No es para menos si se tiene en cuenta que China es el mayor fabricante de bolígrafos, con 3 mil empresas dedicadas a esta actividad, pero que durante años ha tenido que importar esas puntas rodantes que dosifican y distribuyen la tinta en el papel.
Las puntas de bolígrafo extranjeras están patentadas, así que los fabricantes chinos se vieron obligados a gastar unos US$17 mil millones anuales en importar estos diminutos componentes, lo que contribuyó al escaso margen de beneficio del sector.
China tiene una apabullante producción de 38 mil millones de unidades anuales, pero las marcas encargadas de su producción sólo obtenían 10 céntimos de yuan (un céntimo de dólar) de beneficio por cada uno, la vigésima parte de su precio en papelerías y tiendas.
Las dificultades del sector chino por poder sacar de la línea de producción un bolígrafo 100 por 100 nacional han sido durante años motivo de incomodidad e incluso de vergüenza para los líderes comunistas, hasta el punto de que hace un año el primer ministro, Li Keqiang, se lamentó públicamente de ello.
“Los fabricados aquí escriben de forma más áspera”, se quejó Li en diciembre de 2015 en un seminario económico en Pekín, lo que refleja la obsesión del Gobierno por un asunto aparentemente banal, pero en el que se invertían millones para poder solucionarlo.
Manos a la obra
En 2011 se lanzó un programa nacional de investigación al que se unió TISCO, entre otras firmas, con una inversión de US$8 mil 600 millones en cuatro años.
Fabricar una bola de bolígrafo perfecta, señalaba esta semana la agencia oficial Xinhua, requiere acero de una calidad especial, fácil de cortar pero difícil de quebrar, y que debe ser sometido a una veintena de procesos para conseguir la casi perfección.
En tales procesos se añaden “microelementos especiales” , subrayaba Xinhua, sin dar más detalles de un secreto casi tan guardado como el de la Coca Cola, y que a TISCO le costó mucho tiempo dominar, hasta que descubrió que añadiéndolos al acero cortados en una estructura distinta (de forma lineal, en vez de redondeada) producían el efecto deseado.
El resultado son bolígrafos de alta calidad, capaces de escribir continuamente durante al menos 800 metros y que con la colaboración del fabricante Beifa, uno de los mayores del país, ya comenzaron a producirse en junio de 2016, aunque el logro se ha anunciado ahora.
“Las puntas son a prueba de desgastes, con excelente escritura y pueden sustituir completamente a las importadas” , dijo a Xinhua el director del laboratorio de pruebas de Beifa Hu Shengyang.
China, que hasta ahora dependía sobre todo de la importación de puntas de bolígrafo de Japón -un rival comercial y político-, podría tardar solo dos años en sustituir esas compras por producción nacional: el país se ha fijado oficialmente la meta de ser “un líder internacional en innovación” antes de 2030 y eso pasa por el dominio de todo tipo de objetos, hasta los aparentemente más simples.