“También me cautivó la paz y el aroma que emana la flor. Al regresar al país concluimos la compra del terreno en San Mateo, Milpas Altas, y empecé sembrando tres plantas”, comenta Pira de Liano.
El emprendimiento la orientó a estudiar e investigar sobre la flor de lavanda; también se unió a la Asociación de Cultivadores de Lavanda y realizó los contactos para poder obtener documentos, libros y toda la teoría.
Existen 22 tipos de lavandas diferentes y por esa razón el aroma cambia: española, italiana, francesa… y cada una tiene propiedades, color y forma diferente.
La plantación empezó a crecer en el primer año e invitó a unas amigas a conocer el terreno.
Fue cuando una de ellas, quien es química, le comentó de todas las oportunidades que podía obtener de la planta.
“En ese entonces ya había logrado obtener vástagos y tenía 100 plantas. En los viveros lo más que había visto era un tamaño pequeño, la planta puede llegar a medir medir metro y medio porque es arbusto”, explica.
Por esta razón empezó a estudiar cómo hidroestilar la planta y elaborar aceites con el agua de la destilación.
Productos orgánicos
Después de estudiar todo el proceso y conocer bien las propiedades de la flor de lavanda, Pira de Liano empezó a fabricar aceites, jabón líquido y sólido para cuerpo a base de leche de cabra, otros de glicerina, ambos con flor de lavanda, fragancia para ropa de cama, popurrí de lavanda, macetas y plantas para sembrar.
Dentro de sus estudios también encontró todas las propiedades medicinales de la lavanda, que puede utilizarse para contrarrestrar migraña, insomnio y relaja los músculos. Por ello, se encuentra en proceso de deshidratar la flor y embolsarla para vender té, sin necesidad de endulzante porque la flor tiene su propio aroma y dulzura natural.
Con su primera producción llegó el momento de empezar a vender y comercializar el producto pero no sabía cómo o dónde hacerlo.
Francis Pira de Liano
Propietaria de Jardines de Provenza.
Fue entonces cuando partició en el Farmer´s Market de Café Saúl y se integró a la comunidad El Panal, donde la asesoraron cómo proyectarse y le brindaron herramientas para poder comercializar de mejor manera sus productos, además de la oportunidad de realizar contactos con otros proveedores como floristerías, decoradores de bodas y fotógrafos profesionales que solicitan el jardín en alquiler para toma de fotografías de bodas y quince años.
El negocio ha ido prosperando y lleva por nombre Jardines de Provenza, porque es en este lugar de Francia donde se producen las mejores flores de lavanda del mundo.
El producto es 100% orgánico. En su cultivo no se utiliza abono, fertilizante o funguicida químico, y se han combatido bacterias y plagas que afectan a la planta con productos naturales.