Economía

Inspector tributario en la SAT

En Guatemala, durante la época colonial los impuestos principales provenían del comercio exterior, tanto de importaciones como de exportaciones. El inspector de Aduanas era figura clave.

En otro momento, tanto en la Colonia como en la época republicana se establecieron los estancos o monopolios del Estado para recaudar ingresos a su favor. Muy conocidos fueron el estanco del aguardiante, de la pólvora, de los naipes, del patio de gallos y de las nieves. Y el estanco era el propio inspector tributario.
 

Cuando se establecieron impuestos a las sociedades anónimas y a las personas individuales simultáneamente, fue con ocasión del Impuesto sobre Utilidades. A esto les siguieron a partir de 1963 el Impuesto sobre la Renta y de ahí como inspector tributario surgió la Dirección General de Rentas Internas, cuyo primer director fue el contador público y auditor Aníbal de León Maldonado, que provenía de ser jefe de Inspección Bancaria de la Superintendencia de Bancos.

Director de la SAT

En 1998 surgió la Superintendencia de Administración Tributaria fundada por Decreto No. 1-98 del Congreso de la República, publicado en el Diario de Centro América el 13 de febrero de 1998. Eran presidente de la República Alvaro Arzú Irigoyen, y ministro de Finanzas, José Alejandro Arévalo Alburez, actualmente alcalde de la Ciudad de Guatemala y superintendente de Bancos, respectivamente.

La SAT, como se abrevia ese nombre, fue organizada a semejanza de la organización del Banco de Guatemala, una entidad autónoma con un personal muy bien seleccionado, profesional y con deseos de estabilidad y continuidad. No resultó así. Ahí ha pasado de todo. Y hay una idea general que se requiere una mejora que vaya desde su fortalecimiento a su gobernanza.

El director general de Rentas Internas era nombrado por el Organismo Ejecutivo directamente, hasta 1998. Con la SAT se estableció una comisión de postulación con el objeto que distintos órganos de la sociedad guatemalteca hicieran el nombramiento del Directorio, el cual está integrado por 6 personas titulares: el ministro de Finanzas, como miembro ex oficio; el superintendente de Administración Tributaria, quien participa con voz pero sin voto, actuando como secretario del Directorio; y 4 titulares. Todos tienen suplentes. Y esos cuatro titulares y sus suplentes son nombrados por el presidente de la República, de una lista de 12 personas, propuestas por la Comisión de Postulación, como se hizo cuando se emitió la ley en 1998.

Una de las características del Directorio es que ejerce sus cargos por tiempo indefinido; y por ello con los nombramientos de la semana pasada concluyó un período de miembros del Directorio por 17 años. Así que el tiempo no fue tan indefinido. Este nombramiento se hizo basado en lo resuelto por la Comisión Postulatoria de marzo del 2015, siendo presidente Otto Pérez Molina, y también lo tuvo en sus manos el presidente Alejandro Maldonado Aguirre.

Actualmente, el superintendente es nombrado por el presidente de la República, quien lo selecciona de una terna propuesta por la SAT. La ley original también establecía que era por tiempo indefinido. Por alguna razón, los miembros del Directorio saliente han argumentado que ellos no tenían poder de mando completo sobre el superintendente, porque el cargo era por nombramiento presidencial.

Inspector Tributario

En las reformas que se están examinando se considera eliminar el Directorio, y volver a la figura anterior de un solo inspector tributario. También hay una propuesta de nombrar un tribunal administrativo tributario y aduanero. Su nombramiento es objeto de análisis, porque algunos quisieran que fuera por el presidente de la República, otros que dependieran del ministro de Finanzas, y en la forma actual por una Comisión de Postulación.

El problema no es el proceso de nombramiento, sino que sea una persona honrada a carta cabal, a prueba de balas, y esto vale para cualquier forma de nombramiento.

Lo importante es tener un sistema definido, hacer los nombramientos que correspondan y empezar a operar con los nuevos funcionarios de inmediato. Cada día que pasa es un día perdido.

ESCRITO POR:

José Molina Calderón

Economista. Consultor en gobierno corporativo de empresas familiares. Director externo en juntas directivas. Miembro de la Academia de Geografía e Historia de Guatemala. Autor de libros de historia económica de Guatemala.

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