La alta inflación en algunos sectores dificulta más la situación, al igual que el incremento de los costos de la vivienda. Por otro lado, cada vez ha habido más empleos (aunque tal vez no los que solían tener los trabajadores de hoteles y restaurantes, la gente del teatro y los propietarios de pequeñas empresas) disponibles en muchas partes de Estados Unidos, pero el ritmo de crecimiento del empleo se ha ralentizado a últimas fechas.
No hay dos situaciones idénticas, pero cuando se ha estado al borde de una crisis —emocional y financiera— durante tanto tiempo, es especialmente importante realizar tres tipos de controles.
Primero, busque a otro humano con quien hablar que haya visto más cosas (y con suerte sepa más) que usted. Luego, realice una auditoría básica y rápida de su situación financiera. Por último, examine sus sentimientos, ya que pueden influir en la manera en que planifica su recuperación de una pandemia que ha ampliado para siempre nuestra comprensión de lo que califica como una industria volátil.
Todos pueden acudir a un Stephen
Los buenos planificadores financieros son una fuente confiable de orientación, pero tal vez no pueda costear uno en este momento ni encontrar alguno que acepte ayudarle de gratis.
Entonces, piensa que casi todos los lugares de trabajo o colectivos industriales tienen uno o dos gurús disponibles para cualquier asunto relacionado con el asesoramiento financiero personal. Búsquelos.
Si eso no funciona, ¿dónde más podría buscar en su lista de conocidos? Considere a los trabajadores independientes, en especial los que están en industrias creativas. Las crisis de ingresos repentinas podrían resultarles familiares porque por lo regular no cuentan con pagos quincenales seguros y saben cómo lidiar con los periodos de sequía.
Durante muchos años, Stephen Lee Anderson ha sido esa persona para los actores de teatro prometedores en Nueva York. Anderson es particularmente bueno para presionarlos con el fin de que inviertan primero en ellos mismos en una cuenta de jubilación. “Si le das el 10 por ciento a tu agente, ¿no crees que tú vales al menos lo mismo?”, me dijo esta semana.
Los Stephens (y Stephanies) del mundo siguen allí, dando todo tipo de consejos útiles a las personas que no cuentan con una planificación financiera profesional.
O tal vez es de los que cree que la unión hace la fuerza. Si está sufriendo o intentando recuperarse, es muy probable que otros en su profesión o en su lugar de trabajo también estén en la misma situación. Contemple la posibilidad de formar un grupo de apoyo, una especie de club de lectura, pero para temas de dinero. Puede que eso signifique una transparencia incómoda, pero puede ayudarle a aprender y a ser responsable de sus decisiones.
Obtenga cierta certeza sobre sus deudas e impuestos
Cualquier rebote o reinicio debe incluir lo básico. Su informe de crédito funciona como expediente y currículo para los prestamistas que le investigan, mientras que su declaración de impuestos es una especie de autoevaluación de sus ingresos, ahorros para la jubilación y habilidad para llevar registros.
Nos guste o no, las agencias de información crediticia como Equifax, Experian y TransUnion tienen un poder enorme sobre lo que tendrá que pagar cuando solicite un préstamo o si incluso podrá obtener una hipoteca, una tarjeta de crédito, un préstamo automotriz o alquilar una vivienda.
Quizá acumuló una deuda en su tarjeta de crédito porque no tuvó otra opción, o decidió gastar más para que su vida fuera más fácil y segura estos últimos 18 meses. De ser así, tenga en cuenta que las disposiciones del primer gran proyecto de ley de ayuda por la pandemia todavía exigen que las agencias de información crediticia marquen a las personas como “al día” en sus cuentas aunque hayan recibido ciertos tipos de facilidades de pago de sus prestamistas. (¿Le ha pedido a u prestamista que te dé un respiro? Si lo necesita, ahora es el mejor momento para hacerlo).
La Oficina para la Protección Financiera del Consumidor (CFPB, por su sigla en inglés) ofrece asesoría clara sobre cómo se supone que funcionan estas reglas temporales, incluyendo las facilidades específicas que puedes intentar solicitarle a tu prestamista y que también deberían proteger tu crédito. Estas reglas estarán vigentes hasta 120 días después del final del estado de emergencia nacional, que hasta el momento ha sido renovado por el gobierno federal durante toda la pandemia.
Además, las agencias de información crediticia actualmente permiten que las personas revisen sus informes semanalmente, sin cargo alguno. Si tu crédito es precario, o aunque no lo sea, aprovecha esta oportunidad.
Es bien sabido que los informes de las agencias contienen una buena cantidad de errores. Si encuentras algunos, haz el reclamo. Para empezar, contacta tanto a las agencias de información crediticia como a las empresas de servicios financieros que puedan haber proporcionado la información incorrecta (la CFPB tiene una buena guía al respecto).
Y en cuanto a tu declaración de impuestos, nunca está de más organizar todos los datos fiscales que puedas durante los últimos meses del año civil. Es un registro de tu pasado reciente y una ventana a tu futuro a largo plazo (por ejemplo, a través de cualquier anotación sobre ahorros para la jubilación). El proceso también puede servir como recordatorio de que a menudo hay al menos una cosa más que puedes hacer en el presente para ayudarte mientras le entregas menos dinero a varios organismos gubernamentales.
No se limite a contemplar la catástrofe
Ahora, hablemos sobre sus sentimientos.
Incluso para quienes están acostumbrados a la incertidumbre financiera, la pandemia podría haber incrementado el tipo de pensamiento catastrófico que puede llegar a deteriorar su capacidad para planificar y establecer prioridades.
En Hollywood, entre una clase de trabajadores que se asemeja a la gente de teatro como nuestro mentor financiero Stephen, incluso los más exitosos a menudo terminaban paralizados por el miedo, dijo Leighann Miko, cuya empresa de planificación financiera suele trabajar con personas que brincan de un trabajo a otro.
“El temor era que la situación tardara mucho más en mejorar”, comentó Miko. “La gente llegó a pensar que iban a tener que buscar otro tipo de empleo”. Lo que en realidad querían evitar era lo que ella calificó de “Plan Z”, es decir, trabajos anteriores en diferentes industrias que esperaban no tener que volver a aceptar nunca más.
Miko ve una especie de cicatriz psicológica en la gente que la rodea, incluso en las personas que ganan 600.000 dólares al año. Sí, lo sé, pobrecitos, pero ellos saben muy bien que incluso sin pandemia, siempre corren el riesgo de tener un año con solo 30.000 dólares en ingresos. Para ayudar a aquellos que no pueden concebir hacer otra cosa que no sea sus trabajos de ensueño, por los que han luchado tanto, Miko hace planes y estrategias y trata de hacer que los sigan.
“Minimizar catástrofes futuras significa asegurar que haya múltiples capas en cada red de seguridad”, explicó Miko. “Porque en algún momento van a caer de la primera y luego de la segunda”.
Así que en lugar de perderte pensando qué cosa inimaginable podría ser la próxima cosa inimaginable, haz un plan de acción para la próxima turbulencia. Puede ser relativamente simple: Si tus ingresos caen de “B” a “A”, recurre a “C”, “D” y “E” en ese orden y reduce “F”, “G” y “H”. Si eso no es suficiente, trágate el orgullo y pide ayuda a las personas “I” y “J”.