Lo que sucede en política tiene mucha cercanía con lo que pasa en nuestras organizaciones empresariales, que es mi punto de atención en esta columna, y creo que ahora estamos tomando conciencia de que tanto los gobernantes como ciertos administradores de empresas no han vislumbrado los cambios que ya vienen ocurriendo.
Políticos de encuestas, de predicciones, de plataformas de partido, de tendencias conservadoras o liberales, de dádivas, amiguismos, compadrazgos y experiencia pública en tarima, no han pasado unas buenas noches; se cambiaron las reglas y no por ellos, por las nuevas fuerzas; una pequeña muestra puede ser el brexit, el NO en Colombia, la elección presidencial en Guatemala o la elección del señor Trump.
Al revisar lo que ocurre en compañías y empresas, varias de nuestras organizaciones enfrentan circunstancias muy similares; así como en la política tradicional, varios de los gestores empresariales siguen administrando con fórmulas pasadas de moda. La semana pasada hablamos de Samsung: antes, una marca, si lograba mantenerse un tiempo, probablemente duraba, hoy no existe esa garantía.
Un cliente insatisfecho, independientemente de su situación económica, volumen de compra o condición social, puede hacer temblar la marca a través de un simple teléfono, con o sin ortografía, tenemos un volumen de auditores sociales implacables, muchos de esos ocultos o que no se expresan por la vías tradicionales, pero que deciden, por eso no se sorprenda con la victoria del señor Trump, revise los seguidores en redes sociales de Hillary y los del nuevo presidente y podrá comprender.
Los procesos de cambio comenzaron ya hace bastante tiempo, la gente no admite el hecho de que robar es normal, o que se ofrezca un discurso que luego se olvida, y preparémonos porque vienen más, no solo en política, en geografía, las provincias se desprenden de sus gobiernos centrales, la forma como trabajaremos o nos vincularemos a las nuevas empresas, las universidades tendrán un rol muy diferente al actual, la clase presencial está muriendo como tal.
Dejemos de sorprendernos, como le ocurrió a la candidata demócrata, quien hablaba de un techo de cristal, pero en realidad estaba en un gran piso de cristal.
Hasta la próxima.