Entiendo que las buenas vacaciones son aquellas que nos permiten tomar conocimiento de nosotros mismos, dejar de observar tanto el medio externo y dedicarle un tiempo al bosque interno, a esa naturaleza que demanda una reflexión personal y no tanta crítica estacional; al político, al colega o colaborador, elucubramos sobre la guerra y proponemos fórmulas de resolver los conflictos hemisféricos o locales, y tal vez tenemos pendiente dar una batalla con nosotros mismos.
Los períodos vacacionales son ideales para enfrentar batallas personales, nos ayudan a superar nuestra ficción, ese deseo de creer que todo saldrá bien y le dejamos a los demás que se ocupen de ello, creo firmemente en el poder divino, pero entiendo que el poder de discernir fue dado para reflexionar y cambiar nuestras historias, colocándolas a favor.
Se nos ha vuelto normal tomar medicamentos para dormir, comer con cierto desespero para optimizar el tiempo, en cantidades y calidades inapropiadas, beber licor para sentir júbilo, y hablo del licor por considerar la ignorancia que tenemos al respecto y lo dañino en nuestras vidas, estamos asociando por esta época vacaciones con licor y muy probablemente es la mejor forma de arruinar la toma de conciencia.
Entendamos que un período de vacaciones es, sin duda, un momento en nuestra historia de vida para usar la ley de la actualización, esa que si desconoces te cobrará por ignorante, aprendamos de la naturaleza, un animal no desea ser como otro animal y tal vez nosotros que evolutivamente transitamos a otro nivel más avanzado, no hemos logrado entender el poder de ser únicos.
Utilicemos nuestra mente mayor, para convertir estas vacaciones en una experiencia más cercana a la esencia humana, si usted se enfoca se dará cuenta que a la naturaleza le gustan las figuras redondas, que tal si hace conciencia de ello y se da una vuelta y redondea su vida, haciendo que valga la pena decir: ¡Que viva la Semana Mayor!
Ahora, gracias a las vacaciones, usted está más cerca de lo que quiere ser. Hasta la próxima.