Fitch Ratings es una de las calificadoras de riesgo más importantes a nivel global, junto con Standard & Poor’s y Moody’s Investors Service, las que emiten calificaciones de riesgo que consisten en las opiniones prospectivas que una agencia tiene en relación con la capacidad de un país u organización de cumplir con sus compromisos financieros. Dicho sea de paso, cada agencia tiene su propia escala de medición.
De acuerdo con Fitch Ratings, la escala para las calificaciones crediticias para emisores se expresa utilizando categorías. Estas van de la “D” (la más baja) hasta la “A” (la más alta). A su vez, dentro de una categoría, puede haber más de una letra, siendo, por ejemplo, “AAA” una mejor clasificación que “AA” y siendo esta última, mejor que “A”.
Siendo así la clasificación, se tienen 2 grandes grupos: el “grado de inversión, que va de “AAA” a “BBB” y el llamado “grado especulativo” que incluye desde “BB” hasta “D”. Además, utiliza un signo +/- adicional para los niveles de “AA” a “CCC” el cual indica diferencias relativas de probabilidad de incumplimiento.
También es importante hacer notar que los términos “grado de inversión” y “grado especulativo” son simplemente convenciones de mercado y no implican ninguna recomendación o aprobación desde la perspectiva de inversión.
Las categorías de “grado de inversión” indican un riesgo crediticio que puede interpretarse como de bajo a moderado, mientras que las calificaciones en las categorías de “grado especulativo” señalan un nivel de riesgo crediticio más alto. La calificación presenta un elemento adicional conocido como la clave de calificaciones.
Importancia de la estabilidad
Desde 2006 a la fecha, la calificación ha sido BB (grado especulativo) desplazándose de BB+ a BB y luego, a BB- para posteriormente ubicarse en BB. Es de hacer notar que, desde abril de 2020, fecha en que se redujo la calificación de BB a BB-, tuvo que transcurrir un tiempo para recuperar el nivel de BB aunque, en este caso, se le otorgó a Guatemala también el calificativo de “estable”. O sea que la calificación se leería: “BB con perspectiva estable”.
Cuando Fitch Ratings evalúa a cualquier país, para otorgar su calificación toma en consideración distintos elementos, entre los que destacan la solvencia fiscal del país en cuestión, su estabilidad política, la fortaleza de sus instituciones, la forma en que gestiona sus riesgos y su estabilidad económica.
Guatemala ha sobresalido en los últimos años por la resiliencia de sus indicadores macroeconómicos, lo que repercutió en la mejora de la calificación obtenida y que puede interpretarse como que Fitch Ratings evaluó el perfil de riesgo y éste ha mejorado.
Dicho en otras palabras, la mejora en la calificación significa una disminución de la probabilidad de que Guatemala incumpla con sus obligaciones financieras. En particular, la calificación de BB indica que la capacidad de pago de la deuda de Guatemala es moderada y que existe cierto riesgo de impago, pero que este es ligeramente menor que en la calificación anterior de BB-.
Los efectos positivos
Esta mejora en la calificación crediticia puede beneficiar a distintos actores: en primer lugar, al Estado de Guatemala debido a que, al representar un menor riesgo de impago para las instituciones prestatarias, esto debiera repercutir en una disminución de las tasas de interés pagadas por el gobierno, lo cual implicaría una reducción en los costos de endeudamiento y, a la vez, del déficit fiscal (toda vez, los ingresos y resto de gastos se mantengan constantes).
Además, una calificación crediticia más alta puede aumentar la confianza de los inversionistas, lo cual permitiría atraer capitales y empresas con su consecuente impacto sobre el empleo y los salarios.
En segundo lugar, las empresas locales que dependen del acceso al crédito también se benefician por la reducción de la tasa de interés. Esto se debería a que el entorno económico dentro del cual compiten, se vería más favorable ante otras instituciones de crédito.
Eso no sólo favorece sus estados de resultados, sino también el costo promedio ponderado del capital de las empresas que, al ser más bajo, optimiza la puesta en marcha de más y nuevos proyectos.
En tercer lugar, influye de manera positiva en los inversionistas actuales y potenciales. O sea, a los que ya han invertido en el país, al ver un aumento en el valor de sus inversiones, siempre que su estructura meta de capital posea un componente de deuda. Además, nuevos inversionistas verían como interesantes diversos proyectos de inversión por una reducción en el componente del riesgo país lo cual, a su vez, podría atraer más capitales.
Por último, y no menos importante, es la implicación positiva para el ciudadano guatemalteco, en el sentido de que, a mayores inversiones, más empleo y un mayor crecimiento económico.
Falta camino por recorrer
Sin embargo, es de hacer notar que, si bien es cierto que hubo una mejora, aún falta mucho por hacer para entrar a la categoría de grado de inversión. Además, ante esta mejora, primero deben de capitalizarse los beneficios potenciales anteriormente descritos y, adicionalmente, el beneficio último se podrá materializar hasta el momento en que la brecha social disminuya en la realidad.
De acuerdo con el exsuperintendente de Bancos, Víctor Mansilla, la mejora de un grado (en la calificación) se asocia al tema fiscal por haberse sobrepasado las metas de recaudación tributaria, que es uno de los puntos débiles que se manifestado en el país. No obstante, el nivel de recaudación todavía es bajo en relación con países en similares condiciones a las de Guatemala.
“Es más, el país tiene la capacidad de asumir sus deudas, es resiliente, se ha sabido manejar durante varias décadas, y por esa parte no se observa ningún riesgo, porque tampoco hay ningún “descalabro” en el manejo presupuestario.
Pero, lastimosamente y en paralelo, han caído los índices de desarrollo humano y la pobreza alcanza a más personas, así como los bajos niveles de salud y educación”.
Entonces, el exfuncionario afirma que no se puede llegar al grado de inversión, si no se mejora en los índices de desarrollo humano, porque eso es lo que señala el Fondo Monetaria Internacional (FMI) cada que vez que viene hacer su presentación a Guatemala.
O sea que, si esos indicadores no se mejoran, Guatemala no tendrá la posibilidad de mejorar su calificación, lo que es lamentable porque se limita el acceso a mayor crédito y a menores costos de los recursos, no solo para deuda pública, sino para las operaciones de financiamiento de la deuda privada de los bancos y de otros agentes económicos.
Mansilla también criticó que no hay un compromiso de Estado para mejorar esos niveles de desarrollo humano, aparte de la permanente debilidad de la infraestructura, lo que tampoco ayuda a mejorar los costos de operación de las empresas, no solo para internacionalizar los bienes, sino para exportar.
En síntesis, descartó que Guatemala llegue a una calificación de grado de inversión en el corto plazo, por lo que se debe diseñar un plan, que coadyuve a mejorar la competitividad de las empresas, una ley de Competencia funcional, garantizar la certeza jurídica, invertir en infraestructura, subir los niveles de salud y educación de las personas.
Se puede retroceder
También es importante tener en cuenta que una mejora en la calificación crediticia no significa que todos los riesgos asociados en el país hayan desaparecido. A pesar de que la calificación ha mejorado, continúa dentro de la categoría de grado especulativo.
Esto implica que, de acuerdo con Fitch Ratings, aún existen riesgos en la economía y en la política de Guatemala que podrían afectar negativamente su capacidad de pago en el futuro. Algunos elementos que pueden estar afectando esta percepción son la alta dependencia del flujo de remesas y de la exportación de algunos productos básicos, así como los desafíos que el país ha enfrentado en términos de estabilidad política y de gobernanza.
Mansilla coincide en que lo peor que puede suceder es que se retroceda en la calificación alcanzada, lo que puede suceder, según la misma Fitch Ratings, en el apartado “Factores que podrían, individual o colectivamente, conducir a una acción de calificación negativa / rebaja”:
- Finanzas públicas: Un aumento del déficit fiscal, particularmente si esto se debe a la erosión en las recientes ganancias en la recaudación de impuestos.
- Macro: Desempeño de crecimiento más débil; por ejemplo, debido a una vulnerabilidad mayor de lo previsto a la desaceleración externa o a los cambios de política interna.
- Estructural: Un mayor deterioro en la gobernanza o el aumento del estancamiento político que dificulta la capacidad de la próxima administración para asegurar la aprobación de los presupuestos y promulgar reformas.
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Con información del economista Herbert Smith Brolo. Herbert@SmithBrolo.com