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Por qué es momento de tomar en serio a las microfinancieras (y cuál es su rol en esta pandemia)

El sistema microfinanciero opera en un entorno desafiante producto de las medidas para contener la emergencia de la pandemia. Aunque las necesidades de financiación se dispararon, el sector vivió una contracción.

Las microfinancieras son un apoyo financiero para pequeños productores afectados por la pandemia. (Foto Prensa Libre: cortesía Agrequima)

Las microfinancieras son un apoyo financiero para pequeños productores afectados por la pandemia. (Foto Prensa Libre: cortesía Agrequima)

No existe consenso sobre el papel de las microfinancieras en esta crisis. Por un lado, se ve como uno de los pilares que contribuyan a la recuperación económica de la región; pero, al mismo tiempo, estas entidades también pueden verse afectadas por las vulnerabilidades a las que están expuestos sus propios usuarios.

Según la Red Centroamericana y del Caribe de Microfinanzas (Redcamif), entre diciembre de 2019 y junio de 2020 la cartera de las microfinancieras en la región disminuyó 6% en promedio y su calidad se deterioró.

Como consecuencia de esto, sus indicadores de rentabilidad presentan una tendencia negativa, mostrando caídas de más del 40%, en promedio.

El impacto de la pandemia aumentó las necesidades de financiamiento tanto en Guatemala como en El Salvador. Lo valida Aristóteles Esperanza, gerente general de la financiera ProEmpresa en Perú, y quien participó recientemente en el Foro Internacional para Instituciones Financieras organizado por Qualis Asesores de El Salvador y Qualis Asesores de Guatemala llamado: “Los desafíos del Sector Financiero ante la Reactivación Económica”. 

Indicó que, por ejemplo, en el caso de Guatemala la necesidad de financiamiento se estima en US$10 mil millones, y para El Salvador en US$5 mil millones.

“Hay segmentos de la población que no reciben servicios financieros como se espera y por ello la importancia de las microfinanzas”, expresó Esperanza.

Otro efecto de la pandemia es el desempleo y ahí también juegan un papel importante las microfinancieras, que con una pequeña inversión inicial se pueden establecer negocios al visualizar oportunidades de mercado, y promover así el autoempleo.

Las instituciones financieras deben gestionar la liquidez, mantener y ampliar las líneas de crédito existentes, mejorar ingresos, reducir gastos como respuesta a la potencial reducción que puedan tener aquellas entidades que captan depósitos del público, refirió el especialista en microfinanzas.

Así como redefinir los planes anuales con la nueva realidad, hacer permanentemente pruebas de estrés con diferentes escenarios, interactuar activamente con los acreedores para reconfirmar los planes de financiación previamente acordados, “algunos cerrarán y no querrán desembolsar contratos firmados por el temor a la pandemia”, afirmó.

También, deben estar listas para gestionar los aumentos de retiros de los depósitos del público, el aumento de los costos de los fondos, y garantizar excedentes de liquidez más altos de lo habitual.

Suprimir lo que no genera valor

Otra opción, es eliminar proyectos que no generan valor en el mediano plazo, revisar el riesgo de plazo de activos y pasivos y los costos de cobertura.

“El riesgo financiero se mantendrá latente con o sin pandemia, por lo tanto, se deben establecer mejores estrategias de admisión de créditos y segmentar la base de la clientela actual y la que aún no se tiene para determinar los riesgos a través de las personas que tienen micro y pequeñas empresas de alto, mediano y bajo riesgo; y ahí tomar decisiones de dónde orientar los recursos”, explicó Esperanza.

La mejor referencia que tiene un cliente es su historial crediticio, la misma metodología establece que entre más pequeño es el monto del préstamo más importante es la investigación de la personalidad del cliente.

La microfinanzas otorgan acceso a las personas que nunca han tenido crédito, y para eso hay una metodología crediticia, que consiste en conocer su modelo de negocio o unidad productiva, evaluar su entorno familiar y el presupuesto de ingresos y gastos, además de analizar el flujo diario de caja, porque de ahí pagará su préstamo, eso es lo que hay que seguir haciendo con los clientes, afirmó Esperanza.

Demanda de microcréditos en aumento

La demanda de microcrédito en el país aumentó como lo demuestra la cartera del sector, que según datos de la Red de Instituciones de Microfinanzas de Guatemala –Redcamif–, en 2018 sumó alrededor US$$2 mil 076 millones, equivalente aproximadamente a Q15 mil 900 millones.

De acuerdo con expertos en microfinanzas, en los últimos años el sector ha crecido entre 5% y 7% debido a la demanda de recursos para emprender.

Según la institución mencionada, los créditos otorgados por el sector beneficiaron a 2 millones 405 mil 252 empresarios en donde 1 millón 491 mil 256 pertenecen al cooperativismo (62%), 481 mil 50 (20%) están en el sector bancario y los restantes 432 mil 945 (18%) forman parte de las entidades de microfinanzas.

Las estadísticas también revelan que de las 433 instituciones de microfinanzas que se estiman operan en el país, el 75% equivalente a 325, se ubican en el sector cooperativo; el 23%, representado en 100 entidades, corresponde a las microfinancieras; mientras que el restante 2% están ubicadas en 8 bancos del sistema financiero del país.

Las organizaciones afiliadas a la Cámara de Microfinanzas representan una cartera activa de Q14 mil 800 millones con más de tres millones de clientes activos, así como un millón doscientos mil prestatarios, que reciben atención a través de 700 agencias y 1 mil 700 puntos de servicios, con el apoyo de más de 10 mil 600 colaboradores.

Implementar acciones en medio de la crisis

Felipe Abelardo Pérez Sosa, profesor de la Escuela de Negocios del Tec de Monterrey, comentó que debido a la relevancia que tienen estas instituciones para el acceso al financiamiento de la población más necesitada, resulta pertinente que se tomen las medidas necesarias para fortalecer la solvencia del sector y reducir su exposición al riesgo.

En este sentido, algunos ejemplos de acciones que podrían implementar las microfinancieras son:

  • Renegociación de plazos y condiciones de crédito.
  • Diferimiento de pagos.
  • Toma de decisiones con base en la elaboración de pruebas de estrés y análisis de sensibilidad.
  • Colaborar con aliados estratégicos, y la innovación de sus modelos de negocios.

Pérez agregó que será fundamental para el sector el apoyo de fondos gubernamentales que otorguen inyecciones de recursos financieros de manera directa; apoyos a las cadenas productivas, para disminuir el riesgo de impago; y propiciar la colaboración con organismos multilaterales que ofrezcan apoyos técnicos y financieros adecuados para el sector.

En estos momentos de crisis económica y sanitaria, es cuando se vuelve más necesario para los sectores más vulnerables el contar con las redes de apoyo que les ayuden a salir adelante; por lo que la supervivencia y fortalecimiento de las microfinancieras de Centroamérica y el Caribe es un tema que puede volverse estratégico para impulsar la recuperación económica post-covid de la región, concluye el catedrático.

ESCRITO POR:

Natiana Gándara

Editora de Economía en Prensa Libre, con más de 15 años de experiencia en medios radiales, televisivos, impresos y digitales.