El último enfrentamiento del presidente electo con los fabricantes de automóviles se produce además poco antes de que el lunes se inicie en Detroit el Salón Internacional del Automóvil de Norteamérica (NAIAS), una de las fechas más importantes del calendario automovilístico en el mundo.
Los principales fabricantes de automóviles que operan en Estados Unidos tienen previsto mostrar en NAIAS decenas de nuevos modelos y prototipos para los próximos años, tras un 2016 en el que alcanzaron la cifra récord de ventas de 17.55 millones de vehículos.
Pero tras el último envío de tuits de Trump, en vez de dedicarse exclusivamente a promover las últimas tecnologías, como la conducción autónoma y nuevos productos, los fabricantes van a tener que concentrarse en cómo responder al próximo presidente de Estados Unidos.
Especialmente, cuando los datos y los hechos parecen contar poco en momentos que Trump lanza sus mensajes a través de los medios de comunicación social.
La última víctima de Trump ha sido la compañía japonesa Toyota, que el jueves tuvo que refutar los mensajes del presidente electo en Twitter.
Trump escribió: “Toyota Motor dice que construirá una nueva planta en Baja, México, para producir automóviles Corolla para los EE. UU. ¡DE NINGUNA MANERA! Construya la planta en EE. UU. o pague un gran arancel aduanero”.
El hecho es que Toyota no está construyendo una planta de montaje en Baja California, sino en el estado de Guanajuato, en la que sí se producirán a partir del 2019 hasta 200 mil unidades del Corolla para su exportación a Estados Unidos.
Y según un análisis realizado en el 2016 por Cars.com, una de las principales empresas online de servicios a los automovilistas en EE. UU., Toyota es el fabricante, junto con Honda, de los vehículos “más estadounidenses” en el mercado, los modelos Camry y Sienna.
Toyota se apresuró a responder a Trump que la planta de Guanajuato no solo no afectará el nivel de empleo o producción en sus plantas en Estados Unidos, sino que el fabricante ha invertido más de US$21 mil 900 millones en el país, donde cuenta con 10 plantas de montaje, 1 mil 500 concesionarios y 136 mil empleados.
Los hechos tampoco se ajustaron a la realidad cuando el pasado martes Trump amenazó a General Motors (GM), el mayor fabricante estadounidense de automóviles, con notables aranceles aduaneros por producir en México e importar a EE. UU. el modelo Chevrolet Cruze.
La realidad, como señaló GM poco después, es que “todos los Chevrolet Cruze sedán en venta en Estados Unidos son producidos en la planta de montaje de GM en Lordstrom, Ohio”.
En el 2016, GM solo importó unos 4 mil 500 Cruze Hatch de cinco puertas producidos en México, una mínima fracción de los 190 mil Cruze vendidos ese año en Estados Unidos.
Lo que sí es cierto es que, de acuerdo al índice de Cars.com sobre el nivel de producción del sector del automóvil en Estados Unidos, que se basa en origen de componentes, montaje del vehículo y nivel de ventas, la cantidad de contenido doméstico se ha reducido dramáticamente en los últimos años.
Según esta fuente, en el 2016 solo ocho modelos pueden ser considerados estadounidenses: Toyota Camry, Honda Accord, Toyota Sienna, Honda Odyssey, Honda Pilot, Chevrolet Traverse, GMC Acadia y Buick Enclave.
Esta cifra es un 30% inferior a la del 2011, aunque en el 2015 la cifra fue incluso menor: solo siete modelos eran “estadounidenses”.
Pero donde las palabras de Trump dejan de ajustarse en la realidad es en el punto de los empleos.
Según las estadísticas del gobierno estadounidense, desde que el presidente Barack Obama se hizo cargo de la Casa Blanca en el 2009, el número de empleos en el sector ha aumentado casi un 35%. Eso después de que en el 2008, en medio de la mayor crisis del sector desde la Gran Depresión, los fabricantes eliminaran 250 mil empleos.
Sin embargo, Trump parece envalentonado después de que Ford se rindiera a la presión y anunciara el pasado martes la cancelación de una inversión de US$1 mil 600 millones en México para construir una nueva planta.
Incluso en su victoria, Trump no se ciñó a la realidad. Aunque Trump felicitó a Ford por no construir la planta de San Luis Potosí y presumió de victoria en Twitter, el fabricante sí mantiene sus planes de producir en México el Ford Focus, lo que el presidente electo quería evitar.