Una de las preocupaciones en las cuales coinciden ambos economistas, es que los efectos externos continuarán incidiendo en Guatemala, tales como los controles de precios vía tasas de interés, y el conflicto internacional.
Maynor Cabrera, investigador de la Fundación Economía para el Desarrollo (Fedes)
¿Cómo cierra la economía en 2022?
Lo más evidente en este año es que estuvo marcado por una alta inflación que no se había visto en mucho tiempo y que está golpeando la economía familiar, y el impulsor de todo esto es el precio del petróleo, que ha estado a la cabeza.
Por eso, la política monetaria ya empezó a dar signos de cierta contracción, debido a que no se actuó a inicio de año y se empezó con una mala medición de precios.
¿Qué otros factores?
En este año, la economía regresa la economía a su condición normal, luego de que en 2021 se despertó la algarabía de que se había llegado a una tasa de crecimiento del 8% con indicadores históricos; pero más bien, lo que ocurría era la recuperación de una caída fuerte en el 2020. Así que en el 2022, estamos volviendo a la tendencia.
En los últimos meses, la economía se ha desacelerado ligeramente y por eso uno se da cuenta de que las cifras del índice mensual de la actividad económica (Imae) – 3.9% a agosto – es cercana al promedio de 2018 y 2019.
A su criterio, ¿qué más ha influido?
Hay diversos factores, pero el más importante son las remesas familiares, que han crecido fuertemente, pero al igual que la economía, están dejando de hacerlo como se venían observando. Lo mismo sucede con la construcción, que venía bastante fuerte, pero hoy pareciera que está llegando a un límite y no va a crecer tanto. En el sector externo, las exportaciones han estado, bastante bien por segundo año consecutivo. Estos tres factores han favorecido a la economía nacional, pero en los próximos meses tampoco se observarán crecimientos tan altos.
¿Qué será lo determinante?
En el futuro próximo, será clave lo que esté pasando afuera, ya que hay una gran incertidumbre de que la economía mundial se enfriará sobre todo en el 2023 y en el caso de Guatemala, que es una economía pequeña y dependiente, podría seguir esa tendencia.
Por ejemplo, hay que tener claro qué tan fuerte será la baja en la economía de Estados Unidos, aunque ya se sabe que habrá una desaceleración, incluso si la Reserva Federal sigue ajustando las tasas de interés.
En las últimas semanas también estamos observando una subida en el tipo de cambio, que estuvo contenido durante mucho tiempo y ni si quiera se observó durante la pandemia, pero es algo que también ocurre en varios países de la región: el dólar se está fortaleciendo a nivel internacional por la política de incrementos de tasas de la Fed y el quetzal se ha ido debilitando ligeramente.
¿Cómo hay que ver el 2023?
El próximo año no va a ser tan bueno como este y se esperaría que la economía crezca menos. En el tema de la inflación hay una gran incertidumbre por el momento porque gran parte de esta ha sido importada y no se sabe lo que pasará entre Rusia y Ucrania.
Además, la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), está haciendo recortes muy fuertes, por lo que es difícil volver a tener los niveles inflacionarios previos a la pandemia. A nivel local, se ha tratado de apoyar con subsidios, aunque no tengan resultados efectivos, y la población está a merced de esto. También habría que ver cómo se comportan las remesas.
¿Hay que ser optimistas?
Hay que tratar de estar bien informado, porque el escenario es de muchos cambios, sin tener un optimismo ciego. Hay que estar muy atentos porque habrá muchas variaciones y será un año muy movido. Además, será un año electoral, por lo que se debe estar al tanto de lo que haga el Gobierno para que no se relaje y gaste demasiado dinero, ya que la deuda subió mucho.
Paul Boteo, director ejecutivo de la Fundación Libertad y Desarrollo
¿Cómo cierra la economía 2022?
Cerrará con una desaceleración importante y los vemos reflejado en los últimos datos del Imae, pues ya se observó en los primeros meses creció por arriba del 4%, y en junio y julio bajó. Pareciera que la tendencia se va a acentuar y la expectativa es que en el último trimestre se cierre alrededor del 3%. Esa ya es una desaceleración respecto al inicio.
¿Qué lo sustentaría?
Todo de lo que está pasando en Estados Unidos, donde ya se observa un freno; las empresas de retail tienen una acumulación de inventarios, lo cual nos dice que los consumidores están bajando sus niveles de compra, así que los comerciantes están adelantando las ofertas que tenían para más adelante.
Eso le pega a la industria de vestuario y textiles, en la que ya se registra una reducción de pedidos, a pesar de que es el principal producto de exportación e incluso, se esperaría una caída en el último trimestre del año.
¿Para las condiciones locales?
Lamentablemente, la inflación podría llegar a los dos dígitos, lo que era un escenario algo lejano.
A su criterio, ¿qué más ha influido?
La persistencia de la inflación y la caída de la economía de los EE. UU., que muy seguramente podría ser declarada en recesión.
Ese fenómeno y el crecimiento del 2021 tuvo un efecto en el primero y segundo trimestres, pero por inercia. La desaceleración se estará profundizando en el primer semestre del próximo año, y no creo que se llegue a número negativos, sino en todo caso, Estados Unidos será declarado en recesión y es muy probable que nosotros lleguemos a números negativos entre el segundo semestre del 2023. Siempre vamos con un rezago con respecto a EE. UU.
¿Qué será lo determinante?
En este año, probablemente se tendrá un crecimiento del 3.5% a 4%, pero la gran interrogante será en el próximo año.
¿Estamos volviendo a la normalidad?
Esa era la proyección para este año y de hecho, se cumplirá con esa cifra de crecimiento, pero con el agravante de que es hacia una mayor desaceleración en 2023. Es decir que estamos llegando a una normalidad, pero con una tendencia a la desaceleración y eso plantea serias preocupaciones porque no es lo mismo llegar a la normalidad con perspectivas buenas, que con malas.
¿Cómo hay que ver 2023?
Como un año muy complicado; la Fed seguramente seguirá incrementando la tasa de interés, que probablemente llegará a 5%, lo que podría provocar problemas a los deudores estadounidenses, en el mercado de vivienda y el sistema bancario de ese país.
Eso nos colocaría en un escenario tipo 2008 y 2009, pero con un agravante, porque tenemos un nivel de deuda mucho más alto, en comparación con aquel entonces; y política monetaria está sin mayor rango de maniobra. El 2023 se plantea con muchos nubarrones y más que con incertidumbre, se ve con preocupación.
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