Para la secretaría de Economía,”el T-MEC dota de certidumbre a inversionistas, consumidores y productores para seguir apostando por la economía mexicana integrada con una América del Norte económicamente vigorosa”, añadió.
Por ser un acuerdo internacional, no necesita ser discutido en la Cámara de Diputados. Así, México se convirtió en el primero de los signatarios que ratificó el tratado, mientras Canadá espera hacer lo propio tras la ratificación de Estados Unidos que, según Robert Lighthizer, representante comercial, marcha por buen camino.
El flamante tratado integra temas como derechos laborales, comercio digital, medidas contra la corrupción, pequeñas y medianas empresas y medio ambiente, defendió el senador Héctor Vasconcelos, del partido oficialista Morena, fundado por López Obrador.
Tensiones
La ratificación fue aprobada en medio de tensiones entre México y Estados Unidos.
A finales de mayo, Trump amenazó con imponer aranceles graduales del 5% al 25% a partir del 10 de junio a las exportaciones de México si no frenaba el creciente flujo de indocumentados -en su mayoría provenientes de Guatemala, Honduras y El Salvador- que llegan a través de su territorio hasta a la frontera sur de Estados Unidos.
El 7 de junio, ambos países alcanzaron un acuerdo para suspender la aplicación de los aranceles: Estados Unidos le dio a México un periodo de 45 días para poner en marcha medidas que ordenen y frenen el tránsito de migrantes.
Entre estas medidas figura el despliegue de 6 mil elementos de su Guardia Nacional a lo largo de la frontera con Guatemala y el refuerzo de más de 800 agentes migratorios.
La semana pasada, la oposición en el Senado aplazó la votación del T-MEC en comisiones hasta que el canciller Marcelo Ebrard explicara las negociaciones migratorias con Washington, temiendo que México se hubiera comprometido a ser “tercer país seguro”, es decir, que los migrantes que lleguen a su territorio tuvieran que pedir asilo a México y no a Estados Unidos. El viernes, Ebrard negó ante el Congreso que ese fuera el caso.
“No nos humillemos”
“No debemos continuar así (…) no doblemos la espalda, no nos agachemos, no nos humillemos ante las amenazas y chantajes. Que ningún país violente nuestra soberanía y condicione las decisiones” comerciales con demandas de otra índole, protestó el senador Antonio García, del izquierdista Partido de la Revolución Democrática (PRD), haciendo referencia a la política de Trump.
Sin embargo, dio su apoyo renuente al nuevo tratado.
“No es el mejor tratado pero es lo que hoy se tiene (…) se debe ir buscando mejores condiciones” para los mexicanos, dijo.
La senadora Gina Cruz, del conservador Partido Acción Nacional, coincidió en que “las guerras comerciales son estériles”, y estimó que la aprobación del nuevo tratado sería una “señal clara al mundo de que el camino correcto de las economías del presente es una mayor cooperación” y “de que México dará certidumbre”.
Una minoría de legisladores expresaron su desacuerdo con el nuevo tratado, argumentando que promueve la desigualdad a través de un modelo capitalista basado en la “mano de obra barata”.
El T-MEC quedó concluido con México y Canadá el 30 de noviembre y sustituirá al TLCAN vigente desde hace 25 años. Establece especialmente para el poderoso sector automotriz cambios en las normas de origen e impone mayores compras de componentes estadounidenses, en tanto obliga a México a revisar sus normas laborales y elevar los salarios del sector.
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