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Según el VI Estudio exploratorio sobre la actitud de los guatemaltecos hacia el coronavirus elaborada por ProDatos, en abril salían a trabajar cuatro de cada 10 guatemaltecos, y en septiembre lo hacen ocho de cada 10.
Esta última cifra duplica la propensión a salir a trabajar respecto de abril, cuando repuntaron los contagios, dijo Jorge Benavides, investigador asociado de la Fundación para el Desarrollo de Guatemala (Fundesa).
Pocos en casa
Actualmente, solo la quinta parte de los trabajadores continúan en alguna modalidad de teletrabajo, desde su casa, cuando así lo permite su actividad. Sin embargo, el resto debe salir porque depende del trabajo presencial. Por ejemplo, en los sectores de construcción, mantenimiento automotriz, hoteles, restaurantes, comercios y ventas, explicó Luis Linares López, analista de la Asociación de Investigación de Estudios Sociales (Asíes).
Por lo anterior, la tendencia es bastante generalizada en los diferentes niveles socioeconómicos del país.
Al establecer una distinción por género, edad o estrato económico, prácticamente no hay diferencia, aunque el grupo de más de 55 años conformado por mujeres de nivel socioeconómico ABC parece ser el único que mantiene alguna renuencia a salir nuevamente a trabajar, opinó Benavides.
Fundesa proyectó en julio pasado que el impacto por la pandemia sería de 1 millón y medio de puestos de trabajo, tanto formales como informales.
Efecto en cadena
El salir más a trabajar es parte de la reapertura de la economía en actividades que eran consideradas no esenciales y constituye un efecto en cadena, porque conforme ciertas actividades se reactivan, las cadenas de valor y de proveedores comienzan a incentivarse y la economía cobra dinamismo en ciertos grupos y actividades que antes estaban suspendidas, agregó David Casasola, analista económico del Centro de Investigaciones Económicas Nacionales (Cien).
El analista indicó que más de la mitad de la población vive en condiciones de pobreza, y aunque se están recuperando los ingresos normales en los hogares, la mitad coincide en que estos se vieron mermados; por lo tanto, no es para confiarse.
Además, consideró primordial contar con una buena estrategia de reactivación, enfocar adecuadamente los programas sociales para atender a grupos vulnerables, y separar las intervenciones, al destacar que algunas eran necesarias antes de la pandemia, como la de hogares en infrasubsistencia, que no logran generar ingresos para consumos mínimos, con el fin de que garanticen que los niños no caerán en desnutrición.
Condiciones como la desnutrición podrían incrementarse incluso cuando el virus esté controlado. Por ello es crucial mapear los grupos, para poder focalizar los esfuerzos, porque no es suficiente generalizar el apoyo económico como se hizo con el Bono Familia. Es preciso refinar los programas sociales y tener un padrón correcto de beneficiarios para un control y monitoreo en el futuro, afirmó Casasola.
Ingresos no se nivelan
En esta ocasión, el 49 por ciento de consultados afirmó haber tenido una reducción en los ingresos del hogar, en comparación con el 62 por ciento en agosto, aunque para quienes se han visto afectados, el impacto alcanza una pérdida de hasta el 40 por ciento de sus ingresos regulares, refirió Benavides.
La reapertura económica responde a la necesidad de generar ingresos, pero no es una respuesta ante la contención del virus o que se haya aplanado la curva, sino una respuesta a que estábamos al borde del precipicio. En consecuencia, agregó, la recuperación sería más lenta y dolorosa.
La reapertura no significa que el virus haya desaparecido; es que ya había un impacto negativo por el cierre de la economía y era apremiante reducirlo, mediante una apertura con protocolos que se deben seguir cumpliendo. La comunicación en los semáforos epidemiológicos es una condición que debe mantenerse hasta que haya una vacuna, puntualizó Casasola.
Para Linares, cuando se dio el pico de contagios y hubo confinamiento eso dañó los ingresos de las familias. Por lo tanto, la reactivación económica era imprescindible.
La gran mayoría de la población está dañada en su capacidad de consumo y tienen menos dinero para gastar, hizo ver el analista de Asies.
La recuperación es progresiva y puede aumentar paulatinamente, pero es preciso que sea sostenida en el tiempo, concluyó Linares.