Aquellos que aman la naturaleza, pero no quieren comprar su propio equipo para acampar, son los principales candidatos para disfrutar de sus vacaciones en este tipo de alojamiento.
Por ejemplo, España es uno los países de Europa donde está más desarrollado este concepto y para conocer su alcance, el Instituto Nacional de Estadística (INE) de ese país, reveló que las pernoctaciones llegaron a los 36.79 millones en el 2016, un 7% más que en el 2015. El 51.6% de estas las hicieron campistas nacionales, mientras que el 48.4% correspondieron a extranjeros, siendo el holandés el principal mercado emisor, seguido por Francia y el Reino Unido.
Estos datos brindan una perspectiva del alcance que podría lograr el país, porque en el último año el glamping ha tomado auge, al punto que se han establecido varios destinos con este tipo de servicio y se ha posicionado como una buena elección y un concepto diferente en la forma de viajar, afirmó Anaité Castillejo, directora invitada de la Comisión de Turismo Sostenible de la Asociación Guatemalteca de Exportadores y gerente general de la Agencia de Turismo Global (Agetur).
La empresaria explica que describen al glamping como una habitación inmersa en la naturaleza y amigable al medioambiente.
Este concepto se encuentra dentro del turismo sostenible porque es una actividad que se hace de la mano de las comunidades anfitrionas, brindando la oportunidad de generación de ingresos directos del turismo.
“El turista tiene la posibilidad de disfrutar de las áreas naturales y sus actividades ecoturísticas —tour del mangle, senderismo, aviturismo, arqueología y turismo comunitario, entre otros—, y del intercambio cultural con la comunidad. El impacto negativo al medioambiente es cero, durante la estadía se utiliza energía solar y elementos biodegradables”, afirmó Castillejo.
Según la empresaria, esta actividad puede tener mayor alcance, ya que se puede llegar a esos destinos donde no hay infraestructura adecuada para el turismo o hacia aquellos destinos no tradicionales que están en contacto con la naturaleza, pero lo más importante sin impactar negativamente en el ambiente.
Como un hotel de 5 estrellas
En casi todos los casos las tarifas de estos alojamientos son equivalentes a un hotel de 4 o 5 estrellas e incluyen todos los servicios. Es posible que algunos glampings ubicados en lugares insólitos o parajes naturales de gran belleza superen esas cifras.
Hay que tener en cuenta que la hostelería está evolucionando y que los consumidores desean localizaciones nuevas donde la aventura sea un valor agregado dentro de los servicios.
Para Marco Walter, de Jesolo International Club Camping, el glamping consigue sus mayores éxitos convenciendo a los no campistas de que este tipo de vacaciones merece la pena.
“Más del 90% de la población europea nunca ha ido de camping, por lo que el potencial es enorme, al ofrecer un elevado nivel de calidad a precios relativamente bajos”.
El mayor potencial corresponde a los viajes premium, que ofrecen a los turistas la oportunidad de experimentar la naturaleza con los cinco sentidos, al mismo tiempo que les ofrecen retazos de la cultura local del destino, agrega.
El glamping se materializa en diferentes formas de alojamiento. Una de ellas consiste en tiendas tipo safari, fabricadas en madera y lona, que recuerdan a las utilizadas por la clase acomodada europea y americana a principios del siglo XX en sus expediciones a África. Los bungalós temáticos y otros formatos, como casas en los árboles, son otra muestra.
Lesly Aguilar, gerente de mercadeo y ventas de Selina, en Antigua Guatemala, refiere que en un año el área de glamping que ofrecen creció de dos carpas, a seis, porque la demanda de este tipo de hospedaje es alta, por lo tanto, esperan que a futuro crezca y puedan ofrecer más amenidades.
La innovación está presente
Andreas Kuestermann, presidente de la Comisión de Turismo Sostenible de Agexport y presidente de Porta Hotels, dijo que las empresas de turismo apuntan cada vez más a promover una gestión de operaciones sostenibles.
En su opinión, en Guatemala muchas empresas han hecho el compromiso de certificarse en buenas prácticas o sellos de calidad. Por ejemplo, a escala nacional el sello Q, Sello centroamericano SICCS (Sistema integrado centroamericano de calidad y sostenibilidad) del Sitca (Secretaría de Integración Turística Centroamericana).
“La innovación en este tipo de gestión es que se cambia toda la cultura organizacional de la empresa para responder a los principios de sostenibilidad: Económicos, ambientales y sociales.
Lo que se pretende es que haya un cambio de cultura y generar un impacto positivo, no solo en los ingresos de las empresas, sino a nivel socio-cultural y ambiental en los actores principales que interactúan con ella, por ejemplo, comunidades cercanas, destinos turísticos, proveedores, clientes, entre otros.
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