En medio de la pandemia del nuevo coronavirus aparece un consumidor con mentalidad de ahorro.
El ajuste en su bolsillo debido a la pérdida de empleo o a una reducción de salario, junto con las perspectivas económicas del país, son los principales factores para tomar decisiones más conscientes, por lo que exigirán más valor por cada quetzal gastado, afirman analistas de la firma Nielsen en el último reporte del Consumo en Centroamérica.
Cuando comenzó la pandemia hubo “patrones iniciales” que provocaron una aceleración importante en el consumo, a la par de una demanda en cantidad y calidad. Al medir la eficiencia de los puntos de venta, surgió una preferencia por productos locales, y la tecnología se convirtió en un catalizador dentro de las circunstancias de ese momento.
En una segunda etapa a la que llaman “vida ajustada”, que se calcula durará entre tres y 12 meses, las dinámicas del consumo fueron alteradas y empezó un proceso de recuperación o de reinicio. Sin embargo, este será prolongado y habrá que reinventarse, refirió Patricia Rodríguez, directora comercial de Nielsen.
La tercera etapa llamada “realidades futuras” se percibe más lenta, porque viene acompañada de consecuencias que podrían persistir por años. “El impacto de una recesión económica en los países y las reformas políticas y económicas que tome cada uno de ellos influirán en el futuro”, aseguró Rodríguez.
Nuevos canales
- Fabricantes que entregan directo en mi casa.
- Tiendas, bazares, librerías, y otras que ahora ofrecen alimentos y productos del hogar.
- Agricultores o comerciantes que entregan directo en mi casa.
- Vecinos o conocidos que distribuyen y venden alimentos y productos del hogar.
- Perfiles en Facebook, Instragram, WhatsApp que distribuyen y venden alimentos y productos del hogar.
“Modo ahorro”
“Nos enfrentamos a un consumidor con mentalidad de ahorro, que restringirá gastos en restaurantes, vacaciones, transporte y centros de entretenimiento. Es una perspectiva de cara al futuro, en la cual nueve de cada 10 consumidores buscarán el ahorro, incluso cuando en los países ya se dé la reapertura económica”, enfatizó Rodríguez.
El ahorro se enfocará en el consumo fuera del hogar. Según el reporte, el 45 por ciento preferirá comidas para llevar, el 44 por ciento cambiará a marcas más económicas, el 41 por ciento limitará el entretenimiento fuera de casa y el 62 por ciento, las vacaciones.
Por otro lado, esas “ocasiones de consumo” se trasladaron al hogar y los productos para cocinar crecen a doble dígito (60 por ciento) como pasta, harinas y azúcar. También se está dando un fenómeno de “pequeños consentimientos”, donde las categorías de postres, galletas y helados también se disparan en un 39 por ciento.
Otro factor que influyó en la reestructuración del consumo en el hogar son las reuniones virtuales, en donde la categoría de cervezas y vinos reflejó un crecimiento del 43 por ciento.
Nuevas tendencias
Según el reporte de Consumo en Centroamérica de Nielsen, el incremento en la demanda de productos de desinfección e higiene se incorporará como un estilo de vida y pasará a formar parte de la canasta básica.
El apoyo a los productos locales cobrará más aceptación. En Centroamérica, el 48 por ciento adquirirá más productos nacionales, un nicho para atraer nuevos clientes.
La marca privada también atraerá al consumidor si atiende su necesidad puntual y le brinda una buena experiencia de compra.
La salud continuará siendo prioridad y los productos agrícolas con propiedades para fortalecer el sistema inmune serán de uso cotidiano. Otra tendencia es la “compra segura”: el consumidor buscará lugares que le brinden comodidad y confianza, donde puedan encontrar variedad de productos y reducir así el número de viajes a los puntos de venta.
“Cuando se habla de precio, el consumidor exigirá más calidad, por lo que no se puede perder de vista la tecnología, que será un aliado para crecer”, concluyó Rodríguez.
Cae la confianza
A nivel de gastos habrá un impacto por la disminución global del envío de remesas familiares que podrían ampliar la pobreza. Por lo tanto, habrá más conciencia de los consumidores hacia los precios.
La pandemia provocó una caída en el índice de confianza global, que a su vez generó la mayor caída de un trimestre en 15 años.
Rodríguez califica de “inédito lo que está pasando”, al compararlo con la crisis financiera del 2008, cuando el punto mínimo en el índice de confianza del consumidor tardó siete años en llegar, mientras que en las actuales circunstancias se perdieron 14 puntos en un trimestre, para ubicarse en 92, y todavía no se ha logrado definir un nivel mínimo para plantear una próxima recuperación.