En esos países, apuntó Werner, la transición a una economía con precios deprimidos de commodities se realiza de forma “ordenada”, con “una combinación de políticas que respaldan un elevado nivel de empleo y un crecimiento moderado”.
Sin embargo, economías importantes de la región deberán terminar el año en recesión, que en el caso de Brasil deberá llegar a -3.8%, una contracción igual a la que ya había experimentado el año pasado.
En la opinión de Werner, la caída en los precios internacionales del petróleo y de las principales materias primas representa un “lastre” para varios países, aunque esos casos de contracción obedecen a “factores internos”.
En el caso de Brasil, la continuidad de la contracción se debe a “una combinación de desaciertos en la aplicación de políticas, fragilidades macro económicas” y un conflictivo escenario político.
“El deterioro de la posición fiscal y la dinámica de la deuda pública incidieron con fuerza en el derrumbe de la confianza”, añadió.
En tanto, Argentina, la tercera mayor economía de la región, inició a fines de diciembre una “ambiciosa y muy necesaria” transición para eliminar distorsiones y desequilibrios, con un conjunto de medidas.
El FMI prevé que Argentina cerrará el 2016 en retroceso de -1%, después de hacer cerrado el año anterior con crecimiento de 1.2%.
En Venezuela, la situación mantuvo la tendencia al deterioro ante “distorsiones de políticas y desequilibrios fiscales que siguen sin resolverse”. En compensación, América Central y el Caribe se beneficiarán de la recuperación de la economía de EE. UU.