Por su parte, el presidente estadounidense, Donald Trump, habitual fustigador del TLCAN, que ha calificado de manera repetida el pacto como un “desastre”, mantiene un poco habitual silencio en su red social favorita, Twitter.
Al término de las reuniones, que se postergaron dos días más de lo previsto, el comunicado conjunto trilateral reconocía las “significativas diferencias conceptuales” y anunciaba que se alargaba el calendario de negociaciones al primer trimestre de 2018.
“Nuestros socios son reticentes a dejar ventajas injustas”, dijo ante los periodistas Lighthizer, quien insiste en que la prioridad de Estados Unidos es reducir el déficit comercial.
La réplica más contundente la ofreció el secretario de Economía de México, Ildefonso Guajardo, al relativizar el tono estadounidense y asegurar que es parte “de la estrategia de negociación”.
“Lo que para EE. UU. es intransigencia para nosotros es sensatez”, afirmó Guajardo, visiblemente contrariado por la actitud estadounidense, en una rueda de prensa en Washington.
Más conciliadora fue la ministra canadiense de Asuntos Exteriores, Chrystia Freeland, al afirmar que todavía es “alcanzable la meta” de un acuerdo beneficioso para las tres partes.
“Aunque eso -recalcó Freeland- no se podrá lograr con una actitud de que el ganador se lo lleva todo”, en clara referencia a EE. UU.
Tras cuatro rondas de conversaciones, las partes reconocen que ha habido pocos progresos y comienza a crecer la preocupación y las posibilidades del fin del TLCAN.
Las renegociación del acuerdo, en vigor desde 1994, comenzó en agosto impulsada por Trump, y desde entonces ha continuado con sus amenazas de terminarlo de manera unilateral.
Gran parte de las críticas al Gobierno estadounidense proceden del gremio empresarial, y hace unos días el presidente de la Cámara de Comercio de EE. UU., Thomas Donohue, hizo sonar las alarmas en una conferencia en México al criticar las propuestas del Ejecutivo de Trump como “píldoras envenenadas”.
En el mismo sentido, Hun Quanch, vicepresidente de comercio internacional de la Asociación de Líderes de la Industria Minorista, subrayó que “un derrumbe del acuerdo comercial entre EE. UU. y sus dos más grandes socios comerciales sería una catástrofe económica, con enormes impactos en agricultura y manufacturas y mayores costes para los consumidores estadounidenses”.
Dada la distancia entre los puntos de vista, los analistas reconocen las dificultades y no son muy optimistas acerca de que las conversaciones lleguen a buen puerto.
“La situación es muy tensa, pero el hecho de que habrá una quinta ronda de negociaciones es una noticia positiva”, explicó hoy a Efe Monica de Bolle, economista del centro de estudios Peterson Institute for International Economics, al comentar la próxima ronda negociadora, que tendrá lugar en México a finales de noviembre.
Sobre el futuro del pacto, De Bolle, que ha seguido las conversaciones de cerca, afirmó que es “sumamente confuso” y “es muy complicado ver cómo las negociaciones pueden acabar antes de julio de 2018, a menos que el TLCAN colapse”.
“Espero que EE. UU. encuentre una manera de retirar algunas de sus peticiones más controvertidas, pero la verdad es que yo no pondría la mano en el fuego”, agregó la economista.
Los tres países habían reconocido mediados del próximo año como informal fecha límite, debido a la celebración de elecciones presidenciales en México y el inicio de la campaña de cara a las legislativas de medio mandato en EEUU en noviembre.