Las bolsas de valores del mundo se sacudieron con estas noticias, ya que se pensó que se concretaría la esperada crisis económica global. La última noticia preocupante es que la Eurozona entró en recesión técnica en el primer trimestre del año, al acumular dos trimestres consecutivos de contracción. Siete de las veinte economías que conforman este bloque económico se contrajeron en el primer trimestre y representan en conjunto el 41% del PIB de la Eurozona.
Dentro de las economías en crisis esta Alemania, la economía más grande; aunque Italia, Francia y España, las otras economías más relevantes, esquivaron caer en decrecimiento.
No cabe duda de que la economía mundial ha experimentado una fuerte desaceleración en el último año, pero sin llegar todavía a una recesión. ¿Qué tan cercan estamos de una recesión global? ¿Habrían logrado los bancos centrales reducir la inflación, sin provocar una crisis económica de gran magnitud?
La resiliencia de la economía estadounidense
La economía de Estados Unidos fue el principal motor de la recuperación de la economía mundial en el 2021, pero el año pasado se convirtió en el epicentro de la volatilidad y la incertidumbre al caer dos trimestres consecutivos y levantar las alarmas de una posible recesión. Lo sorprendente es que luego del “bache” que atravesó, se recuperó en el segundo semestre.
Para el primer trimestre de 2023 registró un crecimiento de 2%, por debajo del crecimiento promedio de los dos trimestres anteriores y la inversión cayó 11.9%, lo cual resulta lógico ante la incertidumbre y el aumento de la tasa de interés.
Lo inesperado y sorprendente es que el consumo se incrementó en 4.2%, la cifra más alta desde el segundo trimestre de 2021. Parece inexplicable que con una alta inflación y el alza histórica en las tasas de interés los consumidores estadounidenses hayan registrado un incremento tan alto en su consumo. ¿A qué se debe este comportamiento inusual?
La primera explicación de este incremento en el consumo es que los estadounidenses están haciendo uso de los ahorros extraordinarios que acumularon entre 2020 y 2021. En los años previos a la pandemia, el ahorro promedio en Estados Unidos era 8.8% de sus ingresos disponibles; durante la pandemia se incrementó a 18.7%. Esto significó más de US$2 trillones de ahorros adicionales, los cuales están sirviendo en estos momentos para mantener a flote el consumo.
Además, la tasa de ahorro promedio en el último año ha sido de tan sólo 3.6%, la más baja desde 2008. Actualmente los estadounidenses están ahorrando menos de la mitad de lo que ahorraban antes de la pandemia, lo cual también explica por qué el consumo sigue creciendo a pesar de las condiciones adversas.
Por otra parte, el crédito al consumo creció 14% en el último año, tres veces el crecimiento promedio registrado durante el período 2012-2019. El exceso de ahorro de los estadounidenses durante la pandemia fue utilizado, en parte, para reducir considerablemente sus deudas de consumo. Esto les está permitiendo ahora el espacio para incrementar rápidamente sus niveles de endeudamiento, aunque el incremento de las tasas de interés está teniendo un impacto negativo en el mercado inmobiliario.
La pregunta es cuánto tiempo más podrán los estadounidenses sostener este ritmo de crecimiento en su consumo. Por una parte, la inflación está menguando lentamente, lo que favorecía el consumo. La perspectiva es que en los próximos meses la inflación continue reduciéndose, aunque a un ritmo bastante lento. Todavía faltan varios meses más para que la inflación regrese a sus niveles normales o regulares.
Sin embargo, la perspectiva es que las tasas de interés continúen altas por lo menos hasta el segundo trimestre del próximo año. Esto significaría presiones sobre el presupuesto de las familias por sus créditos hipotecarios, pero también por sus crecientes créditos de consumo. En el caso de Estados Unidos, se esperan algunos incrementos más en sus tasas de interés, aunque serían de muy poca magnitud. En todo caso, el incremento en el costo de la deuda seguirá presionando a los consumidores de Estados Unidos en los próximos meses.
Con una inflación retornando lentamente a la normalidad y unas tasas de interés altas, la expectativa sería que, a finales del presente año o inicio del próximo, el consumo finalmente comience a menguar y la economía de Estados Unidos resienta los efectos de las políticas monetarias restrictivas. Si las tasas de interés continúan altas, tarde o temprano los ahorros acumulados en años anteriores y el espacio para endeudarse llegarán a su límite y los estadounidenses tendrá que ajustar sus patrones de consumo.
En todo caso, la Reserva Federal ha dejado claro que seguirá con las tasas altas hasta que “enfriar” el consumo y el mercado laboral.
Impacto en Centroamérica
En el caso de Centroamérica, la resiliencia de la economía de Estados Unidos ha provocado que las remesas sigan creciendo de forma robusta. La tasa de desempleo en Estados Unidos continua en niveles históricamente bajos, lo que ha beneficiado a los migrantes centroamericanos. Hasta el mes de mayo, las remesas crecieron 7.7% en Honduras, 4.7% en El Salvador y 10.7% en Guatemala. Sin duda este sigue siendo uno de los motores más importantes para las economías de la región.
Sin embargo, hay aspectos que preocupan. La expectativa que se tenía para el 2023, es que el comercio mundial iba a contraerse en la medida que la economía mundial se “enfriara”. El escenario se está cumpliendo y Centroamérica está sintiendo los efectos. Las exportaciones de Guatemala cayeron 4.9% en los primeros cuatro meses del año. Si se examina por los países de destino, las exportaciones a Estados Unidos cayeron 8.8% y a la Eurozona cayeron 3.2%.
Las exportaciones a Estados Unidos cayeron, porque los consumidores de ese país están gastando su dinero en ocio, viajes y servicios; ya no en bienes, como sucedió durante la pandemia, cuando dedicaron sus recursos a comprar ropa y electrónicos, entre otros.
Las exportaciones de El Salvador cayeron 7.5% los primero cinco meses del año y las exportaciones de Honduras cayeron 6.5% en los primeros tres meses del año. De esta forma, uno de los principales canales de recuperación de las economías de la región, esta llegando a su fin. Desafortunadamente, la expectativa es que esta tendencia continue en lo que resta del año, en la medida que los precios de las materias primas prolonguen su tendencia a la baja y la economía mundial siga enfriándose.
Por otra parte, los bancos centrales detuvieron temporalmente los incrementos a las tasas de interés y el Banco de Guatemala siguió esta tendencia, dejando sin alteraciones la tasa líder en la última sesión de la Junta Monetaria (JM).
En Guatemala el crédito al sector privado continua con un fuerte de crecimiento, de 14.8% hasta el mes de mayo, y pareciera que el efecto de la política monetaria sobre esta variable no ha sido significativo. Si bien se han incrementado ciertas tasas de interés, no ha sido en la misma magnitud del incremento de la tasa líder. La transmisión de la política monetaria ha sido sumamente lenta.
En conclusión, la amenaza de una recesión no debe descartarse. La economía de China esta decepcionando en su recuperación y las autoridades de ese país están preparando un nuevo paquete de estímulos fiscales y monetarios para contener la desaceleración.
En el caso de la Eurozona la expectativa es que la recesión técnica no sea grave, aunque su economía siga relativamente débil. Y para Estados Unidos, la perspectiva es que continue un enfriamiento en “cámara lenta”, que eventualmente podría llevarlos a una leve recesión el próximo año.
En todo caso, le economía de Guatemala estaría muy lejos de una recesión en el presente año, aunque su crecimiento sería un poco menor al del año pasado y sus exportaciones seguirían pasando por un mal momento.