En el caso de la minería, la falta de certeza jurídica ha perjudicado proyectos como el de Minera San Rafael, que cumple con lo estipulado por la ley. Esto debido al desconocimiento popular que existe sobre la minería y a los intereses particulares de personas que, aunque utilizan metales extraídos, siguen oponiéndose a una empresa que genera empleo e ingresos económicos.
No conozco ningún negocio o persona que tenga un impacto negativo cero; en realidad, todos los seres humanos dejamos una huella ecológica y social y lo mismo sucede con las empresas. Definitivamente, todas las compañías tienen algún impacto negativo en su entorno; por eso el reto en lo personal y en lo corporativo debe ser encontrar el balance; maximizar las externalidades positivas y reducir las negativas.
En el país se ha difundido información confusa y remota en relación a la minería y a las hidroeléctricas; si bien es cierto que existen ejemplos globales que señalan a estos dos sectores, estos son menores y en realidad existen otras industrias que tienen un impacto negativo mucho mayor.
Además, criticar no resuelve nada; si una persona no está de acuerdo con las prácticas de una empresa, lo mejor que puede hacer es dejar de consumir sus productos. Los metales, por ejemplo, están presentes en la mayoría de los artículos que utilizamos en la vida moderna.
Existen ejemplos valiosos de lo que sucede cuando el crítico se vuelve aliado. El primer gran ejemplo, quizá lo sistematizó el empresario Ray Anderson, quien trabajó en conjunto con el ecologista Paul Hawkens para convertir a Interface Global en la empresa más sostenible del mundo. Sin embargo, cada vez más, organizaciones ambientales y sociales trabajan de la mano con las empresas. The Nature Conservancy, World Wild Fund (WWF) y otras organizaciones ambientales colaboran con compañías tanto en lo global como en lo local. WWF, por ejemplo, ha sido uno de los principales impulsores de una norma para la palma africana y TNC está colaborando en la conservación de una cuenca hidrográfica en el país.
Si las organizaciones que critican, hicieran algo y generaran propuestas de desarrollo económico y social que en realidad beneficien a nuestro país, estoy segura que la respuesta sería positiva y que muchos caerían con sus argumentos ad populum.
En Guatemala existen técnicos sociales y ambientales de muy alto perfil que podrían colaborar y establecer una hoja de ruta y perseguir el bien común.
La idea es que ganemos todos, pero para eso debemos actuar, en lugar de criticar. Paul Hawken tuvo la valentía de trabajar con quien consideraba parte del problema y construir de esa manera una solución.
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