La apertura que ha experimentado la región y su mayor presencia en los mercados internacionales ha dotado a determinados países de la región, sirviendo de ejemplo países como República Dominicana o Panamá, de un mayor dinamismo en los crecimientos. Un dinamismo que ha posicionado a la región como una de las economías con mayor crecimiento previsto para los próximos años, posicionándose por delante de Latinoamericano y evadiendo los distintos shocks que sacuden a la economía.
Sucesos que, en parte, han beneficiado a la economía centroamericana. Tras las continuas tensiones comerciales que han mantenido Estados Unidos y China, los dos principales bloques económicos del mundo, América Central ha sabido jugar sus cartas en un escenario favorable para posicionarse como una alternativa comercial para los Estados Unidos. Una alternativa que ha conseguido posicionar sus productos en el mercado norteamericano a través de los tratados de libre comercio (TLC).
Las exportaciones provenientes de la región han logrado un gran peso en el país. Las relaciones comerciales bilaterales con los vecinos del norte comienzan a consolidarse y refuerzan, consolidando los crecimientos, la posición de América Central en el sector exterior. Las políticas aplicadas, como veníamos diciendo, han ayudado a que la región modernice su economía, capacitándola de una mayor robustez para posicionar sus productos en mercados internacionales y promoviendo su riqueza natural entre los mercados que integran este planeta, cada vez más globalizado e interdependiente.
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Tampoco debemos olvidarnos de que esta robustez, así como el dinamismo logrado en los últimos años, ha favorecido a la atracción de inversión extranjera directa en la Región. Las políticas aplicadas por los distintos líderes políticos han ido fuertemente enfocadas en el establecimiento de lazos y conexiones, así como los incentivos fiscales y locales, para una mayor atracción de flujos de capital extranjero. Unos flujos que se han visto ligeramente mermados por las amenazas que sacuden a la región, pero que, ante las nuevas previsiones de crecimiento, se vuelven a reactivar.
En resumen, Centroamérica es una región dotada de una gran exponencialidad para cosechar crecimientos futuros que ayuden a posicionar la economía de América Central como una de los principales bloques emergentes. Crecer por encima de América Latina y El Caribe pone de manifiesto el gran potencial de las economías de la región y su gran capacidad para el desarrollo económico. Sin embargo, quedan muchos retos por abordar para considerar el crecimiento como un crecimiento sólido y sostenible.
Aunque se ha trabajado mucho y se empiezan a observar los resultados, Centroamérica se enfrenta a una serie de retos que, desde organismos multilaterales como el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) o el Fondo Monetario Internacional (FMI) consideran imprescindibles para considerar el crecimiento de la región como un crecimiento sólido en el largo plazo. Retos en los que deberá trabajar la región en los próximos años si su intención es la de consolidar lo cosechado hasta ahora.
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La desigualdad, la pobreza o la corrupción, como decíamos, sacuden a la economía regional, impidiendo un desarrollo sano y sostenible en los distintos países. Mientras que vemos a economías como Panamá o República Dominicana cosechar fuertes crecimientos en materia de Producto Interno Bruto (PIB), otros países de la región, sin embargo, atraviesan duras situaciones de pobreza extrema y de espantada migratoria. Este tipo de escenarios tan dispares cuestiona la utilización de indicadores medios para medir la economía.
Como digo, mientras que tenemos países que crecen a ritmos desorbitados, en contraste con otras economías homólogas en el mundo, otros países en la región siguen atravesando procesos recesivos y de contracción que impiden un completo desarrollo inclusivo. El Fondo Monetario Internacional hacía mucho hincapié en esto último, pues como decía, no sirve de nada hablar de un crecimiento medio cuando obviamos las colas. La integración de crecimientos tan disparatados infla la media regional e incapacita la medición objetiva de la economía regional.
Factores como la diversificación de los socios comerciales; la mayor regulación, y más eficiente, en materia de desarrollo sostenible y medioambiente; el fortalecimiento institucional que trate de aportar a la región una mayor seguridad jurídica y trate de controlar los movimientos migratorios; la estabilidad de crédito para controlar la inversión extranjera y garantizar los flujos de capital; la promoción de una mayor inversión en materia de infraestructura que dote a la región de mayores recursos en los distintos países; el trabajo en materia de corrupción, tratando de eliminar los principales focos de corrupción; así como la reducción de la desigualdad y la pobreza en determinados países que se encuentran en riesgo de exclusión.
Todos y cada uno de estos factores son primordiales para lograr ese desarrollo deseado de la región, tanto económico como social. Se podría decir que lo mencionado anteriormente integra los principales retos a los que se enfrenta la región que, conjuntamente con lo logrado hasta ahora y mencionado durante la primera parte del artículo, dotarán a Centroamérica de un crecimiento sano, inclusivo, sostenible, social y equitativo. Para ello, la región deberá continuar centrando sus esfuerzos en continuar creciendo y solucionando los retos mencionados, por lo que caer en la autocomplacencia, creyendo que ya todo se ha logrado sería el peor error que podían cometer los diversos líderes de los países integrantes.
* En alianza con Forbes México y Centroamérica, artículo de Francisco Coll Morales.
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