Algunos aprendieron a vegetar en emociones de miedo, tristeza, ira, desprecio, y si alertamos la atención nos damos cuenta que son personas que viven para controlar y, por ende, ser desconfiados; al observar a otros que son los que confían, estos procesan y desplazan las emociones anteriores y disfrutan cada momento, incorporando lo más poderoso que tiene la humanidad, el amor, la alegría. Ellos entienden que una emoción positiva transforma una negativa.
Unos se preocupan por aquello que no pueden controlar y se desgastan tratando de conseguirlo; adicionalmente, viven obsesionados con todo lo que pueden controlar, pero en el mundo hay otros que entienden que lo que no se puede controlar no se controla, y lo que tienen bajo su control, no es situación preocupante.
En trabajos y/o negocios: ¿cómo entender a personas que son altamente productivas y la mayor parte del tiempo están con actitud agradable? Es sencillo, ellos encontraron lo que les apasiona, por eso viven con energía, no trabajan, disfrutan, sus sistemas de gestión no están orientados al castigo, por ende no se contratan supervisores, vigilantes ejecutivos; operan por estímulos, empoderan, confían en el colaborador, pero a la vez, quien no tiene pasión no tiene cabida.
Algunos aprendimos a ser servidos, atendidos, mientras otros entendieron que el servicio es un sistema multiplicador en cualquier organización social y que tiene un factor detonante llamado “dar” y el que lo ofrece, enaltece el servicio y margina el egoísmo, tan común en las organizaciones. Unos viven lamentando y clasificando los fracasos, otros entienden que no se fracasa, simplemente se obtienen resultados, y desde allí se hacen los cambios.
Unos solo hacen lo que es fácil y común, por eso la vida se comporta dura, con muchos obstáculos, otros realizan lo difícil, complejo y la vida les compensa con oportunidades. Algunos han perdido la capacidad de asombro, otros creen que todo es un milagro.
¿Ahora vale la pena preguntarnos qué piensan y hacen otros que no hago yo?
Hasta la próxima.