Cuando los familiares se incorporan al negocio familiar, lo hacen con los valores familiares ya asimilados. Por su lado, el apellido de los dueños refuerza la identidad de la empresa porque aporta fiabilidad y referencia.
El hecho de contar con una familia propietaria influencia positivamente a la empresa frente a los competidores, acreedores, clientes y proveedores.
Muchas empresas familiares son buscadas para hacer negocios por la rectitud y la transparencia con la que actúan, y porque detrás hay personas respetables y conocidas por su ética.
No obstante, los cambios sociales, económicos y generacionales son algunos de los obstáculos a superar para garantizar una correcta supervivencia de los valores de los fundadores ?a través del tiempo. Cuando la familia crece, el reto es mantener la unidad porque los miembros se dispersan geográficamente y también por las diferencias de edad.
Además, usualmente, las nuevas generaciones están más preocupadas por el corto plazo, quieren ver resultados inmediatos, lo que dificulta inculcar a los más jóvenes valores fundamentales como la paciencia y el autocontrol.
El ímpetu de las nuevas generaciones y el actual y acelerado ritmo que nos toca vivir choca, en ocasiones, con la importancia de trabajar con una visión a largo plazo, lo que a veces implica hacer sacrificios y/o concesiones en el corto plazo.
A esta dificultad se agrega la necesidad de transmitir los valores a los colaboradores, quienes no son miembros de la familia y, por lo tanto, no viven de la misma manera ese vínculo emocional.
Ellos traen sus propios valores de familia, que no necesariamente coinciden con los valores de la familia empresaria. En ese sentido, se debe aprender a armonizar lo emocional con? lo racional para lograr que los colaboradores compartan con la familia empresaria una filosofía común.
Entonces, la incorporación de profesionales externos presenta el reto de mantener los valores en el negocio. Muchas empresas familiares se plantean como desafío principal mantener siempre a la familia unida, aún en los momentos difíciles del negocio o de la familia. En ese sentido, la necesidad de conocer en profundidad el carácter de todos y cada uno de los miembros y saber comunicarse mezclando vínculos familiares y profesionales es esencial para mantener la unidad familiar más allá de la empresa.
El negocio se desarrolla de forma racional pero los vínculos son emocionales, por eso es complejo.
Lograr la convivencia con armonía cuando cada uno tiene motivaciones diferentes, es uno de los grandes retos de las empresas familiares, pero sobre todo, de sus juntas directivas y gerentes generales.
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