Por un lado, el supuesto de que la ética es una cualidad que ya se tiene o es implícita entre profesionales universitarios, lo cual podría estar generando cierto desinterés de dar formación ética a nivel de Junta Directiva y de alta gerencia y más bien focalizarla entre colaboradores, que suelen ser de niveles académicos más bajos.
Otro supuesto más riesgoso que benéfico podría ser que la Junta Directiva y la alta gerencia tienen tan poco espacio en su agenda cotidiana que conviene volcarlo más en la gestión económica de la empresa que en la formación de tipo ético.
Por otra parte, no se descarta cierto desconocimiento de qué es y para qué sirve un comité de ética o un código de buen gobierno corporativo. Dada la probada eficacia de las alianzas universidad-empresa, sería recomendable que las empresas acudan a las universidades y escuelas de negocios y que estas instituciones hagan más abierta la formación específica en esta temática.
Se observó también un aumento significativo de la sensibilidad hacia los temas éticos en el último año, tanto a nivel personal de los encuestados como en sus empresas en general. Una de las causas de este significativo aumento de sensibilidad podría ser el impacto que ha causado en la opinión pública guatemalteca el develamiento de grandes escándalos de corrupción, que se vive como una macabra serie de televisión desde comienzos del 2015.
Se considera que esta es una situación desafortunada en sí misma, pero que podría ser capitalizada por las empresas para replantearse la prioridad que asignan a los programas de formación ética al más alto nivel y a las otras prácticas formales coadyuvantes.
No se puede dejar de subrayar la importancia de la formación ética de la alta dirección, sobre todo cuando se describe por medio de la encuesta realizada que, en contraste con el gran incremento de la sensibilidad ética y con el elevado reconocimiento del papel que juega la ética en la mejora de la reputación, solo un 46.25% de los encuestados afirma que frecuentemente ha tomado decisiones en las cuales la ética jugaba un papel importante.
Metodología para la decisión ética
La experiencia en la enseñanza de criterios éticos para la toma de decisiones por medio del método de caso permite afirmar que los ejecutivos reaccionan positivamente cuando son expuestos a una metodología que les revela el valor real de sus decisiones éticas o no éticas, es decir, el alcance de las mismas.
No se puede esperar que la calidad ética de los ejecutivos en las áreas señaladas mejore si no se les han aportado las herramientas de análisis y los criterios éticos que necesitan. Esto, desde luego, acompañado de conducta coherente de la alta dirección y de incentivos evaluados éticamente para que no se conviertan en incentivos perversos.
En general, interesa subrayar que la ética es una materia susceptible de estudio y de gestión en las empresas. Esa gestión pasa por la implementación de prácticas éticas formales que faciliten la realización de las convicciones personales en el día a día de la organización. Y, por supuesto, subrayar que el ingrediente esencial en todo ello es la coherencia de vida de los miembros de las juntas directivas, del gerente general y del equipo de dirección.
La historia reciente está llena de ejemplos contundentes de que si falla esa coherencia, la sostenibilidad de las empresas está en riesgo.