“Latinoamérica para nosotros, como compañía, es una de las regiones más importantes junto con Estados Unidos. En este momento en número de viajes ya es más grande que Estados Unidos. Es un momento muy bueno”, afirmó el ejecutivo estadounidense.
Uber está disponible en las naciones más grandes del continente, a excepción de Venezuela, donde no tiene planeado desembarcar “a corto plazo” por culpa del panorama socioeconómico y del clima de violencia que reina en el país.
“No voy a decir que no nos interese, es un mercado en el que creemos que nuestro producto puede tener gran impacto por la situación de inseguridad del país, pero de momento no está entre nuestros planes”, reconoció.
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La inseguridad es precisamente uno de los grandes desafíos que afronta Uber en la región. Este mismo miércoles una joven argentina denunció a un conductor de la plataforma por presunta violación tras un viaje realizado de madrugada en Buenos Aires.
El directivo lamentó “profundamente” los hechos y explicó que la compañía está probando varias innovaciones en algunos países de la región para mejorar la seguridad, entre ellas “un botón del pánico que conecta al conductor y al cliente con las autoridades de los países para atender cualquier incidente”.
“La 'app' (aplicación) permite también compartir tu viaje en tiempo real con algún familiar para que te vaya siguiendo la pista. No podemos resolver la situación de inseguridad que existe en Latinoamérica, pero sí podemos usar los beneficios de la tecnología para mitigarla”, añadió.
Uber desembarcó en Latinoamérica en 2013, pero su historia no ha estado exenta de polémica. El conflicto con el sector del taxi, que acusa a la compañía estadounidense de competencia desleal, está más vivo que nunca, al igual que en otras partes del mundo.
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“Nosotros no vemos al sector del taxi como una competencia tan directa, nuestra competencia directa es el auto particular. La gran mayoría de los coches que circulan en las ciudades no son taxis ni Uber, son coches particulares. La congestión es por ellos, tenemos que convencer a la gente de que aparquen sus vehículos”, dijo.
Gordon aseguró que Uber es el primer interesado en que las plataformas tecnológicas de transporte se regulen, pero siempre que sea con legislaciones “modernas” que respeten la libre interacción entre la oferta y la demanda, y que no establezcan límites de vehículos ni restricciones de tarifas u horarios.
“La realidad es que tenemos amas de casa que quieren trabajar solo dos horas después de dejar a sus hijos en la escuela o trabajadores que quieren manejar 30 horas a la semana y luego tomarse seis semanas de descanso. Esa flexibilidad es la que busca la gente en Uber”, insistió.
Nueva York se convirtió la semana pasada en la primera gran ciudad en congelar durante un año la emisión de licencias que usan las plataformas como Uber, una decisión “desacertada”, según el directivo”, y que espera que no se replique en Latinoamérica.
“La tecnología por lo general suele ir bastante más adelantada que la regulación y demora algo más de tiempo hasta que los gobiernos entienden el funcionamiento de las nuevas industrias”, concluyó.
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