De Bonilla, presidió ese cuerpo colegiado en 2008 y 2009 cuando ocurrió la crisis financiera global, pero hace hincapié que los efectos económicos del coronavirus no tienen comparación.
Llama la atención que la economía tiene que abrirse de manera ordenada y gradual para evitar una nueva ola de contaminación y que obligue aumentar las medidas.
¿Cómo hay que entender esta crisis de la pandemia del coronavirus?
Como una crisis sanitaria con fuertes impactos económicos y sociales, sin precedentes en la historia económica moderna; el FMI pronostica la contracción económica mundial más fuerte desde la gran depresión de 1930 y solo comparable para varios países de Europa con la experimentada después de la segunda guerra mundial.
¿Cómo se debe enfrentar desde el punto de vista, fiscal, económico y monetario?
Desde el punto de vista fiscal, aumentando el gasto para atender en primer lugar la crisis sanitaria, proteger la vida y los medios de vida de las personas, y oxigenar a las empresas con suficiente liquidez, créditos accesibles y reestructuración de créditos vigentes, principalmente a las micro, pequeñas y medianas empresas.
En la etapa de reactivación, los gobiernos necesitarán continuar expandiendo el gasto para apuntalar la economía. Los limites a esta expansión no son los mismos en los diferentes países y regiones.
Países con bajos niveles de endeudamiento, déficits fiscales moderados y ahorros presupuestarios tendrán un mayor espacio. A la política monetaria le corresponde promover condiciones de liquidez que coadyuven a reducir el costo del crédito y resguardar la estabilidad financiera.
¿Cuáles son las grandes diferencias entre la crisis financiera del 2008 y 2009, con relación a la del coronavirus?
La crisis financiera 2008-2009 tuvo su origen en el colapso de la burbuja inmobiliaria de Estados Unidos, que ocasionó un desplome de las hipotecas subprime que son aquellas con mayor riesgo crediticio y que habían crecido exponencialmente por medio de la creación de instrumentos financieros sofisticados.
El problema se extendió a otras latitudes dada la interconexión de los mercados financieros, traduciéndose rápidamente en una crisis financiera global, cuya consecuencia fue una profunda crisis de liquidez que impactó los mercados bursátiles e interrumpió la intermediación financiera.
Como consecuencia de lo anterior, la economía mundial cayó en recesión en 2008 y 2009 y la recuperación fue lenta y desigual entre países y regiones.
La crisis ocasionada por el covid-19 se origina de una crisis sanitaria global que obliga a los gobiernos de los diferentes países a implementar medidas de contención para prevenir o al menos aplanar la curva de contagios.
Estas medidas al implicar una paralización total o parcial de la economía están teniendo repercusiones significativas tanto por el lado de la oferta como de la demanda.
Si bien hay sectores más golpeados como el de turismo, en general el impacto es fuerte para la mayoría de las actividades. En este sentido, las empresas y hogares están viendo afectados sus ingresos y teniendo complicaciones para atender sus compromisos, incluyendo los pagos de préstamos. Los países de todo el mundo están implementando programas de ayuda a hogares y empresas para mitigar el impacto, y monitoreando los sistemas financieros para evitar un contagio a este sector, el cual registra actualmente mejores indicadores de liquidez y solvencia.
¿Cuáles fueron los aspectos y decisiones que, en su momento se tomaron en el 2008 y 2009 y que pueden implementarse ahora?
En la crisis financiera, el principal reto era proveer de liquidez al sistema financiero, principalmente en dólares, en vista de la interrupción que tuvieron las líneas de crédito con bancos corresponsales y porque se redujo el ingreso de divisas por remesas familiares.
Para el efecto, la JM aprobó la implementación de ventanillas de provisión de liquidez en quetzales y en dólares, en plazos que podían alcanzar hasta 180 días, se flexibilizó el cómputo del encaje y se redujo la tasa líder ante la potencial desaceleración en el crecimiento económico.
Medidas similares ya fueron tomadas actualmente por la JM, que introdujo, además, la posibilidad de compra de títulos públicos a los bancos y la flexibilización del reglamento para la administración del riesgo crediticio, lo que permite a los bancos del sistema facilitar la reestructuración de créditos a sus clientes.
En materia cambiaria, se mantuvo la regla de intervención y en forma excepcional se utilizó la herramienta de venta extraordinaria de divisas al mercado cuando se generó una volatilidad excesiva del tipo de cambio que lo llevó a cerca de Q8.50 por US$1.
A partir de allí la regla se ha perfeccionado: el Banguat cuenta ahora con información en tiempo real del mercado, lo que le permite una intervención más oportuna cuando se activa la regla; el número de participaciones que puede tener es mayor y el monto de participación en cada subasta también aumentó.
¿Cuál cree que fueron los puntos claves que se adoptaron y que permitieron que la crisis del 2008 y 2009 fuera de menor impacto económico a lo previsto ahora? (en circunstancias diferentes).
Es difícil hacer comparaciones porque como expliqué se trata de dos crisis totalmente diferentes. Si bien el impacto económico fue severo durante la crisis de 2008-2009 por la interrupción en el canal de intermediación financiera, las medidas extraordinarias monetarias y fiscales adoptadas por los diferentes países, principalmente los avanzados, logró en alguna medida mitigar los efectos.
La recesión fue menor a la que se pronostica para el presente año derivada del covid-19.
En Guatemala y demás países de Centroamérica el impacto se dio fundamentalmente en la economía real, dado el menor grado de desarrollo y baja interconectividad de los sistemas financieros de la región con el resto del mundo.
En este sentido, si bien se implementaron los mecanismos de provisión de liquidez adicional al sector bancario, su uso fue escaso pues en pocos meses se normalizaron las líneas de crédito del exterior.
El país no sufrió recesión, pero el crecimiento se desaceleró significativamente aumentando únicamente 0.5% en 2009, debido principalmente a la disminución de la demanda externa y la caída en las remesas familiares, ante la recesión que experimentaban nuestros principales socios comerciales.
Por el lado fiscal, los ingresos tributarios sufrieron una importante reducción, lo que dificultó implementar una política fiscal contra cíclica como tal; si bien el gasto público se expandió, fue para atender principalmente gasto de funcionamiento.
Si usted estuviera dirigiendo la Junta Monetaria ¿qué aspectos pudiera recomendar en cuanto al manejo de esta crisis?
Considero que la respuesta hasta ahora ha sido la adecuada; se disminuyó la tasa líder en 75 puntos porcentuales, se implementaron ventanillas de liquidez temporal al sistema bancario en quetzales y en dólares, con plazos de hasta 180 días, se flexibilizó el reglamento de administración de riesgo de crédito y el Banguat suspendió temporalmente la colocación de depósitos a plazo para dejar libre esa liquidez.
Por otra parte, los Q11 mil millones de bonos del tesoro colocados con el Banco de Guatemala, con base en lo que estipula el Art. 133 de la Constitución, aumentarán la liquidez en la medida en que el gobierno vaya ejecutando los diferentes programas relacionados con la pandemia, mientras que la demanda de crédito se mantendrá baja por lo menos en lo que resta del año.
La flexibilidad de la política cambiaria es importante, limitando las intervenciones a evitar excesiva volatilidad como lo estipula la regla.
En Estados Unidos, la Unión Europea y otros países desarrollados los bancos centrales han inyectado montos masivos de liquidez, utilizando incluso política monetaria no convencional que ha acompañado políticas fiscales también expansivas; el propósito ha sido no solo apuntalar los programas de ayuda a los hogares y evitar quiebras masivas de empresas sino también evitar un contagio al sistema financiero.
Hay que recordar que la deuda corporativa no financiera a nivel global venia aumentando exponencialmente desde la crisis financiera.
Muchas empresas ya estaban bastante apalancadas antes de la pandemia, lo que se consideraba un riesgo potencial para la estabilidad financiera.
En resumen, si bien en este momento no considero que sea necesaria en Guatemala una política monetaria más agresiva, si estimo importante que las autoridades mantengan un estrecho monitoreo del mercado y que se fortalezcan las herramientas para preservar la estabilidad financiera; en este contexto, es de suma importancia que el Congreso apruebe las reformas a la Ley de Bancos y Grupos Financieros que le fueron remitidas por el ejecutivo hace casi cuatro años.
¿Qué efectos reales en la economía, en el tema fiscal y monetario podrían presentarse a corto plazo y mediano plazo?
Los efectos en la economía ya se están sintiendo y son consecuencia de un choque externo y uno interno.
El choque externo es provocado por la recesión económica que está experimentando el mundo, derivado de la pandemia, y que se refleja en el desplome en el precio de las materias primas, la contracción de la demanda externa y la caída de las remesas familiares.
El choque interno se origina por las medidas de contención sanitaria adoptadas por el gobierno, que han implicado la paralización total o parcial de las diferentes actividades económicas, con las consiguientes repercusiones en el consumo, empleo e inversión.
El Banguat pronostica una contracción en el crecimiento económico para 2020 que podría alcanzar hasta 1.5%; a nivel de actividades, la mayoría sufrirá una contracción o desaceleración.
El sector informal es uno de los más afectados dadas sus características; la caída en las remesas está impactando directamente el consumo de los hogares, hay mucha fragilidad en el empleo y hay empresas que han cerrado o luchan por sobrevivir.
En este sentido, es urgente que se acelere la ejecución de los programas puestos en marcha por el gobierno para que la ayuda llegue a los más afectados lo antes posible.
Para 2021 organismos como el FMI y el Banco Mundial pronostican una recuperación en V, tanto a nivel mundial como para el país, pero esto sólo ocurrirá si se cumplen los supuestos utilizados en cuanto a la intensidad y duración de la pandemia, si las medidas de contención se implementan con efectividad y si los planes de reactivación se preparan en forma temprana; los organismos advierten potenciales riesgos a la baja; la incertidumbre en torno a los pronósticos es elevada.
En el caso de Guatemala, la recuperación en 2021 dependerá no solo de las medidas que a nivel interno se adopten, sino de la recuperación de nuestros principales socios comerciales, en particular Estados Unidos cuyos indicadores económicos se han deteriorado fuertemente en las últimas semanas registrando cifras récord de desempleo.
En materia fiscal, el déficit alcanzará un 6% en 2020 y la deuda pública se incrementará a alrededor de 30% del PIB.
Se esperaría que el déficit regrese a niveles moderados al superarse la crisis, pero ello dependerá de la rapidez con que se recuperen los ingresos tributarios.
Por otra parte, la política fiscal puede jugar un papel importante en la etapa de reactivación con un apuntalamiento de la inversión pública, sin descuidar el gasto social prioritario en donde sectores como salud, educación y seguridad requerirán de fuertes inversiones.
Sin embargo, la limitante serán los recursos fiscales disponibles. Durante la crisis financiera, la carga tributaria retrocedió casi dos puntos y tardó prácticamente dos años en comenzar a recuperarse sin que haya logrado todavía regresar al nivel precrisis.
La carga tributaria de Guatemala se ubica entre las más bajas del mundo y será impactada fuertemente con esta nueva crisis.
En este contexto, será fundamental intensificar los esfuerzos para:
- Fortalecer la administración tributaria
- Iniciar un nuevo diálogo que permita encontrar soluciones para el fortalecimiento y sostenibilidad de los ingresos fiscales, más allá de los esfuerzos administrativos,
- Gestionar fuertemente el programa de alianzas público-privadas ya que gran parte de la inversión pública se tendría que realizar por este mecanismo.
La política monetaria tendrá que ser acomodaticia a la política fiscal, pero cuidando en todo momento la estabilidad macroeconómica y financiera. Es muy importante la coordinación entre la política fiscal, monetaria y financiera.
¿Qué se necesitará para reactivar la economía lo antes posible?
Abrir en forma ordenada y gradualmente la economía, como ya se está haciendo, con las precauciones del caso para evitar el riesgo de una nueva ola de contagios que obligue a retroceder.
En una segunda etapa, enfocar la inversión pública en los sectores que generen más valor agregado y sean más intensivos en mano de obra y apoyar al sector privado para que pueda aprovechar las oportunidades que se abrirán en los mercados interno y externo, al mismo tiempo que replantean sus modelos de negocios en forma congruente con la nueva realidad.
¿Podría haber un retroceso en indicadores sociales en los cuales se habían avanzado?
El riesgo es elevado; de hecho, organismos como Cepal están proyectando un aumento en la tasa de pobreza de 4.4 puntos porcentuales en América Latina y el Caribe, como resultado de la fuerte contracción económica estimada para la región.
En Guatemala, en donde según la última Encuesta de Condiciones de Vida (Encovi) la pobreza supera el 50%, los esfuerzos para combatirla tendrán que intensificarse, lo que requerirá de voluntad política, contar con los recursos necesarios y agilizar la ejecución.
Se dice que de toda crisis hay oportunidades y lecciones ¿qué se puede aprender del efecto del coronavirus, para las autoridades, sector productivo y la ciudadanía?
Guatemala entró con fortalezas y debilidades a enfrentar el covid-19-.
Entre las fortalezas destacan la estabilidad macroeconómica, que es un activo muy importante, la base diversificada de la economía, el nivel moderado de endeudamiento público y externo, la robustez de las reservas monetarias internacionales, un sistema bancario sólido, la solidaridad de la población y un presidente que ha asumido un liderazgo inteligente desde el principio.
La mayor debilidad desde mi punto de vista es la precariedad del Estado, reflejada en su débil institucionalidad, baja capacidad de ejecución y reducido tamaño.
La carga tributaria es de las más bajas del mundo y se avizora un fuerte impacto negativo en la recaudación que la debilitará aún más.
Las condiciones del sistema de salud son precarias y los altos niveles de informalidad son reflejo de una economía que no crece lo suficiente para atender la demanda de trabajo.
Una de las principales lecciones es que se hizo evidente la poca preparación que existía en el mundo para enfrentar una crisis como esta, desde los países más avanzados hasta los más pobres, con pocas excepciones.
Quedó al descubierto la fragilidad de los sistemas de salud y la necesidad de invertir fuertemente en este sector en los próximos años.
También se evidenció para las grandes empresas multinacionales, la vulnerabilidad que representa descansar sus procesos productivos en pocos países y empresas lo que los está obligando a repensar sus planes de negocios dando prioridad a la diversificación de su cadena de abastecimiento.
Para la región de ALC, se hizo latente la vulnerabilidad que implica la elevada dependencia de las manufacturas importadas, lo que se ha puesto de manifiesto ante las restricciones impuestas por varios países a la exportación de productos esenciales para combatir la pandemia.
En cuanto a las oportunidades, la diversificación de la cadena de abastecimiento de las grandes empresas a nivel mundial puede significar una oportunidad para la región y para Guatemala.
Asimismo, durante el confinamiento, han surgido en el país una serie de emprendimientos y negocios innovadores, principalmente relacionados con ventas en línea y servicios a domicilio que pueden constituir un aporte importante en la fase de recuperación.
Fomentar el turismo local (lo que requiere mejoras en la infraestructura vial) también constituye una oportunidad importante, así como suscribir acuerdos integrales de asociación con Centroamérica y la República Dominicana que vayan más allá del intercambio comercial.
Finalmente, como lo están promoviendo organismos internacionales, es importante aprovechar la oportunidad para impulsar una reactivación económica ambientalmente sostenible.
¿Qué podría enfrentar la economía, el tema fiscal y monetario para 2021?
Si se logra contener la crisis sanitaria, la actividad económica entraría en 2021 en una fase de expansión que deberá ser facilitada con agilización de trámites, licencias y gestiones por parte del gobierno.
En cuanto a política fiscal, debería continuar siendo expansiva principalmente por medio de una mayor ejecución de inversión pública.
La gran limitante como mencioné será la escasez de recursos fiscales, lo que requerirá de estrategias innovadoras que involucren al sector privado y la inversión extranjera. La política monetaria, por su parte, tendría que seguir siendo acomodaticia, en tanto no se presenten presiones inflacionarias.
¿Considera que a nivel mundial podría haber un nuevo ordenamiento económico?
Estamos viendo que muchos países están implementando medidas proteccionistas, y privilegiando sus mercados locales.
Sin embargo, no considero que el mundo vaya a dar un giro total hacia los mercados internos adversando el libre comercio y la globalización porque ello redundaría en mercados y economías más reducidos y menor competencia, lo que generaría en menores fuentes de empleo, el encarecimiento de bienes y servicios y un aumento en la pobreza.
Pero que habrá grandes cambios es innegable, entre ellos un menor nivel de interdependencia productiva y comercial a nivel mundial, reforzando la tendencia que ya se venía observando desde antes del covid-19, una mayor regionalización de la economía mundial, la readecuación de planes de negocios de las empresas incorporando las medidas de distanciamiento social y un mayor uso de recursos tecnológicos.