Conforme avanzan las semanas, los efectos del coronavirus son más dramáticos.
El último informe de la Casa Blanca sobre el tema advierte que podría situarse entre 100 mil y 240 mil el número de fallecidos por este virus en Estados Unidos
Estamos a las puertas de lo que podría convertirse en una de las peores tragedias que enfrente la humanidad en el último siglo.
Desafortunadamente, la tragedia no es solo por la pérdida de miles de vidas, sino también lo es por las serias dificultades económicas que enfrentarán millones de personas alrededor del mundo.
Solo en EE. UU., más de 3 millones de trabajadores reclamaron el seguro de desempleo en la semana del 16 al 21 de marzo. Las estimaciones más fatalistas indican que hasta 47 millones de personas podrían perder su empleo en ese país en los próximos meses; es decir, un tercio de la fuerza laboral.
El coronavirus en Guatemala
Los efectos para Guatemala podrían ser desastrosos.
Para empezar, las remesas podrían experimentar una fuerte caída. En la crisis 2007-2009 estas cayeron 9.3% y en aquella ocasión el desempleo hispano en EE. UU. pasó de 4.8% a 13%.
En esta oportunidad el desempleo podría alcanzar niveles récord y la caída en las remesas podría ser drástica. Según la OIM, más de 6 millones de guatemaltecos se beneficiaron de los más de US$10 mil 500 millones que ingresaron en remesas durante 2019. ¿Qué sucedería si las remesas cayeran 20%, 30% o 40%? Los efectos serían graves para muchas familias guatemaltecas.
Las exportaciones también se verán afectadas. Un tercio de nuestras exportaciones tienen como destino EE. UU. y otro tercio México y Centroamérica; todos países vulnerables y que seguramente enfrentarán crisis económicas. En este contexto, las exportaciones podrían caer un 10% este año, en un escenario bastante conservador.
Por otra parte, el sector turismo sufrirá pérdidas cuantiosas. Aun cuando la situación se “normalice” en mayo o junio, muchas personas alrededor del mundo no querrán o no podrán viajar en los siguientes meses por temor o por limitaciones económicas.
En lo que resta del año podrían desaparecer muchas empresas relacionadas con la industria turística a nivel mundial y, por supuesto, también en Guatemala, afectando en especial a comunidades del interior que dependen totalmente de esta actividad. Hoteles, restaurantes, centros turísticos y agencias de viajes, entre otros, podrían entrar en quiebra y no recuperarse.
A los factores externos se suman los efectos de estas cuatro semanas de suspensión de actividades en el país.
Las personas que sobreviven en la informalidad están enfrentando una situación muy crítica ante la paralización de actividades, y las empresas grandes también están sufriendo.
El camino que resta
Lo primero es que las medidas que se tomen para detener el avance del virus inflijan el menor daño posible a la economía.
¿Habrá costos económicos que se tienen que asumir? Por supuesto. ¿Habrá que hacer sacrificios extraordinarios? No cabe la menor duda.
Se debe exigir estrictas medidas de seguridad a las empresas para que cuiden la salud de sus empleados. Algunos sectores tendrán que seguir suspendidos. Pero no se puede “apagar” toda actividad económica, porque eso representaría una crisis humanitaria de desempleo y hambre en los próximos meses a niveles nunca vistos.
En ese sentido, no se puede decir que cuidar la salud es humano y cuidar la economía es frívolo. Si la economía de un país cae, los costos humanos son igualmente dramáticos. Se deben atender las dos variables, por el bien de todos los guatemaltecos.
Lo segundo es que dado el costo económico que tendrá esta crisis, se tienen que tomar medidas extraordinarias.
Las medidas encaminadas a brindar un cheque por Q1 mil o Q1,500 a las personas más necesitadas, por los próximos tres o cuatro meses, son acertadas. Lo importante es que se focalicen en quienes de verdad lo necesitan y que sea totalmente transparente.
Acciones que urgen
Por otro lado, es preciso crear mecanismos de crédito blando para pequeñas y medianas empresas. La crisis que están atravesando estas empresas no se debe a un mal manejo o irresponsabilidad; es por una catástrofe humana que ha paralizado el mundo entero. En ese sentido, se deben hacer todos los esfuerzos posibles por brindarles la liquidez necesaria para que sobrevivan.
También debe considerarse hacer una reducción temporal en los impuestos a las empresas formales, con el objetivo de facilitarles liquidez y que no se vean en la necesidad de despedir empleados. Se debe procurar preservar el empleo formal en el país, sobre todo porque es sumamente escaso.
Por último, es urgente que se activen proyectos de infraestructura que mejoren nuestra competitividad, de cara a la recuperación de la economía. Para ello es de suma importancia reformar el marco legal de las Alianzas Público-Privadas, con el fin de quitarle el poder arbitrario que tiene actualmente el Congreso para extorsionar a las empresas interesadas en participar en esta modalidad.
Será imposible concretar los proyectos de gran envergadura que están en planificación, si los diputados siguen con la desvergüenza de siempre.
Recursos para la crisis
Todas estas medidas requieren recursos. Debemos tener la flexibilidad para aceptar que el déficit fiscal será mayor al que usualmente estamos acostumbrados.
Vivimos una crisis global en la que se tienen que tomar medidas extraordinarias. Por supuesto, en estos momentos resulta ofensivo que muchos funcionarios públicos pretendan aumentos o “bonos de riesgo”. Los recursos del Estado deben destinarse para los millones de guatemaltecos que se quedarán sin ingresos en las próximas semanas y meses.
La crisis que viene es de gran envergadura y para enfrentarla exitosamente, requiere de flexibilidad, creatividad y responsabilidad en las políticas públicas.
Paul Boteo es Director Ejecutivo de Fundación Libertad y Desarrollo