Economía

La pandemia podría dejar secuelas en una generación de madres trabajadoras

Trabajar durante la pandemia ha tenido un significado muy distinto para Virginia Dressler y su esposo, Brandon.

|

Virginia Dressler pasa los días en casa cuidando a sus gemelos de 3 años al tiempo que ejerce su carrera como bibliotecaria digital. (Foto Prensa Libre: The New York Times)

Virginia Dressler pasa los días en casa cuidando a sus gemelos de 3 años al tiempo que ejerce su carrera como bibliotecaria digital. (Foto Prensa Libre: The New York Times)

Mientras él, que es chofer repartidor, continuó con sus rutas cerca de su hogar en Newbury, Ohio, ella pasaba los días cuidando de sus gemelos de 3 años. Solo hasta que su esposo llegaba a casa a las seis de la tarde ella podía dedicarse a su trabajo como bibliotecaria de proyectos digitales en la Universidad Estatal de Kent, y terminar su turno de ocho horas desde casa aproximadamente a las dos de la mañana.

Después, él fue suspendido sin goce de sueldo y se hizo cargo de algunas de las responsabilidades del cuidado de sus hijos; sin embargo, ahora, con la reapertura de la economía, la idea de retomar sus actividades en el campus llena a Virginia Dressler de ansiedad: las guarderías apenas comienzan a reabrir, con restricciones, así que ¿quién cuidará de sus hijos?

“Todas estas cosas me dan vueltas en la cabeza”, afirmó, “Estamos tratando de idear un plan A, plan B y plan C”.

A medida que la pandemia modifica la vida laboral y hogareña, las mujeres han soportado una mayor proporción de la carga, tienen mayores probabilidades de perder su empleo y de asumir las consecuencias del cierre de las escuelas y las guarderías. Para muchas madres trabajadoras, la reapertura gradual no resolverá sus problemas, sino que los agravará, obligándolas a abandonar la fuerza laboral o a incorporarse a trabajos de medio tiempo mientras aumentan sus responsabilidades en casa.

El impacto podría durar toda una vida y reducir su potencial de ganancias y oportunidades laborales.

“Podríamos tener toda una generación de mujeres heridas”, comentó Betsey Stevenson, profesora de Economía y Políticas Públicas de la Universidad de Míchigan, a propósito de las mujeres embarazadas y las madres trabajadoras cuyos hijos son demasiado pequeños para ser autosuficientes. “Es posible que queden fuera de la fuerza laboral durante mucho tiempo o que sus carreras simplemente se apaguen en lo que respecta a los ascensos”.

Este obstáculo se presenta en un momento determinante. En febrero, justo antes de que el brote comenzara a propagarse en Estados Unidos, las mujeres trabajadoras alcanzaron una extraña meta: conformar más de la mitad de la fuerza laboral civil no agrícola del país. Aun así, realizan una parte desproporcionada del trabajo en casa. Entre los matrimonios que trabajan de tiempo completo, las mujeres contribuyen con cerca del 70 por ciento del cuidado infantil en horarios laborales habituales, de acuerdo con una investigación económica reciente. Esa carga se ha multiplicado a partir del cierre de las escuelas y otras actividades, y de la limitación de la ayuda de los servicios de limpieza y niñeras.

“Esta pandemia ha sacado a la luz algunas debilidades en la sociedad estadounidense que siempre estuvieron ahí”, aseguró Stevenson, execonomista en jefe del Departamento del Trabajo de Estados Unidos, “y una de ellas es la transición incompleta de las mujeres hacia una verdadera equidad de género en el mercado laboral”.

Los padres estadounidenses casi han duplicado el tiempo que destinaban a las tareas relacionadas con la educación de los hijos y los quehaceres del hogar antes del brote de coronavirus, pues pasaron de 30 horas a la semana a 59, de las cuales las madres destinan quince horas más que los padres en promedio, de acuerdo con un informe del Boston Consulting Group. Incluso antes de la pandemia, las mujeres con hijos tenían mayor propensión que los hombres a preocuparse por la evaluación de su desempeño en el trabajo y su salud mental, además de dormir menos horas.

Las inequidades que ya existían ahora parece que “tomaron esteroides”, señaló Claudia Goldin, profesora de Economía en la Universidad de Harvard.

Puesto que los lugares de trabajo suelen recompensar las horas registradas de trabajo, dijo Goldin, las mujeres están en mayor desventaja.

“A medida que se retoma el trabajo, los esposos llevan la delantera”, afirmó Goldin, y si el esposo trabaja más, la esposa tendrá que trabajar menos.

Las responsabilidades familiares, así como los salarios reducidos, siempre han marcado la entrada y la salida de la mujer de la fuerza laboral. Con frecuencia las mujeres pierden su trabajo o lo abandonan para cuidar a un hijo enfermo o a un familiar de edad avanzada. Los salarios raquíticos hacen que el sacrificio de trabajar desde casa sea más difícil de justificar, incluso cuando la pérdida de un segundo ingreso podría reducir el nivel de vida de una familia. En países que ofrecen un apoyo más completo para las familias (como Alemania, Francia, Canadá y Suecia), una proporción más amplia de mujeres forma parte de la fuerza laboral.

Con el cierre de guarderías y campamentos de verano, además de las preocupaciones relacionadas con la salud de los abuelos y otras personas que conforman la red informal de respaldo en el cuidado infantil, algunas mujeres trabajadoras no tendrán más opción que renunciar a su trabajo. Tampoco está claro si las escuelas reabrirán con la rutina habitual o con horarios parciales o escalonados una vez que comience el ciclo académico en otoño.

Para las madres solteras, la presión es intensa.

El sueldo de Karin Ann Smith apenas cubría sus gastos cuando trabajaba como contratista para el Departamento de Educación de Estados Unidos. Tenía facturas médicas pendientes de su hijo de 13 años, quien padece una enfermedad que lo deja continuamente fatigado y con dolor, además de la deuda estudiantil de sus dos licenciaturas y una renta de 1650 dólares mensuales por un apartamento en Jupiter, Florida.

Después de que Smith, de 52 años, fue despedida a mediados de marzo, a menudo se sentía tan agobiada que se escondía en su baño con la regadera abierta para tomarse un respiro. No recibió su seguro de desempleo sino hasta dos meses después de solicitarlo y solo después de enviar mensajes a todos los trabajadores del gobierno estatal que logró encontrar en LinkedIn. Su casero la amenazó con echarla si no conseguía la ayuda del condado para el pago de la renta. Sus 500 dólares de ahorro se evaporaron con rapidez, solicitó cupones de alimentos, vendió juguetes viejos en Facebook, e incluso recibió pequeñas donaciones de extraños solidarios en Twitter.

Smith no cree encontrar trabajo antes del otoño… mucho después de que se agoten sus beneficios por desempleo.

“Simplemente es demasiado intenso… no he pensado en nada más”, afirmó. “No hay ayuda. No hay descanso. Cuando te preocupas por mantener un techo sobre tu cabeza, cuando es algo tan esencial, no puedes preocuparte por ninguna otra cosa como que tu carrera vaya en el rumbo correcto o que tu currículo sea bueno”.

A pesar de las terribles decisiones que enfrentan muchas madres trabajadoras, muchos economistas siguen teniendo la esperanza de que la presión aumentada que soportan las familias pueda (a largo plazo) obligar a que haya cambios estructurales y culturales que puedan beneficiar a las mujeres: un mejor sistema de cuidado infantil, acuerdos laborales más flexibles e incluso una mayor valoración de la labor, en ocasiones abrumadora, de cuidar de un hogar con hijos por parte de parejas que están varadas en casa por primera vez.

“Descubrimos que los hombres que pueden trabajar desde casa dedican aproximadamente un 50 por ciento más de tiempo al cuidado de los hijos que los que no pueden”, comentó Matthias Doepke, economista de la Universidad del Noroeste y coautor de un estudio reciente acerca del efecto desproporcionadamente negativo del brote de coronavirus para las mujeres. “A la larga, esto podría promover la equidad de género en el mercado laboral”.

Recientemente, empresas como Salesforce, PepsiCo, Uber y Pinterest firmaron un compromiso para ofrecer mayor flexibilidad y recursos para los padres trabajadores y muchos negocios han suavizado sus posturas en cuanto al trabajo a distancia. También es probable que se vuelvan más comunes los turnos escalonados y que haya menos viajes de negocios.

“Es probable que los efectos de este vuelco” (tanto buenos como malos) “perduren después de la epidemia actual”, dijo Doepke.