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Salario mínimo e inflación no son totalmente vinculantes si no se toman en cuenta otras variables, refieren analistas
Ante la decisión del gobierno de aumentar 10 % al salario mínimo para el 2025 a las actividades agrícolas y no agrícolas, y del 6 % a las actividades de maquila y exportación, se puede recordar otros años en donde el incremento fue igual o mayor a ese porcentaje, según los datos históricos, o los que por el contrario fue menor, pero en la mayoría no coincide con los indicadores de inflación.
Según la recopilación de datos del Ministerio de Trabajo, del 1995 al 2024 hay períodos donde el salario mínimo se ha subido en 10% o más. (Foto, Prensa Libre: Hemeroteca PL).
Los analistas Hugo Maul, del Centro de Investigaciones Económicas Nacionales (Cien) y Luis Linares, de la Asociación de Investigación y Estudios Sociales (Asíes) exponen su punto de vista respecto de la relación entre el salario mínimo y la inflación, así como con otros indicadores.
Más del 10 %
Según los datos históricos desde 1995 al 2024 y lo aprobado para el 2025, han sido los gobiernos de Alfonso Portillo y Álvaro Colom, lo que más aumentos anuales han brindado, y 13 años después, en este 2024 vuelve a autorizarse un incremento que cuyo porcentaje de variación es de doble dígito para dos actividades, ahora en la administración del presidente Bernardo Arévalo.
Los incrementos más altos que se han tenido son el aprobado en el gobierno de Portillo en el 2003, para el salario mínimo del 2004 que fue de 21.3 % para la actividad agrícola y de 16.3% para el no agrícola, que llegaron a Q1 mil 177.30 y Q1 mil 209.90 mensual respectivamente.
Un año antes, para el salario del 2003, la misma administración había dado aumentos de 16 % y 14 %, cada uno.
Mientras que para el 2001 el aumento había sido de 15.7 % para las dos actividades.
En tanto en el gobierno de Álvaro Colom, el aumento más alto fue para el año 2011, con 13.8 % para cada actividad de las mencionadas, llegando a Q1 mil 937.50, mientras que el de maquila y exportación aumentó en 14.9 %, y se situó en Q1 mil 808.90.
Luego, en nivel de porcentaje, le sigue el entonces presidente Alvaro Arzú. En el primer año de su mandato fijó un salario mínimo para 1997 pero no hubo incremento. Para 1998 subió en 11.7%, mientras que para 1999 y 2000 fue de 10 % anual a cada actividad.
Menos del 10 %
Dos períodos antes de esto, para el 2009, el primer año de gobierno de Colom, subió en 10.3 % el agrícola y en 6.9 % en el no agrícola, en esa ocasión se igualó la paga mínima para las dos actividades en Q1,581.7 mensual para el período 2009. Al año siguiente, para el 2010, el aumento fue de 7 % para ambas actividades y 8.4 % el de maquilas.
Mientras que en para el 2012 fue de 7 % para mencionadas actividades y 5.4 % para maquila.
En tanto, los siguientes años, en el gobierno de Otto Pérez Molina (período completado por Alejandro Maldonado), el aumento al salario mínimo aprobado en esa administración (del 2012 al 2016), para los años del 2013, 2014, 2015 al 2016 varió en 4.7 %. 5 %. 5 % y 4.3 %, respectivamente.
En el período presidencial de Jimmy Morales, para el 2017 se aprobó el incremento de 5.9 %; para el 2018 fue de 3.8 %, sin embargo, para el 2019 no hubo aumento en ninguna de las actividades, y hasta ese año se mantuvieron iguales los montos del agrícola y no agrícola llegando a Q2 mil 742.20, y la de maquilas en Q2 mil 508.20.
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Para el 2020, en salario aún aprobado por Morales, solo se aumentó la paga no agrícola en 3 % y la exportadora en 2.9 %. Los salarios quedaron en por lo que de nuevo se diferenció el monto entre la agrícola y no agrícola, quedando en Q2 mil 742.20, y Q2 mil 825.10 respectivamente, mientras que para las maquilas quedó Q2 mil 581.80.
Para el 2021, ya en la gestión presidencial de Alejandro Giammattei, derivado de la pandemia no se incrementó el salario mínimo.
En tanto para el 2022, el aumento fue de 4.7 %.
Para el año 2023 se crearon dos regiones, divididas en la circunscripción económica 1 conocida como CE-1, que comprende el departamento de Guatemala, y la CE-2 que abarca el resto de los departamentos, aunque se tuvo aumento generalizado del 7 %.
Y se empezó a hacer más grande la brecha entre actividades y circunscripciones en el 2024, ya que los incrementos fueron más altos para la CE1, de 6.3 % para la actividad agrícola; mientras que la no agrícola y la de maquila subieron 6.6 % cada una, y para el resto de los departamentos en la CE2, de entre 3.6 % y 4.6 %.
Para el 2025
En tanto para el 2025 el salario mínimo aprobado por Arévalo, tendrá un aumento del 10% para actividades agrícolas y no agrícolas y del 6% para maquila y exportaciones.
Con ello, las pagas mínimas vigentes en el 2025 para la CE1 quedan en:
- Agrícola, son de Q118 diarios y Q3 mil 593.55 mensual. La no agrícola es de Q122.40 diarios y Q3 mil 723.05 mensual. Y la actividad de maquila y exportación de Q107.79 diario y el mensual de Q3 mil 278.59
En la CE2 los montos quedan en:
- Para la actividad agrícola de Q112.99 diarios o Q3 mil 436.86 mensuales. La actividad no agrícola, Q116.73 diarios o Q3 mil 550.60 mensual. Y, la de maquila y exportadora está en Q101.83 diarios y el mensual de Q3 mil 097.21.
A todos se les debe sumar los Q250 mensuales de bonificación incentivo.
Opiniones: dos puntos de vista
Maul, refiere que el salario mínimo ha subido más que la inflación durante algunos períodos y ha disminuido en otros.
En los períodos del Frente Republicano Guatemalteco (FRG) y la Unidad Nacional de la Esperanza (Une) subió más que la inflación, así como en dos de los cuatro años del Partido Patriota (PP) y del Frente de Convergencia Nacional (FCN).
Maul expone que, aunque el salario mínimo ha aumentado más que la inflación en 18 de los últimos 29 años, “no hay indicación acerca de si este crecimiento está alineado con aumentos en la productividad, ya que la economía en este mismo período ha crecido siempre lo mismo, en promedio”. Explica además que, si los salarios crecen más rápido que la productividad, esto puede generar tensiones inflacionarias o dificultades en el mercado laboral, como reducción de empleo formal o mayor informalidad.
“Un aumento constante del salario mínimo real es positivo desde el punto de vista de la justicia social, pero es crucial evaluar cómo estos incrementos han impactado la competitividad del país y las oportunidades de empleo, especialmente en sectores agrícolas y no agrícolas”, agrega el analista del Cien, al explicar que economías abiertas al comercio internacional, aumentos en los costos laborales que no sean acompañados de aumentos en la productividad podrían hacer que los productos nacionales sean menos competitivos en el mercado internacional.
Añade que, si las empresas no pueden absorber los mayores costos salariales, podrían reducir contrataciones o recurrir a la automatización, afectando negativamente el empleo, especialmente en sectores con alta sensibilidad a los costos laborales.
“Vincular exclusivamente el salario mínimo a la inflación sin considerar los aumentos en la productividad podría generar distorsiones, ya que el crecimiento de los salarios debería idealmente estar alineado con el crecimiento de la productividad”, insiste.
Entre los efectos menciona, que, dado que el 75% de la población activa ya se encuentra en la informalidad, el incremento salarial puede desincentivar la formalización de nuevos empleos y las pequeñas empresas podrían optar por mantener o incrementar su fuerza laboral informal para evitar los mayores costos laborales.
En el caso de las empresas que operan con márgenes ajustados, en especial en sectores intensivos en mano de obra como agricultura o confección de vestuario, entre otras, podrían enfrentar dificultades para absorber los mayores costos laborales, y esto podría llevar a despidos, reducción de contrataciones o cambios en las condiciones laborales, comenta Maul.
“Sin evidencia de un aumento equivalente en la productividad laboral, este incremento puede afectar la competitividad de las empresas locales, especialmente en un contexto de competencia internacional” añade el analista al exponer que la inflación esperada es moderada, de alrededor del 3 % para 2025, y considera que el aumento del salario mínimo podría trasladarse parcialmente a precios, especialmente en sectores con menor competencia, contribuyendo a una inflación de costos.
Maul menciona desafíos como la segmentación, al explicar que el aumento solo beneficiará directamente al 25 % de la fuerza laboral formal, dejando sin impacto directo a la mayoría de los trabajadores en la informalidad.
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Además, considera que “para mitigar los efectos negativos potenciales, es crucial que los aumentos en el salario mínimo estén acompañados de políticas para incentivar la productividad y la formalización, porque sin estas medidas, un incremento significativo del salario mínimo podría erosionar la base del empleo formal en sectores vulnerables”.
Al analizar esos puntos es importante observar la necesidad de un enfoque equilibrado como ajustar los salarios mínimos de forma moderada y vinculada a incrementos de productividad, junto con políticas activas que promuevan la formalización y reduzcan los costos de cumplimiento para las empresas, recomienda Maul.
Consultado si el aumento aprobado para el 2025 es positivo o no, el analista del Cien refiere que depende del contexto económico:
- En economías en crecimiento, donde los ajustes salariales están bien planificados y acompañados de políticas que fomenten la productividad, esta práctica es positiva, ya que protege a los trabajadores y fortalece la economía.
- En economías con alta inflación o bajo crecimiento, ajustar el salario mínimo según la inflación sin considerar otros factores puede ser problemático, ya que puede perpetuar ciclos de inflación y presiones en el mercado laboral (destrucción de empleo formal, informalidad, desempleo).
Por aparte Linares, brinda su punto de vistas. Considera que es importante el porcentaje aprobado de incremento para el 2025, tomando en cuenta que en los últimos tres años se han registrado inflación de alrededor de 3 % y 4 %, además de la del 2022 que se situó en 9.24 %.
Sin embargo, recordó que el salario mínimo tuvo desde el 2019 varios años sin aumento para todas o algunas actividades económicas.
Linares refiere que, según un análisis efectuado, en cinco años, del 2019 al 2024, el salario mínimo aumentó 18 %, que representa alrededor de 3.5 % anual. Mientras que otro estudio da a conocer que el poder adquisitivo de salario mínimo real se redujo en Guatemala entre 2015 y 2022, por lo que a su criterio es conveniente el incremento acordado por el gobierno actual.
“El incremento viene con un jalón un poco fuerte, pero es para tratar de buscar la recuperación del salario real”, por ello es necesario que los aumentos sean sostenidos y constantes para que sean graduales cada año, pero, como los gobierno no lo han hecho así, en un momento se tiene que reajustar con incrementos más fuertes, añadió el analista de Asíes.
“La inflación no es el único criterio (para definir la paga mínima) está también el crecimiento del PIB, que permite medir la productividad” ya que al incrementarse el crecimiento a la producción significa que hay incremento a la productividad, y cuando no crece el PIB quiere decir que está estancada también, explica Linares.
A su consideración es importante observar lo que ha dicho la OIT, acerca de que los criterios para dichos salarios son las necesidades del trabajador y las posibilidades de las empresas.
Por lo que considera que se deben hacer aumentos moderados, y de 6 % o 7 % como máximo, pero cree que este año se necesitaba ese empuje por el estancamiento que hubo en años anteriores.
Respecto a impacto a las empresas, comenta que las microempresas de subsistencia no pueden pagar la mitad del salario mínimo, pero la fijar la paga mínima sirve para un efecto faro, es decir que tienen un efecto indirecto en que van subiendo de acuerdo a sus capacidades, pero si no también tiene efectos indirectos.