Luego de la crisis 2008-2009, la recuperación económica de los países avanzados fue bastante lenta. A principios de 2007, la tasa de desempleo en Estados Unidos estaba alrededor de 4.7%, pero el colapso del sistema financiero hizo que el desempleo llegara a 10% para octubre de 2009. Tuvieron que pasar más de 7 años, hasta noviembre de 2016, para que la tasa de desempleo llegara nuevamente a 4.7%. En el caso de la Eurozona la recuperación fue aún más lenta.
Más de diez años de política monetaria expansiva y tasas de interés bajas, sin que se tuviera inflación, fue lo que motivó a los bancos centrales a ser sumamente agresivos durante la pandemia de 2020. Fue la mayor expansión monetaria en muchas décadas. Pero esta vez, la recuperación de la economía fue extraordinariamente rápida y el “pleno empleo” se alcanzó en tiempo récord, por lo que la inflación se salió de control.
Tres efectos inmediatos
Ante este escenario, todo parece indicar que vamos a un período de altas tasas de interés para intentar contener el alza generalizada de precios, pero ¿cuánto durará esta tendencia y qué efectos tendrá para Centroamérica?
En primer lugar, las altas tasas de interés de los países avanzados tendrían un “efecto contagio” en los países de la región. Usualmente los países pequeños, con economías abiertas al comercio y a los capitales internacionales, siguen la misma dinámica de los países avanzados.
De hecho, en toda Centroamérica se tuvo en mayor o menor medida, una reducción de las tasas de interés durante la última década, en línea con lo que sucedía en las economías desarrolladas. Sin embargo, el “contagio” de las bajas tasas de interés fue bastante lento y con diferente intensidad en cada país.
En ese sentido, el incremento de tasas de interés que estaríamos experimentando en esta ocasión, también será paulatino y con bastantes meses de rezago. Dependerá en gran medida de qué tan fuerte respondan los bancos centrales de la región a la inflación actual.
Al momento, el Banco Central de Costa Rica es el que ha reaccionado con más contundencia a la inflación, elevando su tasa líder a 8.5%; mientras que los de Guatemala y Honduras son los que tienen las más bajas, no sólo de Centroamérica, sino de toda América Latina.
¿Deberían actuar con mayor contundencia estos Bancos Centrales? En el caso de Guatemala, con una inflación de casi 10%, se esperaría que el Banguat incremente más rápidamente la tasa líder, pues en la medida que esto ocurra, el dinamismo del crédito descenderá, lo que afectará el consumo y la inversión, con lo cual se reducirán las presiones inflacionarias.
El objetivo de los bancos centrales en estos momentos es “enfriar” las economías, lo que de hecho esta sucediendo en la región, pues en los seis países centroamericanos se ha reducido significativamente el ritmo de crecimiento del Índice Mensual de Actividad Económica (IMAE) durante los primeros ocho meses del año, respecto a los niveles que se registraron en 2021. Esto no sólo por las decisiones tomadas, sino por la reducción en el dinamismo de la economía mundial.
En segundo lugar, el incremento de tasas de interés a nivel internacional provocará el aumento del costo de la deuda pública. En ese sentido, los países más expuestos son Costa Rica y El Salvador, que tienen la deuda más alta de la región, como proporción del Producto Interno Bruto (PIB). En el caso de Costa Rica ya se ha requerido la intervención del Fondo Monetario Internacional (FMI) y están en proceso de reestructuración de la deuda, haciendo al mismo tiempo ajustes a su gasto público; en el caso de El Salvador, su deuda soberana ha perdido total credibilidad en los mercados internacionales. Ambos países podrían enfrentar situaciones más complejas en el 2023, a medida que las tasas aumenten.
El resto de los países de la región es poco probable que enfrenten crisis de deuda pública en el corto plazo, debido a que dependen más de compromisos con organismos multilaterales, que ofrecen condiciones más favorables; o bien sus niveles de deuda no son tan altos, como es el caso de Guatemala.
Sin embargo, los países tendrán que hacer un esfuerzo significativo por llevar sus déficits fiscales a los niveles que tenían antes de la pandemia, para garantizar la sostenibilidad de su deuda pública en el mediano plazo.
El tercer factor a considerar es la dependencia de las remesas. En la medida en que la situación económica en Estados Unidos se agrave, podría verse mermado este flujo a la región. Los países más expuestos son El Salvador, Honduras y Guatemala por el peso que tienen estas transferencias dentro de su PIB.
Nicaragua es diferente, porque una parte importante de las remesas que recibe provienen de sus migrantes que residen en Costa Rica. Por otra parte, en Panamá y Costa Rica, las remesas son prácticamente insignificantes. Esos países son capaces de generar suficientes oportunidades a lo interno, por lo que sus ciudadanos no necesitan migrar.
En conclusión…
Si el aumento de las tasas de interés en Estados Unidos finalmente termina provocando una profunda recesión, las remesas podrían verse afectadas significativamente, lo que disminuiría la capacidad de consumo de los habitantes del triángulo norte. Todo dependerá de la intensidad y duración la posible recesión que se avecina. Las exportaciones también se verían afectadas.
No sabemos con exactitud hasta donde se incrementarán las tasas de interés y cuánto tiempo durará. El último dato de inflación en Estados Unidos es alentador en el sentido de que la Reserva Federal podría “relajarse un poco”, dado que la inflación parece estar cediendo.
Pero, aun así, es innegable que estamos entrando a un nuevo período de altas tasas de interés y a una posible recesión mundial. Centroamérica no será ajena a este nuevo contexto macroeconómico.