Aunque aún resta una revisión para saber cuánto crecerá la economía guatemalteca a finales de este año, Recinos considera que, pese a la suspensión en las operaciones de Minera San Rafael y a las tensiones políticas, la producción todavía podría crecer alrededor de un 3 o 3.1% incluso. “No es el crecimiento ideal para el país, pero sigue siendo positivo”, consideró.
Este es un extracto de la entrevista que se puede encontrar completa en la versión web de Prensa Libre.
Tensiones políticas y perspectivas económicas
¿Cómo leer el 3.3% con el que se creció en el segundo trimestre?
Es positivo. El primer trimestre creció 2%, solo ahí vemos un impulso, y si lo comparamos con el segundo trimestre del 2017, el crecimiento fue de 2.2%.
Esto apunta a que nosotros nos vamos a situar muy probablemente en un crecimiento cercano al valor central —3%—. Es difícil una revisión a la baja, ojalá lleguemos al 3.1%, pero el 3% es factible, y para el otro año vemos todavía un horizonte mejor, aunque hay riesgos por el año electoral, pero ojalá logremos seguir una senda de crecimiento.
Si las tensiones políticas no se resuelven este año, ¿podrían incidir negativamente en el crecimiento, como lo dijo Fitch Ratings?
Dependerá del grado de incertidumbre que se vaya generando. El llamado de atención que Fitch hace es: si continúan las tensiones y la conflictividad en el país y afectan el crecimiento económico estaremos atentos a una revisión de la perspectiva o de la calificación.
Lo mismo hace la firma Standard and Poor’s, que no ha sacado comunicado y también la preocupación era si se iba a afectar la inversión interna y extranjera, más allá de las estimaciones que tenemos actualmente, es una interrogante.
La confianza en la economía cayó en septiembre a los niveles de septiembre del 2017…
Con la confianza, teníamos dos meses en que crecía. Esto —la caída de 35 a 26 puntos en un mes— al final puede inhibir las decisiones de inversión y el empleo.
¿Debería preocupar una nueva baja en la nota de riesgo?
Lamentablemente, si volviéramos a caer, las calificadoras lo que hacen en todos los países del mundo siguiendo sus criterios es dar una calificación. En la medida que es mejor —la calificación— el precio del dinero para ese país es más barato, en la medida que es peor, se hace más caro.
De alguna manera, los inversionistas privados lo toman en cuenta cuando toman sus decisiones de invertir en bonos.
Guatemala ha colocado bonos gubernamentales a tasas de interés muy favorables, muy bajas, gracias a que la calificación ha sido positiva, igual que la de Costa Rica, mejor que la de El Salvador, Honduras y Nicaragua y un poco menor que la de Panamá. Esperamos que mantengamos las calificaciones para que las personas sigan teniendo acceso al crédito a tasas favorables.
¿Qué se puede hacer desde el Banguat para impulsar la situación crediticia en el país?
El Banguat tiene a su cargo la política monetaria y crediticia, su formulación, ejecución y evaluación.
La política puede incidir en la economía en el corto plazo, pero no podemos depender solo de política monetaria, cuando hablamos de política económica hablamos de una serie de políticas.
Estamos conscientes de que el crecimiento debería potencializarse más, con la política fiscal, con la importancia de aprobarse el presupuesto para el próximo año, con políticas de empleo, de competitividad. La inversión se atrae cuando hay seguridad y temas transversales que tienen que ver con certeza jurídica y reglas claras.
Pero la política monetaria es un pequeño componente de ese enfoque integral para generar mayor empleo.
Las variaciones del tipo de cambio
¿Se justifican las variaciones en el tipo de cambio de los últimos dos meses?
Se justifican porque nuestro mercado es pequeño y poco profundo. Es normal.
Creemos que hay un cambio en los fundamentos, pero nada que alarme y que pudiera pensar que el tipo de cambio va a sufrir una variación muy brusca. Se mantendrá o regresará al torno que nos tiene acostumbrados.
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El tipo de cambio en promedio es de Q7.80 porque hay factores estacionales, como en agosto y septiembre, cuando los importadores aumentan su demanda para abastecerse para las fiestas de fin de año.
Remontémonos tres años atrás, dentro de ese contexto, en el 2015, el sector exportador mostró preocupación por recibir menos quetzales por dólar exportado. Eso se debió a que habíamos tenido un incremento sustancial en las remesas familiares, que se duplican en 2015 y se mantienen en 2016 y 2017. En 2015 cerramos en casi 14%. El año pasado recibimos casi US$8,200 millones y este año poco más de US$9,000 millones.
Por otra parte, el precio del petróleo bajó de US$104 por barril en 2014 a menos de US$30 por barril a mediados de 2016, esto nos favoreció como país, porque nos economizamos alrededor de US$1,500 millones de factura petrolera para comprar otros bienes y servicios y no para combustibles, y en el mercado cambiario se tradujo en un exceso de oferta y una disminución de la demanda.
Siendo el tipo de cambio un precio, empezó a bajar de nivel. A febrero 2015 eran Q7.80 por dólar, (el quetzal) se vino apreciando, llegamos a un mínimo de Q7.26 en julio 2017 y en agosto llega a un punto de inflexión y empieza a subir.
El precio del petróleo vuelve a aumentar, (en este momento está en US$70 el precio del barril, con sendos aumentos desde 2016) y el ritmo de crecimiento de las remesas empieza a disminuir. A septiembre crecieron 11.9%, sigue siendo importante, pero menos que el 14% del año pasado y años previos.
La oferta empieza disminuir y la demanda a aumentar, las importaciones crecen 9.1%, un crecimiento significativo, en un año son US$17 mil millones frente a US$12 mil millones de las exportaciones. En la medida que las importaciones crezcan en términos de dólares, de esa cuenta el tipo de cambio empieza a depreciarse. Hubo además una expectativa de parte de los agentes económicos de quién llegaba al Banco Central, pero eso se disipa hace unas dos semanas y el tipo de cambio deja de aumentar y se detiene en Q7.70, ahí hemos estado dos semanas.
El Banguat tiene un mecanismo para participar en el mercado cambiario, así como la regla se activó en el exceso de oferta, se activó para la venta. Este año llevamos US$402 millones dólares vendidos, la cantidad más grande que hemos vendido incluyendo los años de la crisis. Esa regla trabaja de forma simétrica cuando hay mucha volatilidad y presiones a la apreciación o a la depreciación.
Pese a que la inflación está controlada, persiste una percepción de alto costo de vida, ¿a qué lo atribuye?
En el Banguat estamos conscientes de que la inflación es un flagelo que afecta a las personas de menores ingresos y permanecemos atentos a que, si se da una aceleración de inflación, tenemos que reaccionar elevando la tasas de interés para evitar un exceso de demanda. Nuestro objetivo central es la inflación y lo hemos cumplido en la historia reciente del país.
Revisamos —incluso— la estimación de cierre y se ubicó en 4% —cuando era de 4.25%—, como una meta de mediano y largo plazo, y en términos generales, es una inflación que promueve el crecimiento económico.
¿Por qué hay tan poco billete de Q200 en circulación?
Es una percepción. Si revisamos las cifras de lo que está actualmente en circulación, son Q4,500 millones de en circulación de ese billete, un 10% del total de billetes y monedas en circulación.
Lo que sucede es que el billete de Q200 circula menos que el de Q100 porque afortunadamente no hemos tenido inflaciones muy grandes. Es un billete que circula menos pero sí circula. Hemos notado con las instituciones bancarias que no lo han querido introducir en los cajeros automáticos, el de Q100 representa el 80% de los billetes que circulan, es el más apetecido, pero sigue circulando, de aproximadamente Q38 mil millones, que es la cantidad total en billetes.
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