de 63 años, quien retornaba a su hogar luego de haberse sometido a un tratamiento de hemodiálisis en la capital, pero la irresponsabilidad del piloto, que conducía a excesiva velocidad y que perdió el control del vehículo al contestar su teléfono celular, le arrebató la vida, por la que luchaba desde hacía varios meses.
“Mi madre estaba mejorando, pero nunca imaginamos que un accidente terminara con su vida”, comentó con tristeza Valeska Aguilar.
Otro caso es el de Bernarda Tuy, quien perdió a su hija y a su yerno hace dos años, cuando un bus de los transportes Sanmartineca cayó en un barranco, en la ruta de San Martín Jilotepeque a Chimaltenango y causó la muerte de al menos 54 pasajeros.
“De la noche a la mañana me convertí en padre y madre de mis dos nietos; aún están abiertas las heridas, no ha sido fácil olvidar, los niños preguntan y no han asimilado lo que pasó”, comentó Tuy.
“Educar a mis nietos es mi diario vivir, Dios me los regaló luego de la muerte de sus padres. No ha sido fácil, pero trabajo duro para que de grandes sean personas de bien. Nuestro hogar se desintegró por el accidente, pero luchamos para sentirnos unidos”, comentó.
No pierde la alegría
Fernando Díaz, originario de Tecpán Guatemala, Chimaltenango, ha tenido que acostumbrarse a una silla de ruedas, luego de haber perdido parte de una de sus piernas en un accidente de tránsito, pero pese a su situación se mantiene y trata de asemejar la realidad.
Díaz recuerda que circulaba a bordo de una motocicleta por la ruta Interamericana, cuando fue arrollado por un vehículo, cuyo piloto se dio a la fuga.
“Fueron momentos difíciles los que tuve que pasar, no aceptaba el haberme quedado invalido para el resto de mi vida. La recuperación fue lenta, más en lo emocional, aparte de eso no tenía dinero; esta situación me ha limitado para contribuir con el sustento de mi hogar”, comentó.
En Quiché, Casimiro Pixcar, vecino de Chinique, perdió a dos de sus primas en un accidente de tránsito, que ocurrió el 25 de enero último en Quivalá, San Andrés Sajcabajá. “Dejaron sus hogares vacíos y a dos niños en la orfandad; los pequeños tenían derecho a crecer junto a sus padres, pero el sueño quedó truncado; además, son familias de escasos recursos y el sueldo del padre no es suficiente”, refirió Pixcar.
Cifras alarmantes
El promedio anual de muertes por accidentes viales en el país es de mil 729 —cinco por día o una a cada cinco horas—; esa cifra es parte de los 1.25 millones de personas que pierden la vida en el mundo por esas causas, según la Organización Mundial de la Salud.
En Guatemala, solo en el 2015 se registraron seis mil 204 hechos viales, que dejaron como saldo la muerte de mil 698 personas, el mayor número en el último sexenio, cuando en el 28% de los casos se vieron involucradas motocicletas y en el 23% automóviles.
Dalia Santos, vocera del Departamento de Tránsito de la Policía Nacional Civil (PNC), señaló que las rutas con mayor incidencia de percances son la Interamericana, al Atlántico y al suroccidente, respectivamente, donde la circulación de transporte pesado es considerable.
Santos señaló que el 2016 comenzó con un alza del 40% en el número de víctimas mortales en comparación con el 2015, que registró seis mil 476 decesos. Hasta la tercera semana de febrero último se reportaron 174 muertos y 749 heridos, producto de 679 accidentes.
“Los accidentes ocurren porque los pilotos hablan por teléfono celular o chatean mientras conducen, no respetan las señales de tránsito, consumen bebidas alcohólicas, manejan a excesiva velocidad y sobrecargan picops y autobuses”, señaló Santos.
Rutas de alto riesgo
Escuintla es uno de los departamentos que registran mayor número de accidentes viales, pues según estadísticas de la PNC, en el 2015 murieron 140 personas y 153 resultaron heridas por esa causa. Además, se reporta la detención de 630 pilotos, de los cuales 386 conducían en estado de ebriedad. En lo que va del año se reportan 21 decesos, 16 heridos y la captura de 101 conductores por manejar en estado etílico.
En la “ruta de la muerte”, como se conoce el trayecto del kilómetro 31 al 65 de la ruta a El Salvador, en Barberena y Cuilapa, Santa Rosa, los Bomberos Voluntarios reportaron al menos 300 accidentes en el 2015. Este año van 32 hechos, y solo el sábado último cubrieron 10 emergencias, según el socorrista Manolo Muñoz.
Geovany Martínez Felipe, delegado de la Coordinadora Nacional para la Reducción de Desastres en Petén, señaló que los tramos entre los kilómetros 314 y 335 y 400 y 450, de la ruta de San Pedro Cadenas, San Luis, a la cabecera, son sectores peligrosos, debido al mal estado de la carretera y falta de señalización.
Añadió que de San Francisco a la zona urbana de Sayaxché, en el punto conocido como La Coyunda en San Juan de Dios, las curvas son cerradas y peligrosas; similar situación ocurre en La Esperanza y Santa Rita, La Libertad, donde se ha registrado la mayoría de accidentes del último trimestre.
La ruta al Atlántico es considerada una de las más peligrosas del país, principalmente en un trayecto de unos cien kilómetros, entre Los Amates y Puerto Barrios, Izabal. Cuerpos de socorro informaron que solo este año se registran ocho muertos y 25 heridos en esa vía.
En la ruta al suroccidente, del km 213 al 247 es uno de los tramos con mayor número de percances viales, según socorristas. Rosario Castillo, de los Bomberos Municipales Departamental, informó que en lo que va del año se han registrado 89 accidentes, que dejan tres personas muertas.
De acuerdo con cifras del Instituto Nacional de Estadísticas (INE), en el 2013, los departamentos que mayor número de percances son: Escuintla, 290 casos; Quetzaltenango, 191, Suchitepéquez, 163; Zacapa, 142; Santa Rosa e Izabal, 135; y Totonicapán 38.
Entrevista
Causan depresión
Lesly López, psicóloga y coordinadora de la Oficina de Atención Integral del Hospital Regional de Huehuetenango, dijo que los accidentes de tránsito dejan secuelas emocionales que incluso pueden llevar al suicidio.
Señaló que sin importar la gravedad del percance, causa bloqueos emocionales, pesadillas y se desarrolla estrés postraumático.
“Cuando se pierde una extremidad o se sufre una herida grave la víctima desarrolla estrés y trastornos como cambios de humor, depresión y ansiedad”, comentó la profesional.
“Un accidente ocasiona un impacto social y personal; puede haber intentos de suicidio porque se quedaron sin un miembro del cuerpo y no lo aceptan”, agregó.
“El estrés agudo que sufren muchas víctimas bloquea sus sentimientos y emociones, lo cual causa trastornos depresivos que de no controlarse terminan incluso en una tragedia”, puntualizó Les- ly López.
Opiniones
Plan de educación vial
VOCERA PNC
La capacitación de pilotos de autobuses y talleres sobre educación vial en establecimientos educativos y universidades son algunas medidas de concienciación que toma el Departamento de Tránsito de la PNC, según su vocera, Dalia Santos. “Se ha capacitado a mil 500 pilotos de transportes, provenientes de puntos rojos —con mayor índice de accidentes—, y en el tema operativo exigimos equipamiento básico a conductores de motos y vehículos”, comentó.
“Heridas quedan abiertas”
SOCORRISTA
Invalidez y orfandad son secuelas que dejan los accidentes, comentó Cecilio Chacaj, vocero de los Bomberos Municipales Departamentales. “Las heridas quedan abiertas, máxime cuando hay pérdidas humanas o una invalidez que marque de por vida a una persona. Asimilar estos aspectos en los hogares no es fácil y puede requerir de varios años”, agregó Chacaj, quien calcula que en el 2015 atendieron mil 80 accidentes en diferentes rutas.
M. Castillo, M. Longo, J. Rosales, C. Paredes, D. Stewart, O. Figueroa, R. Escobar y O. Cardona