Si bien el país tropezó en la baja ejecución del gasto público durante 2017, lo que derivó en mantener el presupuesto para 2018, o el crecimiento de la inflación acumulada, hubo incremento de remesas y se reactivó la actividad económica, según los indicadores oficiales.
Sin embargo, aún es palpable la desigualdad que se vive en el país, cuya diferencia de clases se hizo evidente con la Encuesta Nacional de Vivienda (Encovi) 2014, del Instituto Nacional de Estadística (INE), en la que situaba al 59.3 % de la población en condiciones de pobreza y el 23.4 % en la pobreza extrema.
La encuesta, hecha pública en diciembre de 2015, también destacaba que el 1 % más rico de la población tiene un ingreso igual a la suma de los ingresos del 40 % más pobre.
El presidente del país de las desigualdades, Jimmy Morales, intentó promover un presupuesto para 2018 que fue rechazado por tanques de pensamiento, casas de estudios y por el propio Congreso, fallando en su intento de solicitar Q84 mil 596 millones (US$ 11 mil 556 millones) y debiendo repetir los Q76 mil 989 millones (US$ 10 mil 517 millones) vigentes.
El principal argumento en contra: la baja ejecución presupuestaria, la cual se estima que culminará el año en 69.9 % usado del total del dinero, casi 3 puntos menos que en 2016.
Otro punto incierto fue la recaudación de la Superintendencia de Administración Tributaria (SAT), aún pendiente de reportarse el último mes del año, pues hasta noviembre había recaudado Q49 mil 450 millones (US$6 mil 746.24 millones), lejos de los Q57 mil 900 millones (US$ 7 mil 899 millones) de meta.
En cuanto a la inflación, según el INE, Guatemala también sufrió un aumento de 0.43 puntos respecto del año pasado, con un 4.86 % en los 11 meses de este año.
Sin embargo, el Banco de Guatemala (Banguat) reportó que a octubre de 2017, el Índice Mensual de la Actividad Económica (Imae) mostró un crecimiento de 2.8 %, cuando en 2016, en la misma temporalidad, se había sumado 1.7 %.
El comportamiento descrito, explica el Banguat, se vio influenciado por “la incidencia positiva que experimentaron, principalmente las actividades económicas siguientes: transporte, almacenamiento y comunicaciones; industrias manufactureras; servicios privados; comercio al por mayor y al por menor; y agricultura, ganadería, caza, silvicultura y pesca”.
También mejoró la balanza cambiaria, pues al 30 de noviembre de 2017 se contaba con un superávit de US$ 2 mil 617.1 millones, por los US$ 1 mil 538.6 millones del período anterior.
Las exportaciones crecieron en US$ 608.8 millones respecto de las US$ 8 mil 621.1 millones del año pasado (lo que significa un 7.1 % más), siendo los sectores de maquila, azúcar, café, banano y aceites comestibles los más activos, llevando productos principalmente a Estados Unidos, Centroamérica, Europa, México y Panamá, regiones que en conjunto representaron el 77.6 % del total de lo enviado al exterior.
En cuanto a las importaciones se situaron en US$ 15 mil 073.5 millones, superior en US$ 1 mil 108.5 millones al período anterior, influenciado “por la variación positiva” en combustibles, lubricantes y materias primas para la industria, según el Banguat.
Finalmente, las remesas continuaron la tendencia sumatoria que mantienen desde hace una década, con US$ 7 mil 471.9 millones, que superaron los US$ 7 mil 159.9 millones de dólares al 30 de noviembre de 2016.
Pese a revitalizar algunos sectores de la economía nacional, las necesidades de los guatemaltecos continúan vigentes, pues el 67 % de la población sufre carencias que vulneran su bienestar, como lo refleja el índice de pobreza multidimensional del Índice de Desarrollo Humano para América Latina y el Caribe 2016, de Naciones Unidas.
Según el estudio, entre 2002 y 2013, el único país de la región evaluada que aumentó sus niveles de pobreza fue Guatemala, que reportó un aumento del 7 %, con un total de 3 millones de personas.